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El horizonte fiscal de 2017 le quita margen de acción a la política

A lo largo de su primer año de gestión, la administración de Mauricio Macri asumió que el costo financiero que pagaba por obtener gobernabilidad era razonable. Los proyectos que aprobaba el Congreso, o las concesiones que reclamaba la CGT, podían solventarse con reasignación de gastos y un poco más de endeudamiento. La raya la cruzaron con el fallo de la Corte Suprema que les ordenó adecuar los aumentos en las tarifas de gas. Hoy, con la reforma de Ganancias que votó la oposición, ese margen se esfumó.

Hasta el mes de agosto, la meta de superávit fiscal primario parecía alcanzable. Pero la necesidad de mantener más subsidios tarifarios que los proyectados pesó más de la cuenta. La prolongación de la recesión, que achicó los ingresos tributarios, y la seguidilla de demandas sociales que enfrentó el Gobierno, hizo que la cuenta se fuera desbalanceando cada vez más. Con la ampliación presupuestaria de $ 130.000 millones difundida ayer, los analistas aseguran que la meta de déficit primario de 4,8% del PBI quedó muy lejos de la realidad.

Por esa razón, el cambio de estrategia que instrumentó el Gobierno en Ganancias dejó a la vista que hoy el límite fiscal acota el margen de acción político. Si el 6% que pronostican los analistas se cumple, el proyecto que impulsó la oposición solo conseguirá elevar el desfinanciamiento. Si a eso se le suma la dificultad que enfrentará ahora la Argentina para emitir deuda, por el cambio de escenario financiero que impusieron el triunfo de Donald Trump en primer lugar, y la prometida suba de tasas que se dispone a aplicar la Fed, entonces se entenderá por qué la Casa Rosada no habilita una negociación final. En lugar de ir por el veto, están dispuestos a descontar el costo extra a las provincias, que tampoco podrán reemplazarlo por bonos. Si todos entienden el contexto, tal vez no haya que llegar a los extremos.

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