Con Cristina ausente, el drama se trasladó a la campaña

El dato es que todos ven a Scioli a las puertas del ballotage. Y no se trata de las mediciones, que también lo hacen con distinto margen, sino de lo que transmiten los otros candidatos. Con diferencia de un día, en la Torre de las Naciones de Tigre y en la sede de gobierno de Bolívar 1 se percibió esta semana -en medio de las noticias extravagantes sobre Unen- que el gobernador la lleva bien y será el hombre a enfrentar en la segunda vuelta.

No se puede decir que la realidad esté acompañando la suerte de Scioli, de modo que el fenómeno es misterioso. Un repaso elemental que haría cualquier buen lector de diarios: la economía estancada, con una caída del PBI de -1,5/- 2% para el año según las estimaciones; retroceso en el nivel de empleo y avance de la desocupación en el tercer trimestre; caída del poder de compra del salario (hasta 10 puntos) y del consumo y una inflación que cerraría el año en más del 35%, en un cálculo benévolo. Todo esto con una presidenta (otra vez) ausente. Hay que recordar aquí que Scioli es candidato por el oficialismo.

El gobernador dice en privado que apuesta a un triunfo en primera vuelta. Algunos ríen ante esa idea. Scioli fue madurando el pronóstico en paralelo al acercamiento de La Cámpora, la agrupación de Máximo Kirchner. Pero lo cierto es que todavía falta para dar por hecho ese apoyo. "Yo no veo ninguna definición de los compañeros de La Cámpora", dice Emilio Pérsico, secretario de Agricultura familiar y uno de los responsables del Movimiento Evita, que promueve a su vez la candidatura de Jorge Taiana. Aunque el Evita está familiarizado hace tiempo con el gobierno bonaerense lo integra, Pérsico sorprende con una poco escuchada caracterización del papel de Scioli en el kirchnerismo: "Tengo mucho respeto por él. Es un compañero que ha respetado a ultranza el FPV. El problema es que representa un sector que es minoritario del frente". Kirchner no habría dicho tanto.

Si algo iguala al tridente Scioli-Macri-Massa es su relación psicológica con la figura de la Presidenta. Respeto sería decir poco. Es curiosa la persistencia de esa subordinación en el cierre de un ciclo de doce años de gobierno, en el que él además no parece que prevalezca el concepto cambio.

El gobernador ya ha hecho saber que recién buscaría diferenciarse de lo que representa Cristina Kirchner en el tramo final de la carrera. Macri nunca perdió el equilibrio cuando se trata de la Presidenta y tampoco lo ha hecho últimamente. Y Massa aún tiene su caña de pescar hundida en la pecera del kirchnerismo, como le gusta decir al diputado, de la que espera todavía llevarse algo. El caso de Massa es el más dramático, porque en los hechos su triunfo del año pasado confirmó la derrota de cualquier desvío reeleccionista. Y sin embargo aquel Massa parece incluso más audaz que éste (hay un debate interno del que ya se va a escuchar hablar sobre cómo encauzar la relación pública con la Presidenta).

Por algún motivo los tres aún le temen a ella, de lo que se desprende que la Presidenta podría sellar el quiero terminar tranquila que anhela desde la época de la extirpación de la tiroides. Pero no hay paz que dure en la Argentina, como ya puede verse en el interés de la Justicia en la causa Lázaro Báez.

El drama de Frente Amplio Unen sin embargo dominó el escenario, como ocurre con las sagas en las que suelen verse envueltos los radicales. Es imposible no advertir en la declinación del radicalismo la transfiguración que sufrió la clase media argentina en las últimas tres décadas, período iniciado con la UCR en el poder, por extraña paradoja. Hay una distorsión entre lo que el radicalismo cree representar y lo que de verdad representa. Tarea de sociólogos.

Tanto en el PRO como en el Frente Renovador quisieron verse beneficiarios de buenas noticias.

El macrismo temió de verdad que la reunión inorgánica de los radicales en San Fernando terminara por impulsar una interna abierta de toda la oposición, una iniciativa alentada por Gerardo Morales en la que escondía libreto Sergio Massa. No quedó claro qué preocupaba más al PRO: si tener que rechazar la propuesta radical y de este modo cargar con la responsabilidad del fracaso o simplemente enfrentar a Massa.

El massismo se inclinó por una lectura más lineal del acuerdo radical. "Si no cierran una fórmula competitiva para marzo, las deserciones en los distritos van a ser masivas", dicen allí.

Elisa Carrió, para el final. La diputada no repara en ningún costo político ni personal, como muestra su rica y vertiginosa carrera política. Sin embargo confunde a menudo sus ansias legítimas de cambiar la realidad con el simple deseo de acabar con ella. La sociedad en ocasiones la premia.

En el macrismo no saben bien qué harán con Carrió, pero en silencio la esperan. Como advirtió el principal operador político de ese espacio: "Ella está decidida a ganar".

Temas relacionados
Más noticias de Cristina Kirchner
Noticias de tu interés