PUNTO DE VISTA

Con paros y huelgas, la CGT orienta sus acciones dentro de la campaña

Todo está alcanzado o teñido por el año electoral y es probable que la CGT comience a elaborar su estrategia 2019 en función de las necesidades que requieren los distintas agrupaciones a las que se encuentran ligados en el ámbito político dentro de la campaña.

La dirigencia sindical ha tenido la habilidad de extender sus lazos y sus alcances a ámbitos que le son extraños como la legislatura, las campañas de gobernadores e intendentes, y el poder judicial. En todos los ámbitos, dirigentes y representantes gremiales o sus acólitos brindarán apoyo a sus candidatos con recursos estratégicos, logísticos, económicos, y personales.

Ya se sabe que existe una negativa general de la CGT y de los legisladores justicialistas a cualquier iniciativa del Poder Ejecutivo que se relacione con la mentada reforma laboral, de modo tal, que en el Parlamento por lo menos, es imposible generar iniciativas en tal sentido.

La negociación de los convenios colectivos comienzan en marzo y abril con efectos a partir del segundo cuatrimestre, y se escuchan versiones que vuelven a indicar que habrá otro nuevo bono a cuenta de las paritarias, para atenuar los efectos de la inflación del primer trimestre que impactará en forma negativa en la canasta familiar.

Recordemos que salvo excepciones, los aumentos operaron durante el segundo semestre del año pasado, y por medio de las cláusulas de revisión (ex cláusulas gatillo) reajustaron en enero de este año en función de la inflación, o en cuotas. Solo el 37% de los gremios pudo igualar la inflación, el resto aumentaron los salarios entre el 34 y el 40%, o sea por debajo del IPC oficial del Indec.

En rigor, de la necesidad de bolsillo de $ 25.000 del grupo familiar primario pasaremos a $ 30.000 a mitad de año. A su vez, la negociación tiene una deuda del pasado para muchos acuerdos, que no lograron equiparar la inflación de 2018, aun con la cláusula de revisión.

Muchos gremios reclamarán la deuda como es el caso de los sindicatos docentes. Ningún sindicato aceptará, según el consenso generalizado entre los dirigentes gremiales que la categoría mínima del convenio colectivo esté por debajo de la canasta familiar.

Si la canasta se ubicará en junio o julio en $ 30.000 de bolsillo, el mínimo convencional bruto rondará los $ 37.000. Si bien estos números son aspiracionales, obedecen a una lógica elemental, los convenios no pueden contar con retribuciones por debajo del nivel de subsistencia. O lo que es lo mismo, ningún salario de convenio podrá instalarse dentro del nivel de pobreza.

Irónicamente, el Salario Mínimo Vital y Móvil ($ 11.300) está dentro del nivel de pobreza y en menos de la mitad de la canasta familiar publicada por el Indec. Supuestamente, este monto es el mínimo indispensable para las necesidades del grupo familiar.

En todos estos ámbitos el gobierno nacional tendrá frentes abiertos. Para la central obreraes inaceptable otro bono porque vacía de contenido -por lo menos en parte- a la negociación de salarios de los convenios colectivos, que por lo que hemos resumido, tendrán su propio protagonismo.

Los anteproyectos de reforma laboral ya fracasaron dos veces, y ahora, les espera un destino de máxima resistencia, si la CGT le pide a los legisladores que no se admita su tratamiento.

Todavía no se sabe muy bien dónde se podrá tomar la iniciativa sin que exista la necesidad de que la oposición preste su apoyo, pero sin dudas, si el Gobierno nacional desea lograr algún objetivo, lo deberá validar y legitimar en soledad.

Por último, uno de los ejes de la campaña opositora se apoyará en los resultados de la política económica, y en los objetivos planteados sobre inflación, déficit fiscal, y reactivación económica. En ese plano, seguramente volverán los paros generales de alto voltaje político, en la búsqueda de apoyo masivo y sobre todo, buscando la rebelión de la clase media que todavía duda sobre su voto.

Los conflictos laborales rondarán las empresas que se encuentran en crisis y estarán ligados a situaciones terminales, como también a la búsqueda de acuerdos convencionales que reúnan la inflación adeudada con la inflación de este año.

Entre los paros de la CGT, las huelgas por despidos o por crisis, y los originados en las negociaciones salariales, tendremos un año de máxima conflictividad.

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