Christine Lagarde y su política al mando del Banco Central Europeo

Este jueves el Banco Central Europeo  (BCE) llevó a cabo la reunión de política monetaria correspondiente al mes de enero. La misma generó gran expectativa, dado que era la primera de 2020 bajo el mando de la nueva Presidenta, Christine Lagarde. La principal pregunta que se le planteaba a los mercados antes de este encuentro era la siguiente: ¿Se mantendrá la visión macroeconómica de lento crecimiento con  baja inflación y, por lo tanto, la actual política monetaria de estímulo? El análisis de la “Conferencia de Prensa realizada por la Presidenta al cierre del meeting  permite responder a la pregunta en cuestión.

Respecto al escenario base de la entidad, claramente permanece la visión anterior; esto es, el crecimiento de la Euroárea sigue siendo “moderado (1,2% en 2019) - especialmente por la debilidad del sector manufacturero- mientras que la inflación (1,0% anual) permanece por debajo del objetivo de la tasa de  entidad  “próxima pero menor a un 2,0%. Dada esta visión, lógicamente, el BCE mantuvo los estímulos monetarios vigentes a la fecha: tasa de interés de referencia en su mínimo histórico del 0.0%, inyección mensual de liquidez por 20 mil millones de euros (0,5% de la base monetaria) y reinversión de  los vencimientos de capital e intereses de sus actuales tenencias de activos monetarios. Más aún, la entidad afirma que mantendrá esta estrategia todo el tiempo que fuera necesario hasta que la inflación presente y las respectivas expectativas futuras converjan hacia el objetivo mencionado.

Respecto a las perspectivas de crecimiento (según el FMI, 1,3% y 1,4% para 2020 y 2021 respectivamente), los riesgos “a la baja se encuentran principalmente en: desaceleración global, debilidad del comercio internacional  -debido, principalmente, a la disputa  China/ EE UU- proteccionismo, conflictos geopolíticos internacionales y vulnerabilidades de los mercados emergentes. Por su parte, dentro de  los factores positivos deben mencionarse entre otros: condiciones favorables de financiamiento por volumen y bajas tasas, disminución del desempleo, suba de salarios y, en algunas economías, posiciones fiscales de estímulo. Ponderando los riesgos, la entidad sostiene que se mantiene una mayor probabilidad a la baja; aunque leve y menor que en los meses recientes.

Por último, pero de fundamental importancia, el BCE sostiene que los estímulos monetarios –ya en el límite de sus posibilidades- no serán suficientes para salir del actual “moderado crecimiento. Reclama, entonces, que aquellos países que presenten situaciones fiscales positivas -o levemente negativas- coadyuven a un mayor dinamismo de expansión con aumentos del gasto público; especialmente en inversiones que aumenten la productividad del sector privado.

En síntesis, la autoridad monetaria europea coincide con el resto de las economías desarrolladas, las cuales, para salir de la desaceleración global 2019 (crecimiento 2,9%), sostienen que es necesario mantener e, incluso, profundizar los estímulos monetarios de bajísimas tasas de interés y continua inyección monetaria, acompañados de políticas fiscales expansivas, siempre que no generen desequilibrios en las cuentas públicas. Si este fuera el caso, es altamente posible que en  2020 veamos la salida de la mencionada desaceleración; con un crecimiento proyectado por el FMI del orden del 3,6% acompañado de muy bajos costos de endeudamiento.

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