El enorme desafío de pasar el verano de la emergencia

Hay que pasar el verano. Casi como un mantra, repiten entre las voces del entorno más próximo a Alberto Fernández. La consigna resume a la perfección el principal desafío que se trazaron el Presidente y su equipo con el ambicioso proyecto de ley que remitieron al Parlamento.

La amplitud de los cambios e iniciativas propuestos sumada a la magnitud de facultades que la Casa Rosada pretende que delegue el Congreso en un trámite exprés evidencian cuan profundo es el temor oficial ante el escenario económico. De allí que el paquetazo es puro shock y cero gradualismo, para recordar los viejos términos de la dialéctica que por tanto tiempo dividió aguas dentro de la extinta gestión de Mauricio Macri.

Para Alberto, está claro, no hay gradualidad posible. El tenor de la emergencia económica que asegura enfrentar no da lugar más que a decisiones de fondo, o más bien de choque. Así los alcances del impuestazo enviado al Congreso dejaron pedaleando en el aire a unos cuantos mientras el Gobierno se justificaba en el argumento remanido de la 'solidaridad', que imprimió hasta en el título del proyecto.

La fundamentación es básica, cómo dirían algunos, la teoría del derrame pero al revés: incrementar sustancialmente la capacidad recaudadora del Estado (básicamente la iniciativa supone un impuestazo a todo nivel) de manera obtener los recursos necesarios para multiplicar los niveles de consumo de los sectores bajos y más vulnerables de la sociedad. De acuerdo con los cálculos de la Casa Rosada ese escenario permitiría frenar el proceso recesivo e ingresar en un nuevo período de crecimiento luego de que se estabilicen las principales variables económicas. Marzo es, en esas previsiones, como la luz al final del túnel.

Desde ese convencimiento político es que el Presidente decidió avanzar a fondo con el paquete de medidas aún a costa de poner en riesgo una parte sustancial del crédito político que suele acompañar el primer tramo de gestión de cualquier nuevo gobierno. "Había que arriesgar ahora", se justifican. Toda una metáfora de que con la administración de ¿los Fernández? se vienen tiempos del más puro peronismo.

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