Davos: Macri vuela a territorio hostil

El presidente Mauricio Macri decidió participar de la reunión empresarial mundial que todos los años castiga a los habitantes del pequeño poblado ubicado en el cantón de grisones en suiza, famoso por el debate de los filósofos Martín Heideger y Emanuel Levinas -antecesor de otro Levinas nativo, filósofo también que expone ideas en un programa de chimentos políticos- a propósito de la vigencia del pensamiento de Emanuel Kant. La guerra que ya se estaba haciendo sentir terminó con la discusión que entusiasmaba a los habitantes de Davos, los europeos se encantaron con un fuhrer que prometía orden, disciplina, terminar con la anarquía bolchevique en Alemania. El presidente de los Estados Unidos Teodoro Rooselvelt viajó a Europa para terminar con la locura, apenas consiguió el soporte de Churchill, después de los soviéticos que antes habían abrazado a los nazis (acuerdo molotov-ribentropp ). Por las dudas dejó una gran cantidad de bases militares en el territorio europeo -sobre todo aeronavales- que de paso les cae de maravillas a los líderes políticos por las cuotas anuales que siguen pagando en concepto de alquileres permanentes, desde alemania hasta Portugal pasando por el revolucionario gobierno griego.

Los once mil habitantes de Davos, donde se habla solamente alemán, soportan año tras año el turismo excéntrico de los millonarios mundiales que durante un par de semanas observan las peleas de los policías suizos tratando de contener a los piqueteros antisistemas que se congregan como actores secundarios en la reunión. Finalmente los vidrios, autos, destrozos en general son chauchas para semejante concentración de poder económico financiero.

Desde 2002 se asociaron los líderes políticos a la multitud de empresarios y periodistas que congrega la reunión, como si fuera un imán para los negocios, particularmente los líderes políticos europeos que llevan años hundiendo a la economía, maltratando a la población mas endeble. Un foco de atención mundial repleto de los medios masivos de comunicación es un postre que ningún político rechaza, de Italia o de Argentina.
El aeropuerto mas cercano es Zurich, una ciudad que evoca recuerdos ingratos para nuestro país, provocados por la señora Loretta E. Lynch que "solicitó permiso" a las autoridades de Suiza para llevarse presos a un conjunto de especialistas hábiles con la pelota que no consiguieron triunfar en el lavado de dinero. El Baur au lac, lujoso albergue que lleva años recibiendo a otros argentinos que no cargan con semejante cv, soportó por días la presencia insólita para la cultura local de hombre y mujeres con la leyenda FBI en la espalda que modificaban el status de los pasajeros, de príncipes a delincuentes, algunos argentinos.

Europa es un territorio de guerra, hostil a la Argentina, pero con buenos modales. La correcta decisión del presidente Macri de asistir a la reunión empresaria de Davos merece algunas consideraciones que quizá lo obliguen a respuestas incómodas aunque no formen parte del tema específico, que sobre todo es la presentación en la sociedad mundial. ¿Pero no es ese uno de los puntos sobresalientes en la vida de un Presidente: reuniones políticas permanentes y en el más alto nivel para fortalecer la imagen del país?
Como jefe de Gobierno, Macri debía destinar el ochenta por ciento del tiempo a la gestión; hoy como Presidente ese mismo porcentaje lo debe ocupar en los grandes temas de la política mundial para demostrar a la comunidad internacional que el kirchenrismo fue solo un mal pasajero, que la hoja de ruta del país no pasa por Caracas y menos por La Habana.

Para la Argentina, Europa es el rechazo a la producción primaria local institucionalizado en la PAC (Política Agraria Común), un sistema que le permite al siete por ciento de la población europea gozar de beneficios impositivos, aportes financieros de los gobiernos y sobre todo frenar la competencia externa.
No es todo. Europa se ha hecho cargo de la falsa soberanía sobre las Islas Malvinas que proclama Gran Bretaña a través del estatuto de Lisboa, que comenzó a regir en 2009 aumentando las ambiciones de Londres, ahora extendidas a las Islas Sándwich y Orcadas del Sur, con proyección antártica. A propósito, ¿quienes eran los embajadores argentinos en Portugal y España cuando los ingleses consiguieron semejante triunfo diplomático?

Mauricio Macri comenzó el 10 de diciembre de 2015 un ciclo político institucional de cuatro años que tiene las condiciones necesarias previas para convertirse en exitoso. Curioso en algún sentido, por la carencia de oposición voluminosa como ha ocurrido con sus antecesores en el cargo. De los dos partidos tradicionales que han dominado la vida político-institucional del país en las últimas décadas, es poco lo que queda, apenas algo de borra en un vaso que supo de glorias. Uno de ellos, la Unión Cívica Radical, forma parte del propio gobierno de Macri y el otro, el peronismo, también quiere formar parte. En los bordes, apenas se nota algo del kirchnerismo ortodoxo que a todos conviene que continúe con vida. Los malos ejemplos son necesarios para mantener -por comparación- la vigencia del camino correcto.

Pero además de las condiciones está el propio Macri, un hombre con cierto espíritu indomable que tiene una admirable vocación para el éxito. Sostuvo sus convicciones cuando la presión del circulo rojo por asociarlo con el sobresaliente Massa se tornaba asfixiante; no le tembló el pulso cuando enfrentó a una grieta partidaria con nombre de mujer; impuso a un delfín que no gozaba de las mejores cualidades electorales; trabajó de manera incansable para triunfar en las elecciones de la Ciudad y ubicar a su sucesor, frenando en la segunda vuelta al desprejuiciado Lousteau, un joven que proclama el fin de las ideologías y así logró pasar de Felipe Solá a Kirchner y ahora a Macri. Se lleva una embajada bajo el brazo a pesar de la crisis que generó con su creación anti-campo conocida como la 125.

Por lo tanto, Macri solo puede esperar inconvenientes del lado del fuego amigo. La prudencia pasa entonces al primer plano del gobernante para enfrentar el riesgo. Si Macri recuerda a Aristóteles, sabrá que se trata de una virtud que llega con los años. Si también leyó a Platon tendrá de aliada a la prudencia como la virtud necesaria para superar dificultades. El caso es que no siga agregando gotas a un vaso casi vacío después de los tropezones del comienzo.

Davos como primera presentación internacional del nuevo Presidente, es una buena decisión de Macri -allí no debe soportar a Delcy Rodríguez- que conviene ponderar debidamente, las reuniones importantes no se realizan en el centro de convenciones, los empresarios pesados eligen hoteles discretos donde los políticos no llegan.

Todavía no se conoce la agenda, tampoco el equipo que asistirá al presidente. ¿Hay equipo? Con Malcorra no puede contar, salvo la introducción de algún tema vinculado con asuntos administrativos internacionales que por lo general no forma parte del interés del Foro Económico.

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