Contraindicación: la falta de certeza sobre la vacuna puede provocar angustia

El precario escenario económico por el que transita la Argentina en el final del año muestra al Gobierno activando recursos para contener un descontento social que ayer parió una preocupación extra que comenzó a gestar hace nueve meses, cuando se inició la cuarentena: la falta de certeza sobre la llegada de una vacuna eficaz para prevenir el coronavirus  en toda la población.

El nuevo acercamiento con los gremios, el acuerdo salarial con los estatales, el anuncio de bonos de fin de año, la postergación del aumento de las tarifas y el operativo para controlar precios forman parte de un combo con el que se busca amortiguar los efectos del derrumbe del 10,5% anual que proyecta la economía nacional para 2020, según la Cepal; el recorte de planes sociales; la pérdida de puestos de trabajo y la caída del poder adquisitivo, ante una inflación que corre por encima de los sueldos.

En el horizonte, el rebote técnico que experimentará la economía mundial mostrará al país con una recuperación de un 4,9% en 2021. Pero el pronóstico de la Cepal también llegó acompañado de una advertencia: ese escenario podría empeorar ante un rebrote de coronavirus  y la demora en la disponibilidad de la vacuna, el panorama más complejo para un Gobierno que, sin la posibilidad de ofrecer buenas noticias desde lo económico, apostó su capital político a la contención sanitaria.

Hoy, mientras el ritmo de contagios retoma impulso y la llegada de una segunda ola de Covid-19 al país parece inexorable, el arribo y distribución de una vacuna eficaz solo acumula dudas. Caído el acuerdo con Pfizer por razones aún no del todo claras y con AstraZeneca en etapa experimental, el Gobierno buscó acelerar la llegada de la vacuna rusa Sputnik V  para, al menos, cumplir con parte de la promesa presidencial e iniciar la inoculación antes de fin de año.

Pero el propio mandatario ruso Vladimir Putin dejó al presidente Alberto Fernández mal parado, al advertir que él mismo no se la había aplicado porque no estaba recomendada para mayores de 60 años. Un rango etario en el que ingresa toda la población de riesgo, incluyendo al propio Fernández y al ministro de Salud, Ginés González García, quienes expresaron públicamente su absoluta seguridad en la vacuna y aseguraron que serían los primeros en recibir la aplicación.

Es posible que la Sputnik V  cumpla, finalmente, con los requisitos necesarios para proteger la salud de los adultos mayores ante el coronavirus y puedan estar entre las 10 millones de personas que se pretende vacunar en los dos próximos meses, pero esa garantía aún no fue otorgada siquiera por las autoridades rusas, por lo que el anuncio fue cuanto menos apresurado.

El apuro por recrear confianza con gestos y anuncios incumplidos puede resultar un boomerang peligroso. La llegada de la pandemia y el proceso de aislamiento y distanciamiento generaron mucha angustia en la sociedad. La posibilidad de una salida de esta terrible enfermedad no debería multiplicarla.

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