Dólar a $ 120 + Plan "en serio": lo más conveniente

El Gobierno está encarando un importante esfuerzo para intentar no devaluar, con la noble intención de evitar más pobreza. Ha tomado diversas decisiones en pos de ello, aunque con muchos efectos colaterales no deseados, como las siguientes:

1) Vender menos dólares a empresas deudoras, instándolos a refinanciar el 60% de las mismas. Esto ha creado un fuerte stress, con caídas muy fuertes en los bonos que han emitido, todo lo cual ha contribuido a la caída de la inversión privada productiva, que se encuentra en sus mínimos históricos.

2) Vender menos dólares a importadores (ampliando las licencias no automáticas, demorando autorizaciones, etc). Pero, produciendo escasez de productos, y ajustes de variados precios considerando también el dólar libre.

3) Vender bonos en pesos y recomprarlos parcialmente en dólares, para bajar dólar MEP y/o CCL. El efecto de baja del dólar ha sido escaso. Pero el BCRA  ha contribuido a la baja de bonos. Y como vende más de lo que compra, el Estado termina endeudándose a tasas del 18% anual en dólares!!!

4) Colocar nueva deuda dolarizada, vía bonos dollar linked. Es una operación riesgosa, dado que, si finalmente hay devaluación, el costo estatal aumentará fuertemente.

5) Instar a operadores a no operar en el CCL, generando "mini feriados cambiarios". Medidas represivas de la demanda de dólares, de efecto transitorio, que generan incertidumbre en todo el circuito financiero, y más demanda potencial de dólares.

6) Abastecer las ventas diarias de dólares con "vales de caja". Estimamos que más de u$s 1000 millones de dólares han salido de fondos de SEDESA en el BCRA, y/o de Encajes de los Depósitos en Dólares. Además de la muy dudosa legalidad de este accionar, muestra el grado de desesperación que hay en el Banco Central, que por alguna "misteriosa razón", no ha podido usar aún, ni el swap de China, ni los DEG del FMI, ni el oro de sus arcas.

Con estas y otras medidas, el Gobierno ha logrado, por ahora, que las brechas interrumpieran su alza incontenible. Pero las brechas siguen entre 95% y 130%, implicando muy altas expectativas de devaluación. Expectativas que se cuelan cada día más en las decisiones de la economía real, desorganizando toda la economía.

Aunque no hay un "número mágico" la experiencia indica que un doble mercado, con brechas del orden del 30%, podría funcionar bastante bien durante cierto tiempo, pudiendo converger hacia un dólar único de forma "tranquila". Pero estamos demasiado lejos de esa posibilidad. Y como se dijera, las medidas que se encaran traen pocos beneficios y muchos efectos colaterales negativos. Y además se viene una nueva gran montaña de emisión de pesos en diciembre.

Con lo cual, cada vez más, la disyuntiva pareciera ya no ser "devaluar" o "no devaluar", sino la de "devaluar ordenadamente, o desordenadamente". Y para devaluar ordenadamente, estimo que el Gobierno debería ser capaz de proveer entre otras, las siguientes cosas:

1. Mejor imagen política. Que implica exhibir más protagonismo del "peronismo moderado", y menos del "kirchnerismo radicalizado", con mejor reafirmación del "Presidencialismo".

2. Una imagen de mucha mayor adhesión a un "capitalismo sano e inclusivo". Hoy se duda demasiado del apego del gobierno a la propiedad privada. Y pareciera que permanente se quiere "combatir" al capital en lugar de atraerlo, como si el Estado pudiera suplir a la inversión privada. Una insensatez.

3. Un Ministro de Economía con mucho más poder y autonomía. Se está intentando que Martín Guzmán asuma ese rol, pero pareciera se acordaron un poco tarde.

4. A esta altura ya sería conveniente ir directamente a la unificación del mercado cambiario, sin pasar por un período de desdoblamiento formal (segunda mejor opción). Pero para ello, deben contarse con reservas nuevas, del orden de los u$s 10.000 millones, adquiridas contra préstamos a mediano plazo (FMI u otros), y que sean autorizadas a ser usadas para intervenir en el mercado cambiario.

5. Si la unificación se hiciera ahora, el dólar único podría estabilizarse en torno a $120 por dólar (devaluación del 50%). Bien manejado, el traslado a precios no debería superar los 15 puntos de inflación, y nos ubicaría en un índice de tipo de cambio real de 155 (Base 100= 17/12/2015) que compara por ejemplo, con un dólar de 166, promedio del 2006. Es decir, estaríamos un 7% más bajo que el dólar de aquella época, lo cual debería implicar que tanto Alberto Fernández como Cristina Kirchner no deberían verlo con malos ojos.

6. El golpe al salario y la pobreza sería transitorio. En pocos meses la economía, ya en buen ritmo de crecimiento, permitiría ir mejorando el salario real, aumentar el empleo, bajar la pobreza, etc.

7. El Gobierno debería (facilitado por la devaluación) encarar medidas antipáticas pero necesarias para bajar el gasto público en términos del PIB. Por ejemplo:

  • Congelamiento de vacantes (nacional, provincial, municipal).
  • Subas de salarios públicos (nacional, provincial, municipal) por debajo de la inflación por un tiempo, y luego igual a la inflación.
  • Fórmula de ajuste de jubilación por IPC
  • Además, habría que avanzar en Reforma Previsional más general (aumento edad jubilatoria, distinción marcada entre aportantes y no aportantes, etc), de modo que el esquema tienda a ser más sustentable en el tiempo, especialmente considerando que iremos hacia un proceso de envejecimiento poblacional.
  • Los subsidios deberían tender a una baja permanente (con tarifas subiendo un poco por encima de la inflación)
  • Si se contienen los gastos provinciales, en donde la suba de personal estatal ha sido notablemente desproporcionada en las últimas dos décadas, las transferencias discrecionales a provincias deberían desaparecer, y cuanto antes, mejor.

8. Sin más impuestos (en realidad debería volver a plantearse una hoja de ruta de bajas impositivas, especialmente Ingresos Brutos e impuestos al trabajo), la mejora de la actividad y la contención de gastos deberían permitir en 2021 un déficit en torno al 3% del PIB (y no 4,5% como se ha enviado al Congreso), y ya en 2022, lograr equilibrio fiscal primario. Recordemos que ese mencionado 2006, el superávit primario fue del 3,2% del PIB: otro objetivo que Alberto y Cristina deberían evaluar positivamente.

9. En un primer momento, mientras se estabiliza la economía, deberían subir las tasas de interés bastante fuertemente, pero luego, rápidamente converger hacia la tasa de inflación esperada (o la devaluación esperada más unos 4 puntos anuales).

10. Un esquema de flotación administrada, como el que prevalecía en 2002/2005, en base a un dólar bien alto y con superávit fiscal primario (lo que también implicaba superávit en las cuentas externas), sería hacia donde habría que ir lo más rápidamente que se pueda.

En síntesis: el ya remanido "plan integral", que incluya una devaluación del orden del 50%, unificando el mercado cambiario, luciría conveniente. Al menos mucho más conveniente que la agonía actual, que, de proseguir, probablemente nos termine llevando a un tormentoso periodo de devaluaciones desordenadas.

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