Cómplice o boludo, el dilema de este tiempo que plantea el kirchnerismo post Báez

Un fantasma recorre al kirchnerismo y es el fantasma de la corrupción. La discusión posterior a la difusión de las imágenes de los socios de Néstor y Cristina contando dólares en La Rosadita con la calma que solo otorga la impunidad salió a la superficie con la violencia de la erupción de un volcán. Ahora son la gobernadora Alicia Kirchner, el cuestionado empresario K, Lázaro Báez, y el titular de la Auditoría General de la Nación y ex jefe de la AFIP, Ricardo Echegaray, quienes discuten en público los trapos sucios de una gestión cuyos responsables (empezando por la ex presidenta) comenzarán a desfilar por Tribunales en las próximas semanas.

Pero una versión más cruda de esta misma disputa tiene lugar puertas adentro del Congreso y del peronismo, donde los dirigentes que acompañaron políticamente al gobierno anterior se preguntan cuánto tiempo podrán resistir defendiendo el modelo de ejercicio del poder que las imágenes de TV transforman en indefendible. Un senador influyente del PJ la plantea del siguiente modo: "Cuando veo en la tele a los Báez contando dólares, sé que sólo tenemos dos opciones. O fuimos cómplices o fuimos boludos...", señala con una metáfora de fácil comprensión. Ese es el dilema más escuchado en las oficinas del principal partido de la oposición. Es que el nivel de sospecha que crece sin cesar sobre los empresarios amigos del kirchnerismo es de tal magnitud que no les permite margen de despegue a aquellos dirigentes que alegan no haber participado del festival de despilfarro con fondos del Estado.

Guillermo Moreno suele aclarar que no hay denuncias por corrupción contra su figura y jura no tener nada que ver con Lázaro Báez. El ex ministro de Economía, Axel Kicilloff, siempre se preocupó en señalar que él no era ni se parecía a su antecesor, Amado Boudou. Y los ejemplos se suman a raudales. El kirchnerismo va camino a quedar impregnado de la oscuridad de la corrupción como le sucedió al menemismo. Y los que no quieren que sus nombres queden asociados a los contadores de billetes buscan en el universo flexible del peronismo algún planeta donde ponerse a salvo.

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