El FMI, el aliado menos pensado, juega sus cartas para destrabar la deuda

El Fondo Monetario Internacional (FMI) presiona a los acreedores de la deuda de la Argentina para que rebajen sus pretensiones y logren un acuerdo con el gobierno de Alberto Fernández.

Desde el FMI se mantuvieron conversaciones extremadamente confidenciales con funcionarios argentinos y con los jugadores más relevantes de los fondos de inversión, con el objetivo de acortar las distancias y que se llegue a un acuerdo. Al mismo tiempo, el equipo económico que conduce Martín Guzmán, recibe el respaldo de destacados empresarios de la Argentina. 

Si se tienen en cuenta el apoyo del FMI, organismo que le otorgó a la Argentina el mayor crédito de su historia, y el de los empresarios, donde la mayoría representa un considerable capital invertido en el país, el panorama, al menos en el plano de los respaldos, parece muy bueno para Guzmán.

El apoyo que falta es el de los bonistas. A última hora de ayer, el ministro volvió a hablar sobre la deuda. "Hoy venció un acuerdo de confidencialidad. Hay otro que aún está vigente. Con respecto al que venció hoy, el resultado es que nos hemos acercado pero aún hay un camino importante por recorrer. Nosotros presentamos unos términos de referencia que buscan acercarnos a un acuerdo que cuide a la Argentina. El grupo de acreedores llamado Ad Hoc se movió en la dirección correcta con respecto a su oferta previa, pero el movimiento fue corto, insuficiente para las necesidades del país. Esperamos seguir trabajando con los acreedores que componen ese grupo, que al día de hoy son quienes tienen una posición más alejada de las restricciones que enfrenta nuestro país".

La postura dura del gobierno argentino, aferrado a la sostenibilidad de la deuda, es obvio que no es lo que los bonistas desean. Pero los tiempos se agotan, y todos quieren una definición. 

En los fondos, la pretensión es poder llegar a un acuerdo que les represente una ganancia futura considerable. Están dispuestos a ceder. De hecho, lo demostraron, pero está claro que la intención de los acreedores es cobrar lo más posible, lo antes posible. La postura no es discutible. No se trata de tener razón. Pero cuando se llegan a estas instancias lo que se tiene en cuenta es la mejor negociación, dentro de lo realizable. "Un acuerdo exitoso es un acuerdo que cuide a toda la Argentina", afirma el ministro.

La frase de Guzmán no es menor. Para el Gobierno, el acuerdo no puede ser a cualquier precio, al menos es lo que por ahora sostiene. Está claro que llegado el caso, entrar en default no va a convencer a todos. Los empresarios, por ejemplo y por sobrados motivos, pidieron evitarlo. El Gobierno quiere arreglar, los bonistas y el FMI también. ¿Hay alguien que no?

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