Dólar paralelo: el nuevo "riesgo país" para medir la confianza en el Banco Central

Qué duda cabe que la transparencia en la gestión de las reservas será la clave que tendrá Mercedes Marcó del Pont, la titular del BCRA, para recrear la confianza que hoy demanda de aquellos a quienes debe responder: los tenedores de dinero. Contará a su favor con un escenario "domesticado" donde los controles cambiarios parecen haber surtido el efecto deseado por el Gobierno, cualquiera sean las consecuencias que esto pueda generar a la hora de retirarlos, en caso que esto tenga alguna probabilidad de ocurrencia. En rigor, gracias a estos controles instrumentados el 28 de octubre de 2011, es que el BCRA pudo sumar reservas de nuevo, unos u$s 3.000 millones, lo que ha redundado en una aparente calma o despreocupación en el mercado cambiario, aunque la incertidumbre se haya mudado a aquellos que tienen alguna vinculación con la exportación e importación de insumos.

Sin duda todos quisiéramos pensar que la falta de demanda de dólares es un signo de confianza en la moneda local, y por ende, en la economía, o que los "apenas" u$s 500 millones mensuales que salen del sistema financiero, son una cifra infinitamente menor que la que hemos visto en meses previos y que esto se debe a que suben los depósitos del público en el sistema financiero local.

Si bien habrá que esperar para ver cuán cuidadoso y responsable es el manejo de la política monetaria bajo este nuevo mandato con flamante Carta Orgánica, el juego no está exento de peligro. Hoy el valor del dólar informal (blue) deriva de la ecuación de arroja la base monetaria (dinero legal o efectivo en manos del público más el encaje bancario, todo en pesos) dividido las reservas que hay en el BCRA. Por caso, esa cuenta da hoy $ 4,80. Si se reducen las reservas y la inflación sigue debilitando el poder del peso argentino y, por ende, aumentando la cantidad de pesos en la economía... ¿qué pasará con ese valor? La respuesta es sencilla.

A ello se agrega un detalle no menor: mientras el mercado del dólar formal hoy tiene una liquidez que en el mejor de los casos supera los u$s 250 millones, el dólar paralelo ha dado pruebas que concentra una cantidad de negocios sensiblemente inferior. Si a esto se le suman los controles que tanto la AFIP como la Secretaría de Comercio Interior ejercen en los mismos, muy probablemente pueda etiquetarse como "ilegítimo" el valor que sale de esos dos mercados. Por eso es probable que, de ahora en más, el verdadero tipo de cambio resulte del valor que se obtiene dividiendo la base monetaria y las reservas, y no de la oferta y la demanda de ese mercado.

Un punto que podría sumar a favor del BCRA es continuar con el retiro de los pesos del sistema financiero. La abundante liquidez que tienen los bancos se traduce en una fuerte oferta de letras y notas del BCRA que licita en forma semanal. Así, la autoridad monetaria ha logrado "con tasas bajas" retirar los pesos que vuelca al mercado por la compra de dólares mediante la colocación de bonos. Durante este año, el Central "absorbió" $ 12.284 millones, lo que implica mayor salida de pesos de los que volcó al mercado, algo que le pone reparos al argumento inflacionario.

De todas formas el alza de los precios sigue carcomiendo el poder adquisitivo del dinero y afectando en forma pronunciada a los sectores que no tienen empleos registrados, donde si se pueden obtener incremento salarial por paritarias. Es cierto que hay programas de ayuda, planes sociales, jubilaciones y pensiones, y varios milanesas-merluza-fruta "para todos" para quienes no habían aportado suficiente o no pudieron nunca integrarse al "sistema". Pero también habrá que reconocer, que se necesita de aquellos que hoy trabajan, cobran un salario, hacen sus aportes y pagan los impuestos, para sostener esas políticas y que para ellos, es probable que una buena señal que ayude a construir confianza es la estabilidad de precios, materia que no debe ser minimizada al sostener que la inflación es un precio bajo que se paga por tener crecimiento y empleo. En rigor, una de las ventajas de tener el mercado cambiario bajo cepo es que esto le da mayor tiempo y menor esfuerzo a quienes instrumentan las políticas para llevar la economía al lugar deseado. Habrá que ver entonces si este contexto colabora para ponerle freno a la inflación.

Más allá de las bondades que le genera al Gobierno el control cambiario, el mayor poder ¿político? que tendrá Marcó del Pont podría también derivar en una "baja intensidad" de acción a la hora de pensar en clave financiera y bancaria. También deberá tener cuidado con eso. Con la modificación de la Carta Orgánica, la misión de "preservar el valor de la moneda" para lo cual el BCRA regula la cantidad de dinero y el sistema financiero se hace más amplia, ambiciosa y comprometedora, ya que se le asigna como objetivo la estabilidad monetaria y financiera, el desarrollo económico, empleo y equidad social. ¿Puede (sólo) un banco central conseguir estos objetivos? Otra de las luces amarillas que asoma es la potencial dominancia fiscal que podría primar sobre la política monetaria. Huelga decir que eso no constituye un problema. Pero habrá que ver si las necesidades de caja no someten al BCRA. Una pesada carga histórica juega en contra.

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