El apoyo del FMI es más valorado en Wall Street que en Buenos Aires

Para el argentino común que no sigue la marcha de la economía y solo está atento a la evolución del dólar o de los precios, la reunión del directorio del FMI no será un acto trascendente. En el exterior, en cambio, el organismo le dará a la Argentina la oportunidad de tener una noticia positiva, algo que seguramente titilará en las pantallas de los inversores y mejorará la perspectiva de corto plazo de la Argentina que hoy tienen los grandes fondos bursátiles.

Lo que hará el Fondo es aprobar la última revisión del programa, y liberar con ello el giro del tercer desembolso de u$s 10.870 millones. Aunque se trata del garante de los pagos de deuda que debe cumplir el Tesoro hasta el 2020, ese rol no es valorado por sus beneficiarios. Las malas experiencias del pasado (desde la indexación de tasas a las espirales inflacionarias que derivaron en licuaciones de depósitos) han causado una fobia al crédito y por esa razón hay una desconfianza atávica a todo lo que implica un contrato de financiamiento. Pero en el mundo desarrollado esa visión fantasmal no existe, y la señal que emitirá el FMI pasará a ser leída como un alivio para la gestión de Mauricio Macri.

Está claro que ese apoyo incluye también un condicionante: una vez que acuerdan una estrategia con el país asistido, los técnicos del Fondo son poco proclives a cambiarla. Dujovne y Sandleris no dudan de su programa, pero desearían algún grado de libertad que hoy no tienen. Todo tiene que ser negociado, como la venta de los dólares prestados en subastas diarias de u$s 60 millones. Esas divisas serán claves en abril, porque para el Gobierno ayudarán a calmar (algo) al dólar y a los precios, el drama que desvela al argentino común. En el fondo, y a pesar del Fondo, todo se reduce a lo mismo.

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