El efecto Rosadita le permite a Macri acelerar ajuste y soportar más inflación

No son muy alentadoras las últimas novedades económicas, pasado el gran impacto positivo de la visita de Barak Obama y el trámite parlamentario para salir del default. La inflación en marzo volvió a golpear duro, casi 5% según las consultoras más serias (4,7% Santángelo, 4,8% Bein), y todo indica que los precios en abril treparían aún por encima de ese número tan alto del mes que está terminando.

Los aumentos en anunciados en gas, transporte, agua y otros servicios privados ponen un piso de por los menos 4,5% a la inflación de abril, además de la suba inercial de precios que viene, por lo menos, al 2% mensual. Abril, según los economistas, será el peor mes de Macri, ya que tampoco los salarios despegaron porque no se cerraron paritarias mayormente. El impacto en el poder adquisitivo por la inflación acumulada se hará sentir más que nunca. La caída en el consumo, por el efecto de los precios nuevos con salarios viejos es evidente en varios rubros: 20% abajo en unidades las ventas de electrónica y línea blanca en el primer trimestre.

Todas noticias desagradables, aunque inevitables según la opinión de los especialistas en Macro economía. Consideran que el Gobierno heredó un déficit superior a 5 puntos del PBI, los acuerdos de Gobernabilidad con gobernadores, sindicatos y aliados políticos terminaron de agrandar ese déficit heredado, y la única alternativa que tiene el Gobierno es reducir los subsidios a traes del ajuste de tarifas. Está claro que sobra un millón y medio de empleados públicos en todo el país, pero también está claro que no hay capacidad ni voluntad política, ni en el gobierno ni en la opinión pública, para resolver esa cuenta con la gente en la calle. El ajuste es inevitable.

Ante esta realidad ciertamente amarga, la ventaja que todavía parece tener el Gobierno es que Mauricio Macri sigue apareciendo prácticamente blindado ante la gente. Uno de los productores más exitosos de la televisión, especialista en talk show políticos hoy muy de moda en la TV abierta, comentaba esta semana un fenómeno interesante en los movimientos de las audiencias y los ratings. Cuando se tratan los temas de corrupción, con los casos que afectan a la familia Kirchner o a los empresarios Lázaro Báez y Cristóbal López, el minuto a minuto trepa en forma vertiginosa. Cuando se cambia de tema, y se ingresa en los problemas económicos o políticos de la actualidad, la gente se escapa y cambia de canal. "La gente quiere sangre, que alguien vaya preso", dicen ahora los hombres que manejan la agenda periodística de los canales.

Anteayer, en el horario central de las 22 hs, Los Leuco por TN lo tuvieron a Jorge Lanata más de una hora en el aire, ya que el minuto a minuto no paraba de subir y superaba el cable a la TV abierta con la temática de la corrupción K. El tema Cristóbal, Lázaro, La Rosadita, Elaskar Fariña y demás, se tratan en los programas de la tarde con gran respuesta en las mediciones. Y programas muy populares que tenían en general una mirada indulgente de sus conductores y panelistas hacia el kirchnerismo y la Década Ganada, hoy son líderes en instalar y profundizar el debate sobre la corrupción K. Sencillamente porque mide, como dicen en la TV.

No sólo la ex presidenta y los empresarios afectados deberían prestar atención a este fenómeno. Por lo pronto, conviene que lo tengan presente los que hoy gobiernan, ya que una vez más se confirma en la Argentina que la opinión pública cambia. A veces, con una velocidad inusitada. Si no lo creen, que le pregunten a Cristina.

También interpela al propio Presidente Macri este clima de malestar en la calle contra el anterior Gobierno y los casos de corrupción, con una Justicia sospechada de demorar las investigaciones y haber encubierto los casos que ahora se conocen y tienen mayor difusión. En estas condiciones, además con la Doctora Carrió lanzada a condicionarlo, el Presidente no puede aparecer ante esa sociedad sedienta como haciéndose el distraído.

Es obvio que en una República, el jefe de Estado no puede mandar a detener a nadie. El problema es que tampoco parecen muy dispuestos a actuar los jueces federales, muchos de ellos enfrentados ahora con la Casa Rosada por la positiva reforma judicial del ministro Garavano que, según los federales, apunta a licuarles el poder al nombrar cada vez más magistrados con capacidad para intervenir en las causas sensibles.

A la hora de enfrentar la agenda económica, el clima hostil contra el Gobierno anterior lo puede seguir ayudando al Presidente. De allí que muchos le siguen recomendando, como Barack Obama, que acelere el anuncio de las malas noticias. Se agrupan los cuestionamientos ahora contra el ministro de energía, Juan José Aranguren, porque en agosto otra vez informó que debe aumentar la luz. Por qué no anunciar todo junto se quejan en el entorno de Macri. Porque no me dejaron, responden los de Aranguren.

Será también abril un mes para medir hasta dónde el Presidente sigue respaldando a su equipo económico. Muchos de sus aliados políticos del PJ o del masismo, tal vez ayer le realizaron el último servicio al respaldar las leyes para salir del default. Las malas noticias económicas que podrían durar más allá del primer semestre (Prat Gay reconoce ya en privado que no se crece este año) serán aprovechadas para tomar distancia del Presidente. Hasta la doctora Carrió, fan numero uno de Prat Gay, empezó a presionarlo a Macri con la economía desde ayer, manifestándose en contra de los aumentos anunciados en servicios públicos.

Lejos de las tapas de los diarios, también en abril habrá un test para medir a Macri en temas vinculados con el campo, los dólares y la relación con EE.UU. La secretaría de Comercio y el ministerio de Producción de Francisco Cabrera tienen en sus manos decidir si se respalda o se traban los acuerdos que se vienen dando entre los productores y los fabricantes de semillas con tecnologías protegidas por las leyes de patente.

En el caso hizo punto la norteamericana Monsanto (quiere cobrar regalías como lo hace en Brasil y Paraguay por la soja resistente a los insectos, las malezas y el glifosato), y el caso es un leading case para otros gigantes del negocio agropecuario en Argentina (Dow, Bayer Syngenta y la nacional y popular Bioceres) que definirán sus inversiones según como siga el futuro del mercado de semillas en la Argentina, con su consecuente impacto en los niéveles de producción, los rindes de las cosechas y lo que más importa siempre: la cantidad de dólares que ge nere la producción de alimentos en el país.

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