El arreglo de la deuda, entre el virus que crece y los límites del BCRA

Más de una vez, los economistas suelen quedar presos de un pronóstico que la gente les recuerda como si cada frase o cada cifra que proyectan tuviera que tener una validez permanente en el tiempo. La economía no funciona así, y de hecho en el Relevamiento de Expectativas que hace el Banco Central , sus participantes se dedican a ajustar hacia adelante sus propias estimaciones. Así como con el coronavirus  entendimos que más que la cantidad de casos lo que hay que mirar es cómo evoluciona la curva de contagios, en materia económica sucede algo similar: lo que vale es la tendencia, que se actualiza cada vez que aparece un dato relevante.

Si los escenarios fuesen estáticos, el trabajo de quienes toman decisiones sería mucho más sencillo. Pero con un virus que no se detiene y que tiene en vilo a medio planeta, todo es un permanente "recalculando".

En la Argentina la curva de contagios se había amesetado, y gracias a esa instancia positiva, el Gobierno proyectó una flexibilización de muchas actividades, en lo que conocimos como Fase 4. De la mano de ese optimismo, con más empresas activas y más comercios funcionando, era fácil proyectar que en materia de actividad lo peor había quedado atrás.

¿Puede el Gobierno repetir el esquema que usó en abril y mayo? Si la situación de emergencia lo demanda, Alberto Fernández  le pedirá a su equipo que el BCRA  entregue lo que haga falta. Pero la verdad es que el margen para hacerlo es cada vez menor.

Ayer el Indec proporcionó los datos de marzo (mes en el que hubo 15 días en los que se funcionó relativamente normal), en los que se anotó un retroceso anual de 11,5%, el peor desde 2009. Para abril todos esperan un número más duro, dando pie a que mayo se convierta en el piso de la caída.

Sin embargo, esto era lo que se proyectaba diez días atrás. Por el aumento de contagios en barrios vulnerables, se espera que en el área metropolitana el aislamiento siga en Fase 3, con más controles y el regreso de algunas restricciones. Eso implica que durante junio todavía habrá actividades vedadas y consumo estancado. Las pymes  siguen reclamando apoyo para atajar la montaña de cheques y las empresas seguirán en problemas para hacer frente a los salarios un mes más.

¿Puede el Gobierno repetir el esquema que usó en abril y mayo? Si la situación de emergencia lo demanda, Alberto Fernández  le pedirá a su equipo que el BCRA  entregue lo que haga falta. Pero la verdad es que el margen para hacerlo es cada vez menor.

Por eso hay dos señales para atender. La primera es que el Gobierno explicitó su deseo de lograr un entendimiento con los acreedores. Aunque nadie le había escuchado decir lo contrario al Presidente, faltaban evidencias más concretas. El acuerdo es clave para reabrir vías de financiamiento. La segunda es que el gabinete económico empezó a hablar de segmentar y focalizar más la asistencia fiscal, lo que implica tratar de repartir menos fondos públicos entre menos gente. El dinero se puede imprimir, pero no es infinito.

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