Del barril criollo al barril de la pandemia

La demanda petrolera mundial antes del coronavirus era de unos 100 millones de barriles diarios. Por el doble shock de oferta y demanda en la economía mundial producido por el virus, la demanda se redujo a unos 70 millones de barriles días. Sobran 30 millones de barriles día, que van a engordar almacenamientos, mientras se pueda, y a dejar fuera de mercado a productores marginales cuyos costos no pueden convivir con precios de barril que en valores reales se retrotraen a las cotizaciones de los años 50.

Semejante caída en los volúmenes demandados iba a producir un colapso en los precios, aunque la OPEP+ hubiera mostrado coherencia y unidad para sostener los cortes productivos.

La guerra de precios entre los árabes y los rusos para defender y ganar market share agravó el problema, pero sin ese enfrentamiento los precios igual hubieran descendido hasta el cuarto subsuelo, en lugar del quinto. Si las negociaciones promovidas por el presidente Donald Trump para que Rusia y Arabia Saudita desistan de esta guerra predatoria y negocien nuevos acuerdos dan resultados, las cotizaciones seguirán sin recuperarse y con mucha volatilidad hasta que la economía mundial muestre nuevos signos vitales y sea posible prever la trayectoria del sendero de su recuperación.

El nivel de inventarios supera máximos históricos y ralentiza el proceso de recuperación de precios. Superada la pandemia, y sin perjuicio de los cambios estructurales que sobrevendrán en el aparato productivo mundial (que pueden anticipar el pico de demanda petrolera mundial), productores y compradores de petróleo (mercados de futuro y opciones incluidos) restablecerán condiciones de negociación tendientes a reducir la volatilidad de los precios y a encontrar un nuevo precio de equilibrio que contemple el break even (precio de equilibrio que recupera costos) de producciones necesarias para satisfacer la demanda recompuesta aliviando la dependencia fiscal que muchos países productores tienen de la explotación del recurso.

Qué hacer con el petróleo en la Argentina

¿Qué hacer en la Argentina, país con petróleo, que se autoabastece, y que con las referencias de precios previas a la pandemia podía duplicar su producción con destino a la exportación en un lustro?

Con las actuales cotizaciones del barril, la explotación petrolera en la Argentina se hace inviable para nuevos proyectos. Los existentes operan con costos marginales que en algunos casos superan los actuales precios de referencia internacional.

El reclamo de las provincias que pierden ingresos por regalías, el de los sectores gremiales que pierden puestos de trabajo, y el de las empresas que hundieron capital y pueden perder plata, es unánime: la excepcionalidad requiere también medidas excepcionales. Las medidas que se reclaman en proyectos de leyes ya presentados en las Cámaras plantean básicamente flexibilizar el régimen de retenciones que gravan las exportaciones y establecer un precio sostén para el barril producido en la Argentina.

El barril criollo fue la regla, no la excepción

Lo primero que hay que entender para evaluar las propuestas es que en el negocio petrolero gira en torno a la apropiación y distribución de la renta de un recurso natural. La renta está fijada por la relación precio/costo de producir un barril.

En condiciones normales un país con las características productivas del nuestro es tomador de precios y debe concentrarse en los costos para que haya renta a repartir y se multipliquen las inversiones. Las retenciones interfieren el sistema de precios, reduciendo las referencias del precio internacional para el barril de producción nacional. Los aranceles de importación otorgan un plus al precio doméstico. La retención baja el techo, el arancel sube el piso respecto a la referencia de mercado.

Por retenciones o por precio sostén (con restricciones de importar que logran los efectos de un arancel) la Argentina ha estado divorciada de las referencias internacionales desde el 2002 a la fecha (salvo unos pocos meses en el 2018 cuando se recuperó el alineamiento).

Es decir, el “barril criollo ha sido la regla, no la excepción. Hay barril criollo cuando los consumidores subsidian a los productores pagando precios de los combustibles superiores a los del mercado internacional, y hay barril criollo cuando los productores subsidian la cadena de valor aguas abajo.

Tres medidas para evitar el colapso de la industria

Como son las referencias internacionales de precios las que tarde o temprano se imponen y gobiernan las decisiones de inversión en la industria, en la excepcionalidad de la presente depresión económica mundial, las medidas conducentes para minimizar distorsiones y evitar el colapso de la industria local son:

  • 1) Apertura de una mesa petrolera para negociar entre los actores de la renta reducciones de costos (regalías diferenciales y decrecientes en función de la productividad de los pozos, tasa de ingresos brutos, deducciones en ganancias, mecanismos de acceso a financiamiento que reduzcan el riesgo país);
  • 2) Flexibilización/eliminación del régimen de retenciones a la exportación;
  • 3) Fijación temporaria de un precio de referencia local a complementarse con un mecanismo compensador para el caso que la cotización del barril supere esa referencia, siempre con el objetivo de, pasada la crisis, y compensado los saldos, volver a alinear los precios locales a los del mercado internacional.  
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