Desafío Guzmán: sintonizar lo que hace falta con lo que se quiere y se puede

La designación del economista Martín Guzmán para ocupar el Ministerio de Economía a partir del 10 de diciembre, actualizó un debate sobre las condiciones políticas y técnicas que debe tener la persona que fije las reglas de la política económica.

Guzmán va a ser uno de los pocos que no tuvo antecedentes previos en la función pública. Para encontrar una situación así desde el regreso de la democracia hay que volver a Miguel Roig y Néstor Rapanelli, los dos primeros ministros de Carlos Menem, que desembarcaron en el cargo solo con su experiencia gerencial en el grupo Bunge & Born (en ese momento, el principal conglomerado económico de la Argentina, valga aclarar) como principal back up. El perfil del futuro ministro, en realidad, se asemeja más a los de Juan Sourrouille, Ricardo López Murphy y Axel Kicillof, hombres fogueados en la academia que llegaron a tener un paso corto por el Estado antes de sentarse en el sillón principal de Economía. Guzmán dialoga con Daniel Heymanm, docente de la UBA, La Plata y San Andrés, reconocido por ser uno de los articuladores del Plan Austral de Raúl Alfonsín.

En todos los casos, no hay forma de establecer que la nula experiencia previa pueda influir en su gestión. Guzmán va a tener un rol muy definido en el diseño de los instrumentos, pero está claro que Alberto Fernández va a ser quien vote los objetivos y fije los parámetros de la política económica. No va a depender del ministro establecer la viabilidad política de alguna medida: para eso hay un gabinete en donde hay otros economistas con igual peso específico en la opinión del Presidente. Además de Cecilia Todesca y Matías Kulfas, Mercedes Marcó del Pont va a poder ofrecer sus opiniones, así como Guillermo Nielsen, futuro titular de la petrolera YPF. A ese combo se le sumará, sin duda, lo que piense Axel Kicillof, quien aunque tenga a su cargo la compleja gestión bonaerense, no dejará de mirar el rumbo general y de compartir su visión con Cristina Kirchner.

Guzmán tiene, más allá de este contexto, un capital que a nivel interno es difícil de ponderar: como colaborador del premio Nobel Joseph Stiglitz, y como académico de la Universidad de Columbia, tiene acceso a círculos de influencia del poder económico estadounidense. Es una llave que le servirá para abordar su misión más desafiante: renegociar la deuda pública. Según remarcó Fernández en la conferencia en la que presentó el gabinete, ese diálogo ya comenzó. Hay comunicaciones tanto con acreedores como con autoridades del FMI, que recibirán esta semana ya una notificación formal del plan de trabajo de Guzmán. Los argentinos tendremos acceso a él a partir del miércoles, luego de que asuma su cargo y ponga en funciones a su equipo.

Lo que se está juzgando, en suma, no es aptitud ni experiencia. La clave de lo que viene pasa por sintonizar lo que hace falta con lo que se puede y lo que se quiere. Nada menos.

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