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Dolarización defensiva: marcarle la cancha a un clásico electoral

El Banco Central marcó la cancha. Con la señal a $ 18, y tras una suba de 15% desde abril, fijó por ahora un techo a este nuevo dólar que flota libre pero que empezaba a erigirse en amenaza en el paisaje electoral y pedía que lo "administren" un poco en esta primera previa de comicios sin cepo en varios años.

Los argentinos tenemos reflejos de dolarización preventiva más que afilados. Y los comportamientos defensivos se exacerban fácil cuando se asienta el nerviosismo, aún con tasas de interés reales atractivas y la promesa de una volatilidad cambiaria que le quite previsibilidad al juego y acote el traslado a precios.

La idiosincrasia todavía nos condena, tan sensibles como somos a los vaivenes cambiarios, por más que el nuevo régimen intente trabajosamente desacoplar la expectativa de inflación del derrotero de la divisa.

Así, aunque esta corrección descomprime un poco el atraso cambiario acumulado y alivió a algunos, parecen más lo que respiraron con una intervención que desalienta la pulseada con los inversores.

La aceleración en la demanda de dólares es un clásico pre-electoral. Incluso en las últimas presidenciales, cepo mediante, encontró los vericuetos necesarios y se vio reflejada como demanda de "dólar ahorro", retracción de la oferta en el mercado oficial y aumento de un blue cada vez más codiciado.

El paralelo subió 10% en los tres meses previos a las elecciones en las que se impuso Macri hasta cruzar los $ 16 (brecha del 70%), un movimiento que dejaba vislumbrar el salto devaluatorio que esperaba el mercado. Algo parecido ocurrió con la demanda de títulos en dólares, otra de las alternativas no vedadas para hacerse de billetes, y por supuesto, con los contratos a futuro de la divisa, que se "regalaron" a precios muy debajo de la expectativa inversora ($ 10,65 a marzo de 2016).

En las legislativas de 2013, también con el corralito del dólar a pleno, el Central había tenido que vender más de u$s 5.000 millones entre julio y noviembre. Aunque no se podía comprar libremente, la retracción de la oferta era tal que obligaba a quemar reservas para asegurar el famoso dólar planchado.

En las presidenciales del 2007, con la divisa liberada, la reacción fue la misma en cuanto al apetito por resguardo. El BCRA venía comprando sobrante de dólares hasta que en el tercer trimestre, en la previa electoral, el atesoramiento se disparó y pasó de virtualmente cero a más de
u$s 5.000 millones, a los que se sumaron otros u$s 1.800 millones en el mes de octubre.

En 2009 ocurrió algo similar: en el trimestre electoral el atesoramiento volvió a rondar los u$s 5.000 millones. Pero en el 2011, el proceso de dolarización fue aún más brutal, justo antes de la reelección de Cristina. La dolarización del tercer trimestre arañó los u$s 8.500 millones (ya venía de u$s 6.000 millones el trimestre anterior) y sumó casi u$s 3.000 millones más en octubre. El dólar casi ni se movió (subió algo menos de 4%) pero tuvo su costo : en cuatro meses, el BCRA tuvo que vender casi u$s 5.000 millones

La sangría se disimuló. Las reservas mostraron en el tercer trimestre una caída de u$s 3.100 millones pero de no haber sido por los swaps (créditos parche para las arcas con organismos internacionales), hubieran arroja una merma de u$s 6.100 millones. Fue la antesala del cepo que nos sorprendería a pocos días de la reelección en su versión original más benigna de un "pedido de autorización" a la AFIP.

La aparición del Central en esta última semana no sólo toma nota de esta dinámica arraigada (buscando acotar un movimiento muy marcado en un período breve) sino que deja en claro su vocación de no arriesgar a esta altura un rebrote de la inflación que en la Argentina aún tiende a ser estructural. Hoy tiene u$s 49.000 millones en reservas y sobran dólares financieros. De todos modos, la entidad seguirá apuntando a regular con las tasas la tentación de desarmar Lebac y migrar al dólar. No es poca la presión que recae sobre el BCRA, que ante un déficit fiscal galopante, no sólo debe emitir para asistir financieramente con ese bache (aunque menos que antes) sino también para comprar las divisas del endeudamiento que hoy también ayudan a cubrirlo. Para el inversor, se trata de ponderar cuál es el escenario que más le cierra. Está claro que con una Lebac que rendía 2% mensual y un dólar declinante, la bicicleta del carry trade fue la delicia de los primeros meses. Con un dólar que viene de subir 2% mensual, todo se tambalea. Habrá que ver hasta qué punto el mercado se convence de este dólar estacionado a $ 18 y hasta qué punto Sturzenegger logra defenderlo sin demasiado costo.
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