El huracán más temido: Irma, en primera persona por un argentino

La noche es apacible en Miami. Parece mentira que en pocas horas, esta zona pueda ser un apocalipsis. La llegada del huracán Irma, el más potente de los que se tenga registro, tocará este fin de semana las costas de la Florida.

Desde el jueves se suspendieron las clases, hoy fue el último día de recolección de basura y funcionamiento del correo. Colas de hasta 4 horas para cargar combustible o comprar agua reflejan la situación de una zona que parece preparase para la guerra.

La evacuación más importante en la historia de la Florida ha comenzado. Rutas atestadas con un único escape al Norte trasladan a más de medio millón de personas hacia un lugar supuestamente más seguro. Evacuar o no es la pregunta del millón que muchos se hacen. Hace tres días que se agotaron los pasajes aéreos a todos los destinos posibles. Así y todo, los vuelos se cancelan a último momento. Malas noticias para los que estuvieron hasta seis horas en el  aeropuerto. Ya quedan pocas chances, la terminal aérea de Miami cerrará mañana, y otro tanto hará la de Orlando el sábado. Hasta ahora son 4.000 los vuelos comerciales cancelados.

La presencia del estado se siente en todo momento. Las autoridades estatales y comunales, en ropa de fajina se comunican permanentemente por televisión. No se cobran peajes en las autopistas, se reparten gratuitamente bolsas de arena y están a disposición los refugios que generalmente funcionan en establecimientos educativos. En Miami Dade, son 8 los refugios habilitados e incluso algunos de ellos aceptan mascotas.

A medida que pasa el tiempo la evacuación obligatoria, que originalmente se restringía a la franja costera, se va extendiendo al interior del continente. A esta hora, las zonas a evacuar implican a 650.000 personas, la más grande de la historia.

En medio de la crisis, la solidaridad de la gente emociona. Vecinos se dan consejo, se prestan herramientas y paneles para cubrir ventanas o ayudan a cargar elementos pesados.

A pesar de la emergencia, los comerciantes no especulan ni remarcan precios. Y si alguno de ellos se pasara de la raya, el gobierno pone a disposición un 0800 para denuncias. Esta mala acción es considerada un delito penal y la condena es la cárcel.

Lo que más se hace en estos días es cola. Filas de horas para comprar elementos que permitan blindar las aberturas de las casas, pilas, linternas o generadores eléctricos. Todos esperan su turno y nadie osa colarse. Aquí hay un contrato social: si tomo ventaja por izquierda, estoy perjudicando a mi prójimo.

Así como en las fiestas de fin de año de Argentina los hospitales reciben pacientes quemados por los fuegos artificiales, en Miami las guardias de los centros asistenciales están llenas de pacientes con traumatismos. Son los que se cayeron de las escaleras al intentar blindar las ventanas de sus casas.

La gente se estoquea con mercadería y enseres. El problema no es solo sobrevivir al huracán. También están los días siguientes. Experiencias similares mostraron que al menos hay que esperar ente 4 y 10 días sin energía eléctrica en el post huracán. “Hay que prepararse para lo peor, y esperar lo mejor , es la frade que más se escucha por estas horas.

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