El descalabro de la economía

Luego de cuatro trimestres de caídas, el producto interno bruto (PIB) mostró una leve recuperación durante el segundo trimestre de 2019 en términos interanuales. Según datos del Indec, la estimación preliminar del PIB mostró un crecimiento de 0,6% con relación al mismo período del año anterior. Aunque en términos desestacionalizados el PIB del segundo trimestre cayó 0,3% con respecto al primer trimestre y en el acumulado del año se contrajo 2,5% en términos interanuales.

Los sectores de actividad económica mostraron un desempeño dispar durante el segundo trimestre en términos interanuales. Seis sectores crecieron, agricultura, ganadería, caza y silvicultura 46%; explotación de minas y canteras 1,1%; transporte, almacenamiento y comunicaciones 0,9%; enseñanza 0,8%; servicios sociales y de salud 0,1%; y hogares privados con servicio doméstico 8,7%. En el otro extremo, diez sectores mostraron un decrecimiento, siendo la actividad de intermediación financiera la de mayor contracción, 13,5%; seguida por comercio mayorista y minorista, y reparaciones -9,3%; industria manufacturera -6,7%; y la actividad de la construcción -5,6%. En definitiva, el agro evitó que la economía cayera por quinto trimestre consecutivo.

El INDEC también dio a conocer los datos sobre el mercado de trabajo del segundo trimestre de 2019. Los resultados muestran que a pesar de que aumentó la tasa de empleo, la tasa de actividad lo hizo en mayor medida, aumentando la tasa de desocupación en 1 punto porcentual con respecto a igual trimestre del año anterior, ubicándose en el 10,6%. También se produjo un aumento de los ocupantes demandantes de empleo y de la subocupación, sobre todo la demandante. Esto muestra que la difícil situación económica por la que atraviesa nuestro país ha obligado a muchas familias a salir a buscar ingresos adicionales.

Estos resultados no son para nada optimistas tratándose de un segundo trimestre relativamente calmo en materia económica. La industria manufacturera y la construcción habían mostrado una leve recuperación en abril y mayo en términos desestacionalizados y una desaceleración del ritmo de caída en términos interanuales. Junto a estos, otros indicadores comenzaban a mostrar una mejoría que hacían pensar en una posible recuperación de la economía hacia finales de este año. Un caso concreto es el de la inflación que desde abril había entrado en un sendero decreciente que se mantuvo hasta el mes de julio. Esto posibilitó que algunos salarios, del sector privado, y las jubilaciones mínimas casi le empataran a la inflación en los seis primeros meses del año, mientras que la asignación universal por hijo casi la duplicara, especulándose con una no muy lejana recuperación del consumo. De hecho, las ventas de supermercados a precios constantes, durante junio de 2019, aumentaron respecto al mes anterior.

Sin embargo, todo esto quedó atrás luego de los resultados de las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (elecciones PASO). La economía se descalabró en estas seis semanas. El tipo de cambio saltó 28%; la inflación se aceleró hasta el 4% en el octavo mes del año y se estima que sea superior en setiembre; se implementaron medidas para contrarrestar el impacto de la devaluación; se instaló el control de cambios para evitar el goteo de dólares; se obliga a pesificar el cobro de servicios al exterior; se abandonó la meta de emisión cero; y se subió a 78% el piso de la tasa de interés de las Letras de Liquidez (Leliq); entre otros.

La economía sentirá estos golpes durante el tercer trimestre (datos que conoceremos en diciembre) y también en el cuarto. En el mercado de trabajo aún no se ha visto lo peor, algo que podría suceder en este trimestre que está llegando a su fin. No son buenas, por lo tanto, las noticias para lo que resta de 2019 y esto no es ninguna novedad. El año terminará bastante peor de lo que se esperaba antes de las PASO e incluso peor de lo que fue 2018. Según estimaciones del propio Gobierno, este año podría cerrar con una caída del PIB de 2,6%, una contracción del consumo privado del 5%, una caída de las inversiones del 23% y una inflación cercana al 53%.

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