¿Cuánta deuda externa es demasiado?

A lo largo del discurso del miércoles pasado Mauricio Macri mencionó dos veces la palabra deuda. La primera referida a la deuda con los jubilados que el gobierno reconoció mediante la llamada ley de Reparación Histórica. La segunda en relación al Plan Belgrano con el que dijo estar empezando a saldar una deuda histórica con las provincias del norte. Pero en el único y brevísimo párrafo que le dedicó a un tema tan crucial como la deuda externa pública no mencionó la palabra deuda. En ese corto párrafo se limitó a reivindicar el pago a los fondos buitres, señaló que eso generó credibilidad internacional, y se jactó de que "hoy el país se financia en el mercado a tasas menores".

Se había explayado al respecto unos días antes en un reportaje de Canal 9. "El mundo nos está apoyando; nos está prestando u$s 50.000 millones por año para refinanciar lo que vence y endeudarnos un poco más hasta que vayamos ordenándolo".

Dado que la historia de la Argentina enseña que la mayoría de las crisis fueron causadas por problemas en las cuentas externas, siempre es oportuno estar atento al nivel de la deuda externa en general, y en particular de la deuda externa pública.

La liviandad con la que el Presidente habla de tomar deuda por decenas de miles de millones de dólares -la única lluvia de dólares que ha llegado hasta el momento-, se explica por el convencimiento oficial de que gracias a la herencia recibida de bajísimo endeudamiento hay mucho margen para aprovechar. El ministro Nicolás Caputo dijo hace un par de meses que "estamos lejísimos de cualquier número preocupante", y aseguró que "la deuda no será un problema mientras estemos aquí". Sus proyecciones son que al final del mandato de Macri la deuda externa con privados y organismos multilaterales oscilará en el equivalente al 40% del PBI, una relación "mucho más baja que los países de la región".

Eso siempre y cuando se cumplan sus supuestos. Por empezar, el sendero de déficit fiscal que presentó Nicolás Dujovne es más ancho que el previsto por Alfonso Prat-Gay, lo que agrega necesidades de financiamiento externo para los próximos años.

Además, como señala el último informe de Contexto, "de la evolución de la cuenta corriente cambiaria emergen algunas señales de precaución". Subraya que "a pesar de la contracción económica, su resultado está consolidándose en terreno fuertemente negativo", y destacan puntualmente el creciente gasto en turismo y la enorme dolarización de ahorros. Y para el futuro advierte que "si la economía logra reactivar su nivel de actividad, deberá enfrentarse, incluso sin un deterioro de la competitividad cambiaria, a una mayor salida de dólares por el lado comercial, dada la eventual mayor necesidad de divisas para efectuar importaciones".
Mucho más si, como todo indica, en lo inmediato habrá mayor deterioro de la competitividad cambiaria, que en buena medida es consecuencia de la mayor oferta de dólares por el endeudamiento. Lo reconoció el propio Macri en el citado reportaje: "Si nos financiamos con dólares, el dólar se cae y todo lo importado es más barato".

Por más que en público lo nieguen, en el gobierno hay preocupación por la caída del tipo de cambio real. Según la mirada de un funcionario de acceso diario al Presidente "peor sería si no hubiera dolarización de carteras". Paradoja: la demanda de dólares que se fugan para atesoramiento ayuda a atenuar el incentivo a comprarlos.
El economista surcoreano Ha-Joon Chang es una autoridad en temas de desarrollo y con varios best sellers publicados. En una entrevista que le hizo el mes pasado el sitio de periodismo Truthout le preguntaron: ¿Cuánta deuda pública es demasiado? "Por supuesto que una deuda excesiva puede ser un problema, pero qué es excesivo depende mucho del país y de las circunstancias. Por ejemplo, la deuda de Japón equivale al 248% de su PBI, pero nadie dice que eso sea peligroso. Que la deuda pública sea buena o mala depende de cuándo fue tomada (mejor si es durante una caída de la economía), de cómo se le utilice (mejor si es usada para inversión en infraestructura, investigación, educación y salud que en gastos militares o en construir monumentos inútiles), y depende de quién tiene la acreencia (mejor si son ciudadanos del país porque acota el peligro de una corrida)".
El actual endeudamiento argentino no encaja del todo bien en los criterios de Ha-Joon Chang, por más que Macri y Dujovne puedan argumentar que si no fuera por el endeudamiento ellos se verían obligados a un ajuste fiscal más salvaje.

Lo cierto es que en la Argentina del eterno péndulo, se pasó del desendeudamiento dogmático kirchnerista a la liviandad endeudadora del macrismo.

En lo que sí coinciden es en el desentendimiento para ir resolviendo las razones estructurales que recurrentemente llevan al país a chocar contra la restricción externa. El kirchnerismo desperdició un contexto internacional muy favorable para mejorar condiciones. El macrismo hizo poco y nada hasta ahora, y en el discurso del miércoles el tema quedó en deuda.

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