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El costo del dinero abrirá un nuevo frente de competencia entre comercios y bancos

Considerar que el programa Precios Transparentes tiene como uno de sus objetivos reducir la inflación en el arranque del año, es tan exagerado como pensar que puede provocar una retracción en el consumo. Su impacto básicamente está enfocado en el sector de bienes durables, que tienen poca ponderación en los índices de precios. Si algunos comercios aplicaron un descuento en los precios de contado, como era la intención oficial, esa baja quedará licuada en otros aumentos como los de las naftas o la energía. Al mismo tiempo, la venta de electrodomésticos no venía de un gran año, con lo cual es poco probable que la transparencia del costo financiero afecte decisiones de compra de manera tal que genere una baja real sobre lo sucedido en 2016.

El programa de 12 cuotas sin interés fue una muleta que surgió para paliar la disparada de precios que se produjo tras la devaluación que habilitó Juan Carlos Fábrega en 2014. Se acordó como un mecanismo de subsidio a través de los bancos, que tenían que inmovilizar menos efectivo y cobraron una comisión diferencial al comercio.

Nadie hablaba de tasas por entonces, como tampoco se hablaba de inflación. Si las variaciones que mostraba por entonces el Indec hubiesen sido cercanas a la realidad, el Ahora 12 no hubiera sido necesario.

A partir de Precios Transparentes, el consumidor recuperó un parámetro de elección que no estaba en el radar. Los bancos ahora serán evaluados por un interés que nadie miraba. Los comercios incluso tendrán la oportunidad de pelear ese costo si logran obtener fondos más baratos en el mercado. El descuento en el supermercado o el cine dejará de tener a importancia del pasado. El número que pasará a mover la aguja es el pago de intereses por las compras financiadas. Pesará también lo que logre el BCRA con la inflación.

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