PUNTO DE VISTA

Davos, un paso más cerca de los mercados globales

La participación del Presidente Macri en el Foro de Davos (WEF por sus siglas en inglés) se inscribe en la decisión política de retomar relaciones con las potencias mundiales y los mercados financieros en general. Posiblemente su presencia no sea una condición indispensable para acceder a éstos pero no deja de ser una señal poderosa hacia los países y grupos a los que se busca acercarse.
Macri consiguió en Davos compromisos de inversión de Coca Cola por u$s 1000 millones, empresas petroleras (BP, Shell, Dow) y otros sectores (Facebook, Mitsubishi); el compromiso de EE.UU. de levantar el veto a líneas de crédito blandas de organismos multilaterales a la Argentina; acercamiento al FMI para una revisión de Artículo IV. Si bien son noticias positivas que implican comenzar a recibir inversión extranjera directa y financiamiento, no representan el real acceso al mercado global de capitales. Ese que se compone de los grandes ahorros mundiales canalizados a través de fondos de pensión, asset managers y hedgefunds. El stock de capital en poder de éstos es, hoy por hoy, considerablemente mayor al de cualquier otro sector de la economía global.
El principal obstáculo que separa a Argentina de ese financiamiento es la resolución del conflicto con los holdouts en las cortes de Nueva York. Destrabaría, a su vez, pagos adeudados a tenedores de bonos del canje 2005 o 2010, resolviendo el default técnico en que se encuentra el país desde julio de 2014. La situación crediticia actual llevó a que los bonos argentinos estén en manos de los fondos de alto retorno (highyield) y situaciones especiales (specialsituations) o distressed. Un espacio marginal comparado con el capital que manejan fondos con una administración del riesgo más conservadora para los que el default argentino ha sido una barrera.
Muchos de esos fondos enfocados en mercados emergentes toman como benchmark el índice EMBI Global del banco JP Morgan. Actualmente, el índice incluye aproximadamente u$s 650.000 millones de deuda soberana de países emergentes, que cumplen con los criterios de tamaño, plazo y legislación (en una jurisdicción miembro del G-7). Argentina representa solamente 1,60% y, dada su condición crediticia, muchos de estos fondos se encuentran además subinvertidos (su exposición a Argentina es menor al 1,60%). El componente argentino del índice podría aumentar a través de la emisión de nueva deuda (dentro de los criterios mencionados), ceterisparibus. Así, los fondos que siguen ese benchmark se verían obligados a replicar ese aumento y comprar bonos argentinos. Sucede que Argentina está virtualmente imposibilitada de emitir nueva deuda dentro de los parámetros requeridos tanto por el alto costo que implicaría como por la imposibilidad de emitir bajo una legislación que no sea la local.
Argentina, segunda economía de la región (u$s 538.000 millones), aún pesa menos que Venezuela (3,5%, u$s 381.000 millones), Colombia (2,9%, u$s 377.000 millones), Chile (2,7%, u$s 260.000 millones), Perú (2,1%, u$s 202.000 millones) y prácticamente lo mismo que Uruguay (1,4%), cuyo PBI es un décimo del de la Argentina. Brasil tiene un peso de 5,1%, licuado por la baja generalizada en el precio de sus activos. No sería descabellado que Argentina pudiera aumentar significativamente su peso en el índice.Duplicar su peso implicaría una demanda de u$s 10.000 millones; triplicarlo, 20.000 millones. Más aún, si los administradores creyeran convenientesobreinvertir en Argentina (overweight), la demanda sería aún mayor. Esta estimación refiere únicamente a los administradores que siguen aquel índice, sólo un porcentaje del total disponible.
Por todo lo anterior, el paso de la Argentina por Davos fue una señal poderosa pero no la solución al mayor obstáculo para que los capitales financieros mundiales vuelvan a comprar riesgo argentino en masa. Por eso, no es de extrañar que las buenas noticias recibidas desde Suiza la semana pasada hayan tenido un impacto moderado en el precio de los activos locales. El catalizador real que los mercados están esperando vendrá desde Nueva York, no desde Davos.

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