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Dilemas de un país que pide shock en los resultados y gradualismo en los instrumentos

En la Argentina, el debate económico puede revelar disensos tan extremos como la rivalidad que tienen los hinchas de River y Boca. Por eso al Gobierno le cuesta administrar la ansiedad de los agentes económicos, que a medida que la economía entra en un sendero de normalización, empiezan a reclamarle más objetivos a la gestión.

La opinión de los inversores y analistas no está aislada de la mirada que tiene la sociedad, a la que también le cuesta definir dónde debe pararse frente a la política económica: como bien define Enrique Szewach, actual vicepresidente del Banco Nación, el conjunto social "pide shock en los resultados pero gradualismo en los instrumentos".

Economistas convocados por El Cronista durante la entrega del Premio al CFO no se pusieron de acuerdo sobre si hay que emprender reformas estructurales de envergadura para el rebote de la economía se transforme en crecimiento o si hay caminos intermedios. Dante Sica acepta que haya desvíos tácticos que preserven la gobernabilidad, aunque José Luis Espert reclamó ir más a fondo en achicar el Estado para bajar la presión impositiva y favorecer la inserción internacional. El presidente del BCRA, Federico Sturzenegger, pidió dejar de hablar de grandes reformas, para enfocarse en avances que se puedan tildar de a uno, como la baja de la inflación.

También remarcó que el Gobierno se planteó como meta inédita achicar el nivel de impuestos sobre el PBI, objetivo sobre el que ya dio algunos pasos. Los empresarios esperan que Macri tome el toro por las astas, porque creen que a la economía hay que domarla antes de cambiarla. El ingeniero, por ahora, prioriza el rumbo. La pregunta que varios buscan responderse es si eso alcanzará para revalidar su poder, y su modelo, en las urnas.

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