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Desafío para el próximo G20: solución a la crisis hídrica mundial

El escenario mundial de reserva de agua potable se encuentra en una crisis sin precedentes. Gran parte del planeta es agua: el 97,5% es agua salada y solo el 0,5% es agua potable disponible que no se encuentra en glaciares. ¿Qué pasaría si ese 0,5% no fuera potable, o estuviese en vías de no serlo?

El problema es claro. El crecimiento demográfico y de la actividad industrial, sumado al cambio climático, atenta contra la disponibilidad de agua dulce. El consumo mundial de agua -en promedio- se distribuye en un 10% para uso municipal; 10% para uso industrial y el 80% para actividades agrícolas. Solo una parte del 10% restante requeriría ser Agua Potable para consumo humano.

Tanto los efluentes tratados como no tratados acaban en ríos, lagunas, mar, donde luego se abastece de agua a otras ciudades, se riegan cultivos, o se utiliza para envasar agua para consumo humano. Hoy, en los países desarrollados se tratan el 70% de los efluentes líquidos generados; en los de desarrollo medio el 38% y en los subdesarrollados el 28%. Esta es una gran deuda que debemos saldar en el corto plazo. Sin embargo, gran parte de las sustancias disueltas del agua continúan su recorrido a su destino final. Este es el problema más grave de los últimos 50 años: los contaminantes emergentes.

Sin tener en cuenta a los contaminantes emergentes, se estima que el 25% de los cursos de agua están severamente contaminados.

La tecnología en tratamiento de agua o efluentes moderna permite, desde potabilizar agua de mar, hasta convertir el peor de los efluentes en el agua más pura que haya existido, por lo que nos enfrentamos a un problema cultural, de gestión y normativo. Los efluentes convertidos en agua potable superan la calidad de agua de cualquier fuente convencional que hoy estemos consumiendo, al igual que lo hiciera la naturaleza con el ciclo del agua.

Debemos comenzar a tener en cuenta a nuestros efluentes como un recurso de gran valor, y comenzar a pensarlos como una economía circular, donde podremos extraer el agua potable de las próximas generaciones y en algunos casos una vez extraída el agua aprovechar de los desechos en la minería, el potasio en los efluentes de la industria azucarera, abono, etc. Si aprovechamos nuestros efluentes de esta forma, al mismo tiempo dejamos de contaminar las fuentes de agua que utilizamos para alimentarnos.

Por otro lado debemos considerar la generación de nuevos empleos debido a la contribución a la industria. Hay un proyecto precursor del reúso en Argentina y uno de los más importantes en Sudamérica presentado por la empresa estatal Aguas Bonaerenses que contempla dicha problemática, en el que la industria se abastecerá del líquido tratado biológicamente en la Planta Depuradora Primera Cuenca.

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