Dólar en $ 44, tasas en 75% o la tercera opción: la danza de lluvia

El Principado de Peronia se ha convertido en una tribu medieval que en plena era robótica sigue dependiendo del clima para sobrevivir: hermoso país amarillamente peronista éste en el que vivo y más vale que llueva. 

Argentina es una trituradora de funcionarios: ¿hiper-inflacionamos o hiper-recesionamos? La poca credibilidad del BCRA argentino no es un tema de personas necesariamente, sino que hace a la esencia de nuestra precaria y vergonzosa institucionalidad. Cuando este gobierno se sintió ganador después de las formidables elecciones de octubre 2017, en vez de utilizar un renovado apoyo político para hacer economía de la correcta, se decidió por el contrario, dar un brusco giro hacia un populismo socialista sumamente innecesario que no hizo otra cosa que complicarlo todo. Hoy, ese fatídico 28D obliga al Banco Central a afrontar una disyuntiva en el cortísimo plazo: o deja al dólar quebrar la banda de 44 y Dios sabrá a dónde se estabilizaría o frena dicha dinámica con un feroz torniquete monetario restringiendo todo peso posible y llevando las tasas al 75% con la economía real desangrándose en el proceso. Aun si el propio Alan Greenspan o el gran Ben Bernanke estuvieran al mando del BCRA, serían probablemente triturados por la falta de credibilidad institucional que causó la destrucción de la confianza encarada el 28D. Lo que no deja de sorprenderme es que los responsables de semejante equivocación sigan en el gobierno con alta capacidad de decisión. También es cierto que Wall Street no es ajena a esta precaria realidad de hecho, ante el anuncio del renovado acuerdo con el FMI, el CDS a 5 años de Argentina llegó a cotizar en 526 puntos sólo días atrás y hoy ante esta realidad de dólar planchado a cambio de tasas estratosféricas e inestables vuelve a quebrar los 600 puntos porque percibe que Argentina sigue sin tener respuestas ante el embrollo monetario en el que estamos. A pesar de todo sin embargo, parecería que la renta fija argentina lejos está de operar en los niveles críticos de 815 puntos alcanzados el 4 de septiembre de este año. Resulta esencial que nuestro país no vuelva al modo Armagedón que observamos en agosto y primeros días de septiembre y la razón es sencilla: no podemos permitirnos una explosión de riesgo país, la convergencia de éste en dos años resulta esencial para que tengamos alguna chance de supervivencia. De esta forma, la Argentina monetaria de hoy nos expone a tres escenarios: a) dejamos correr al dólar a riesgo de hiper-inflacionar, b) dejamos correr las tasas a riesgo de hiper-recesionar, c) o la tercera opción: la danza de la lluvia en una súplica a que el clima y el agro nos salven de este embrollo monetario en el que estamos atrapados.

Primer escenario: dejar correr al dólar. La desconfianza vivida en los últimos meses aceleró una caída en la demanda de dinero que ya se venía observando desde fines del año anterior. Los argentinos no quieren pesos y el BCRA no tiene tantos dólares como para calmar semejante demanda por moneda extranjera. Supongo que el gobierno no quiere dejar correr al dólar por sobre 40 dado que dicha reacción seguramente ocasionaría una sustancial y mayor presión a una inflación que para el 2018 ya pisa firme hacia un 45%. Un descontrol inflacionario por sobre esta cifra complicaría aun mas un escenario que en lo social ya se ve durísimo. La licuación observada desde abril de este año sumada a una recesión fortísima que deberemos soportar por lo menos de caras a los próximos cuatro trimestres, pintan una imagen social que ya está bajo severa presión. Aparentemente, a juicio del gobierno, dejar correr aún más al dólar exacerbaría una situación que ya es crítica a riesgo de hacerla inmanejable. Seguramente entonces, bordear una cuasi-hiperinflación motivada por una segunda ola devaluatoria es algo fuera de discusión en el riñón económico de Cambiemos, expertos en patear la pelota hacia adelante.

Segundo escenario: dejamos correr las tasas. Para poder decir que una crisis cambiaria culminó debemos tranquilizar dos frentes simultáneos: tipo de cambio y tasa de interés. La Argentina de hoy no puede calmar a ambos frentes por lo que seguimos viviendo la misma crisis cambiaria de abril la cual obviamente, fue mutando a lo largo de estos cinco interminables meses. De esta forma, con tasas sobre el 70% y un stock de pasivos en LELIQS que comenzó a crecer muy aceleradamente, el BCRA intenta planchar al dólar debajo de 40 y con ello evitar un entorno cercano a una hiperinflación. El problema es que nada es gratis en economía y con tasas en estos niveles corremos el riesgo de originar una hiper-recesión. El tiempo dirá qué tan severo será el parate económico que se nos viene y cuidado, porque cuanto más importante sea, más en duda estará la meta del 0% de déficit fiscal primario dado que los ingresos tributarios pueden resentirse sustancialmente ante una recesión superior a lo esperado. El costo entonces de planchar al dólar al menos en el corto plazo, es hiper-recesionar la economía y volver a generar una preocupante dinámica de crecimiento del stock de Leliq y recuerden: todo esto comenzó con un stock de Lebac que en abril era inmanejable cuando las tasas estaban cerca de 30% y hoy nos relatan que en 70% está todo “OK .

La tercera opción: la danza de la lluvia. Es muy probable que el Central considere al igual que muchos de nosotros, que mantener a una economía en tasas al 75% es absolutamente inestable. Por lo tanto, imagino a un BCRA intentando en el cortísimo plazo frenar una estampida del billete hasta tanto comiencen a llegar dólares frescos. En este contexto, se abren tres ventanas. Primero, los adelantos del FMI serán recibidos por un Tesoro que deberá venderlos para hacerse de pesos lo cual alivianaría la presión sobre el spot y con ello daría lugar para que el BCRA comience a bajar la presión sobre las tasas. Segundo, la cosecha de trigo hacia finales de este año que si bien no será monumental, ayudaría en este contexto. Tercero, entre abril y mayo la cosecha de soja. Si estas tres ventanas traccionan en forma conjunta es posible imaginar a un BCRA que entienda que sólo deberá estar a estos niveles de tasas por un efímero periodo a partir del cual la presión se iría calmando. Mientras dure dicha presión, el daño a la economía real seguirá siendo inmenso. El mejor escenario para la Argentina de los próximos cinco años es una mediocridad subsidiada y expuesta a múltiples coletazos. Esperemos que el Armagedón deje en este contexto, de golpear la puerta. Existen chances de que podamos manejar esto pero dependemos mucho de la suerte. Ojalá por el bien de todos, ocurra y más vale que llueva.

"Las opiniones expresadas son personales y no necesariamente representan la opinión de la UCEMA". 
 

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