El gradualismo tiene sentido si la sociedad acepta que en algún momento hay que cambiar

El Gobierno está dispuesto a crear un sendero de reformas estructurales. La más avanzada es la modificación de la estructura impositiva, cuyos lineamientos ya fueron puestos en conocimiento del presidente Mauricio Macri.

El Ministerio de Trabajo también tiene delineada una serie de ajustes al la legislación, que persiguen un doble propósito: facilitar el blanqueo de empleos informales y modernizar los convenios colectivos, el instrumento que regula la relación entre empleadores y empleados.

Pero a diferencia del anterior, este cambio legislativo tiene que ser puesto en una mesa de consenso con la CGT, un paso que difícilmente se cumpla antes de que se complete el ciclo electoral. Como reveló este diario, hay una tercera reforma habilitada, pero con un nivel de discusión mucho menor y más técnico: se trata de la que apunta al sistema previsional, un debate que por su complejidad, está más atrás en la lista de prioridades.

Este lista parece pequeña, pero no lo es. Su contenido expresa los temas relevantes de la economía que viene, porque de ser aprobadas, estas normas ayudarán a moldear la estabilidad fiscal futura, la actividad productiva y el empleo.

Sin embargo, es difícil darles visibilidad en una campaña electoral, lo cual es una complicación para el Gobierno, ya que los candidatos se sienten más estimulados a cuestionar el presente que a apostar por una mejor versión del modelo actual.

El gobierno de Mauricio Macri está en una transición, y por la falta de capital político, se terminó de convencer que la única forma de ir aplicando cambios era con un gradualismo que no conforma ni a los ambiciosos ni a los impacientes. Si las reformas se concretan, sin duda la economía argentina ganaría sustentabilidad a futuro.

Pero si eso no sucede, entonces el precio que el Gobierno está pagando en esta etapa (un aumento en el stock de deuda, la única vía que hace tolerable para la sociedad el abandono del financiamiento inflacionario) se puede transformar en un riesgo.

Esto ocurrirá mientras la política se juzga a si misma a través de frases como "cambiemos juntos" o "la plata no alcanza". Es lo que hay. Es lo que somos. Es lo que deberemos tener en cuenta si en lugar de dar un salto hacia adelante tropezamos con la misma piedra de siempre.

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