De los superávits gemelos a la caída del consumo

Era frecuente escuchar a Néstor Kirchner decir que la Argentina estaba en el infierno. Se refería al país que había recibido en mayo de 2003 y que estaba remontando durante su gobierno, creciendo a tasas chinas. En realidad, el infierno había empezado un par de años antes y fue cuando luego de congelar los depósitos de los ahorristas, declararse en default, pasar por cinco presidentes en 10 días, finalmente estalló la Convertibilidad. Esa bomba final, le sirvió a Duhalde para empezar de cero y a Kirchner para empezar de muy abajo. Con una mirada industrial atada a un tipo de cambio competitivo, festejada por la UIA y aceptada por la población en general, una impresionante quita de la deuda renegociada y con un alza en el precio de la soja que no dejaba de sorprender (pasó de u$s 360 en 2003 a u$s 600 en 2012), el kirchnerismo logró entre otras cosas, reducir más de 50% la tasa de desempleo, mantener durante años los superávits gemelos y cumplir con todos los compromisos de pago externos. Como la situación en general mejoró para el promedio de los argentinos era obvio que también mejoren las ventas. La fórmula era fácil: más trabajo y mayor poder adquisitivo, más consumo.


La UIA y economistas de diferentes líneas advertían ya por 2007 que al consumo hay que acompañarlo con medidas de largo plazo. El Gobierno, envalentonado, tal vez por el precio de la soja, no hizo caso. Apostó todas las fichas al consumo, frenó el tipo de cambio y ante la caída de las reservas buscó ayuda en países alternativos al mercado convencional: China y Rusia.


Pero el gasto público en ascenso, una inflación alta y prolongada, sumado a una soja que en dos años se derrumbó su valor más de 40%, hicieron lo que todos temían: caída de las reservas, dólar blue y freno en la creación de empleo, sólo para enumerar tres de las consecuencias negativas de gastar más de lo que se produce.


"En el caso de Argentina, entre 2002 y 2011, se experimentó un proceso virtuoso de recuperación industrial durante el cual el sector creció en torno del 90% y el incremento de la productividad llegó a casi el 40%", dice un informe que hoy publica este diario de la UIA y la OIT. El reporte señala que "a pesar de los progresos realizados, el cambio estructural todavía sigue siendo un proceso inconcluso".

Hoy, además, se conocen los datos de la consultora especializada CCR, y muestran que el consumo en supermercados, hipermercados, locales de cercanía, comercios tradicionales y autoservicios cayó 1,4% en 2014. La cifra no es de temer, pero está claro que prende una luz de alerta: los datos están marcando así la primera baja en el sector desde el año 2002 cuando el país, como le gustaba decir a Néstor Kirchner, estaba en el infierno.


La Argentina de 2015 está lejos de ser la de 2002, pero tampoco es la de 2011, cuando Cristina fue reelecta con el 54% de los votos.

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