El aviso se detuvo en ébola: EE.UU. debería estar inmunizado al coronavirus

En un artículo del 28 de marzo en Foreign Affairs (https://www.foreignaffairs.com/articles/2020-03-28/ebola-should-have-immunized-united-states-coronavirus), Christopher Kirchhoff, quien fue miembro de la misión militar de EE.UU. y de la Fuerza de Tarea de Ébola de la Casa Blanca para combatir el virus, sostuvo que el ébola debería haber inmunizado a Estados Unidos al coronavirus, pero que no supo aprender. Kirchhoff lamenta esto particularmente porque el brote de ébola de 2013-15 constituyó una de las raras veces de crisis internacional en que responsables políticos poseen una prueba real de lo que podría suceder: “quienes lucharon contra la propagación del virus del ébola sabían lo cerca que estuvimos de una catástrofe mundial . El informe del Consejo Nacional de Seguridad que él escribió anunciaba que epidemias futuras, especialmente las que están en el aire y son transmisibles antes de que aparezcan síntomas, son mucho más peligrosas que el brote de ébola, que acabó con la vida de más de 11.000 personas en todo el mundo.

Los que participaron en el combate al ébola, afirma Kirchhoff, “abrumadoramente opinaron que podría haber sido exponencialmente peor , gracias a que “tuvimos suerte dos veces . Por un lado, porque el patógeno hemorrágico mortal no estaba en el aire; por otro, porque el brote se produjo en una región remota del mundo con pocos vínculos con los centros de población en África y sin rutas aéreas directas a ciudades globales.

Pero también sabíamos, sostiene Kirchhoff, que no volveríamos a tener suerte dos veces. Por “la urbanización y la deforestación que unen especies que normalmente no interactúan y ‘mercados húmedos’ vendiendo carne de animales salvajes en toda África y Asia, el mundo se está desarrollando de maneras que aumentan significativamente la probabilidad de que un virus zoonótico salte de un huésped animal a un humano .

Cuando un virus da el salto, concluye, el viaje aéreo intercontinental asegura que se extienda con una velocidad espectacular. Para frenar esta posibilidad con el ébola, explica que Obama movilizó 2800 soldados para colaborar en Guinea, Liberia y Sierra Leona en la construcción de unidades de tratamiento y aislamiento a infectados, logrando detenerlo poco más de un año después.

No obstante, Kirchhoff señala que su informe destacaba que la respuesta al ébola expuso brechas en la preparación y capacidad en todas las agencias del gobierno de Estados Unidos encargadas de la salud y la seguridad, y presumió un grado de competencia en la capacidad de la Organización Mundial de la Salud que resultó no tener—un marco general que “presagiaba la crisis ahora manifestándose con el Covid-19 .

Por otro lado, Obama puso en marcha tres líneas de acción para contener un brote más peligroso. Primero duplicó la Agenda Mundial de Seguridad Sanitaria para ampliar las capacidades en todo el mundo para prevenir, detectar y responder rápidamente a las amenazas de enfermedades infecciosas. Con recursos de mil millones de dólares y participación de más de 60 países, se crearon laboratorios especializados en todo el mundo para detectar nuevos brotes y organizar programas para adecuar la preparación. También se amplió aún más la red de hospitales y centros de pruebas en Estados Unidos para combatir patógenos altamente letales. Por último, se designó un coordinador de respuesta a emergencias sanitarias y se creó una nueva Dirección de Seguridad Sanitaria Mundial y Biodefensa dentro del Consejo de Seguridad Nacional. Pero entre 2017 y 2019 cada elemento de esta estrategia fue desmantelado.

Kirchhoff lamenta que no se haya aprendido la lección del ébola. Pero ¿qué haría que se la aprendiera? La actitud de diversos gobernantes alrededor del mundo cuando comenzó a surgir la noticia del coronavirus fue desmerecerlo y priorizar las cuestiones económicas. Pero gran parte de los jefes políticos que han actuado de esa forma fueron elegidos por el voto popular, lo que hace difícil sólo enfocarse en los mandatarios. En la medida que los estragos del coronavirus van extendiéndose, surgen pruebas y descubrimientos de informes que se mantuvieron en secretos y de noticias que no recibieron atención.

Todo esto resulta muy poco sólido para pensar en el futuro. El punto central no es que no hay preavisos, especialistas anunciando riesgos o informes no suficientemente difundidos. El problema es que los que hay no son atendidos.

¿Avisos que sabremos oír?

Hace unos meses Donald Trump fue noticia mundial por lo que se consideró su insólita ocurrencia de querer comprar Groenlandia. Más allá de su personalidad, Trump expresaba un interés real de la cúpula geopolítica de su país: el Ártico se está convirtiendo en una zona de disputa entre EE.UU., Rusia y China. Lo que motiva esto es el cambio climático. Según la NASA, el hielo marino del Ártico está disminuyendo a una tasa del 12,8 por ciento por década. En abril del año pasado The Atlantic bajo el título Groenlandia se cae a pedazos, alertaba sobre los tremendos deshielos que desde 1972 ocurren, y cuya velocidad se ha acelerado en la última década. Desde 1998 sin recuperación, se concluye: “En otras palabras: la desaparición de Groenlandia parece estar acelerándose . Por el deshielo las nuevas tecnologías de vehículos autónomos y los robots están pudiendo acceder a regiones inhabitables y sus recursos naturales. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas viene reiterando regularmente el alerta que al mundo le quedan menos de dos décadas para hacer algo y evitar una catástrofe climática frenando el ritmo de destrucción del medio ambiente.

En la edición de enero de este año de Foreign Affairs, es decir antes que el coronavirus concentrara la atención mundial, el artículo de Alice Hill y Leonardo Martinez-Diaz “Adaptarse o perecer. Preparándose para los efectos ineludibles del cambio climático volvió dramáticamente a alertar sobre el problema: “es hora de reconocer que, no importa lo que hagamos, alguna medida del cambio climático está aquí para quedarse. El fenómeno ya ha afectado a la economía estadounidense, la seguridad nacional de EE.UU., y la salud humana. Señalan que generará costos que sólo crecerán en el tiempo, muy superiores a los que podría derivarse del coronavirus: gastos en electricidad, caída de productividad y “la pérdida de productividad debido a enfermedades relacionadas con el clima se estiman en $500 mil millones por año para el lapso que un niño nacido hoy se jubile . Otras serias consecuencias vendrán del aumento de hechos climáticos que ya se están observando como huracanes, incendios, secas e inundaciones. Gran parte de estos males podrían evitarse reduciendo emisiones de gases de efecto invernadero para detener el aumento de las temperaturas. El Acuerdo de París intentó lograr esto, pero en 2017 Trump retiró a EE.UU. del mismo. 

Alertas similares vienen produciéndose por los peligrosos sociales de la tremenda concentración de riqueza existente tanto dentro de cada país como entre países. La organización OXFAM viene declarado que “la magnitud de la desigualdad a nivel global es impactante . Pero también algunos multimillonarios expresan esta preocupación. Una nota de Forbes del 15 de octubre pasado detalla que al menos una docena de multimillonarios han hecho declaraciones públicas exigiendo que súper ricos como ellos paguen más impuestos. Es el caso de Ray Dalio, fundador del mayor hedge fund del mundo, que viene solicitando reformas porque teme que se produzca una revolución social.

En el Foro Económico Mundial en Davos de enero pasado, la senadora demócrata Elizabeth Warren, propuso una tributación a los ultra ricos, mediante un impuesto a la riqueza del 2 por ciento para aquellos con un patrimonio neto superior a los 50 millones de dólares, con un por ciento adicional al patrimonio neto superior a los 1.000 millones de dólares. Luego la diputada demócrata, Alexandria Ocasio-Cortez, también solicitó tributar los ingresos más altos para ayudar a financiar un plan para eliminar los combustibles fósiles.

Mientras la propuesta de Warren fue desechada, la de Ocasio-Cortez generó carcajadas en la audiencia. Robert Shiller, premio Nobel de Economía en 2013, dijo que la propuesta de Warren no sólo no tenía posibilidades de ser aceptada, sino que por plantearla ella había perjudicado sus chances presidenciales.

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