Cambio político en Brasil: abajo la ideología, arriba el pragmatismo "militar"

En el mes de febrero, el gobierno de Jair Bolsonaro tomó algunas medidas que disminuyeron fuertemente la influencia en el gobierno de los “olavistas (la línea ideológica de derecha liderada por el filósofo Olavo de Carvalho, cercano a Steve Bannon y seguida de cerca por parte del grupo íntimo del presidente como el propio hijo Eduardo Bolsonaro).

En primer lugar, se destaca Filipe Martins, el asesor estrella de política internacional que perdió muchos de los atributos que lo convirtieron en uno de los principales asesores del presidente. En segundo lugar, la salida de Onyx Lorenzoni, jefe de la Casa Civil, quien en el último año se había aproximado fuertemente a este grupo debido a su necesidad de supervivencia política, pero que a lo largo de los últimos meses vio cómo su cartera ministerial fue vaciada hasta que el presidente decidió reasignarlo al Ministerio de Ciudadanía, mucho menos relevante.

Al mismo tiempo, el nombramiento del general Braga Neto, que dice ser un cartesiano y positivista, al frente de la Casa Civil, un general que prácticamente gobernó el Estado de Rio de Janeiro durante su intervención federal entre el 2018 y 2019, así como la creciente influencia del general Ramos de la Secretaría de Gobierno; la decisión de retirar el Consejo Amazónico del poder del ministro de Medioambiente Salles en plena crisis por los incendios en el Amazonas y darle su liderazgo al vicepresidente general Mourão; y el aumento de las atribuciones del ministro militar de Infraestructura Tarcísio con los programas como el PPI de concesiones y privatizaciones por valor de más de U$D 50 mil millones que fueron excluidos justamente del área de Onyx Lorenzoni, indican de manera concluyente que el ala militar, que caminaba en silencio, está muy fortalecida.

A este grupo hay que agregar al general Augusto Heleno, jefe del Gabinete de Seguridad Institucional, quien ya desde el inicio del mandato de Bolsonaro viene siendo uno de los principales interlocutores de esta facción del gobierno con los demás poderes del Estado.

Al hacer el cambio de mando de la Casa Civil, el presidente Jair Bolsonaro expresó su incomodidad y desgaste frente al Congreso y la opinión pública con las peleas políticas palaciegas patrocinadas por la línea más ideológica dentro del Palacio de Planalto. Fue una señal directa a los “olavistas a través del desplazamiento de Onyx Lorenzoni, quien mantuvo una agenda personal centrada en la política de Rio Grande do Sul y por su aproximación al grupo ideológico, pese a haber sido uno de los colaboradores que estuvo en los inicios de la campaña de Bolsonaro a la presidencia.

Por esta razón, la decisión de colocar al general Braga Netto como el nuevo jefe de la Casa Civil se recibió en los pasillos de Brasilia como un blindaje del ala militar al presidente, pero también como un intento de aceleración del ritmo de la gestión del gobierno en un año electoral, por lo que, con el perfil militar del nuevo ministro, la intención explicita del presidente es darle al núcleo del poder ejecutivo una guía de más orden, disciplina y jerarquía. El objetivo es más gestión y apoyo a las reformas económicas y menos ambiciones personalistas.

La percepción en Brasilia es que se dio una clara señal de una nueva dirección en el gobierno, con una fuerte influencia de tres generales y amigos cercanos al presidente: el Ministro de Defensa, Fernando Azevedo e Silva; el ministro de la Secretaría de Gobierno, Luiz Eduardo Ramos; y el nuevo jefe de la Casa Civil, Braga Netto. Con este movimiento, Bolsonaro ha dado una señal clara de que quiere proteger al Palacio de Planalto de las influencias políticas más ideológicas.

Como resultado de este movimiento, el gobierno de Bolsonaro busca entrar en campaña para las elecciones municipales de este año con menos discurso ideológico y más gestión pública, intentando acelerar la agenda de reformas económicas y trabajando permanentemente en mejorar el diálogo con el Congreso, el cual comenzó este 2020 muy fortalecido, en parte gracias a las divisiones y disputas al interior del ejecutivo nacional.

Para Argentina y principalmente para el gobierno de Alberto Fernández, estos cambios deberían tener un impacto positivo debido a que justamente ha sido el ala militar con el vicepresidente Mourão a la cabeza quien ha llevado adelante una política exterior mucho más pragmática, explicitadas en las decisiones de aproximación a China, la intervención sobre el Amazonas durante la crisis medioambiental y la participación del general en la asunción del presidente Alberto Fernández como gesto de aproximación luego de que el presidente Bolsonaro apoyara explícitamente al ex presidente Macri durante las elecciones del 2019.

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