Arándanos, dólar y focus group: es clave lo que piensa Rozitchner de la economía

Los momentos más importantes, más plenos, más felices de nuestras vidas están vinculados con los afectos. Porque los sentimientos, las emociones son lo más real que tenemos. Y de eso está hecho el país. Una sociedad es una inmensa red afectiva". Son las palabras de Macri. Perdón. Son las palabras que leyó el presidente en su discurso, pero que escribió el funcionario-filósofo Alejandro Rozitchner para él.

Por obra de Rozitchner, el presidente Macri utilizó el ejemplo de los arándanos para evidenciar que las obras en infraestructuras resultan claves para las economías regionales, pero olvidó mencionar que según el Comité Argentino de Blueberries, si bien la producción y exportación de 2016 fueron récord, los productores terminaron con pérdidas.


Una sombra recorre los pasillos de la Casa Rosada. Esa presencia, que para algunos anida desde hace tiempo, parece tomar mayor peso y volumen a medida que pasan las horas. La "crisis", o lo que sea que convive en forma transversal con los principales funcionarios del país, no crece del aire sino que se alimenta del avasallante pesimismo que impera en la troup adicta a los globos amarillos. Siempre en clave económica, preocupa al Gobierno las encuestas de opinión. El dato es que por primera vez, todas coinciden en algo: cae la imagen del Gobierno pero más cae la expectativa a que se estará mejor en los próximos meses.

Es casi un triángulo perfecto: por un lado, la confianza en el Gobierno disminuye mientras que el pesimismo aumenta. Esas dos pendientes podrían cruzarse en breve, si la hipótesis del ministro Dujovne sobre el fin de la recesión no resulta del todo verosímil. Explica, por qué en la Casa Rosada hoy reinan la dictadura de los focus group sobre cualquier otra empresa; por qué, en lo que es una preocupante gráfica del aislacionismo, el presidente Macri vuelve a recurrir a los estudios de mercado para saber qué piensa la gente.

Mientras tanto, conscientes de que los números y proyecciones no dan, el Gobierno apostó a adelantar la puja electoral. De esa forma, se borró el efecto residual del correo-gate y las malogradas jubilaciones, se esmeriló el escenario económico y se lo metió de prepo en la polarización con los dos actores que siempre le han tributado a Cambiemos: Cristina y la CGT. No por nada, todas las declaraciones de funcionarios durante el fin de semana tienen a estos dos actores siempre en el epicentro de los argumentos.

Por ejemplo, Macri ordenó el último jueves a sus ministros Jorge Triaca (Trabajo) y Francisco Cabrera (Producción) que echen por tierra cualquier argumento que arriesguen los gremios utilizando las estadísticas oficiales. Además, instruyó que toda pulseada retórica sea llevada sin demora al terreno político-electoral donde el Gobierno se siente a salvo.

Más urgido que nunca por cumplir al pie de la letra los deberes, el ministro Cabrera criticó -con algo de demora- el fin de semana el llamado de la ex presidenta Cristina Fernández para sumarse a la marcha al advertir que "todo lo que se hace desde el kirchnerismo es desestabilizador", y calificó como "política" a la convocatoria de la CGT del próximo martes.

En cuanto al paro de hoy y mañana, como el "frente docente" resultaba un actor ambiguo que podía generar algo de costo político al Gobierno, se eligió a Roberto Baradel (con mayor imagen negativa) para polarizar. En rigor, y en lo que fue un ejercicio de improvisación por fuera de lo que le había preparado el filósofo y escriba oficial Alejandro Rozitchner, la "jugada" fue incluso puesta en escena por el presidente Macri durante el discurso de apertura de sesiones ordinarias en el Congreso.

El combo incluye tratar de reconquistar a los sectores de ingresos medios, sobre todo a aquellos que votaron a Cambiemos y se encontraron con un plan económico que se olvidó de ellos. Uno de los que salió a campear en esta zona fue el ministro de Agroindustria de la Nación, Ricardo Buryaile, quien aseguró que si bien en el país "hay problemas", la solución "no pasa por modificar solamente el tipo de cambio".

Se sabe: con el dólar planchado los que pierden son los industriales y los exportadores y es el sector financiero el que puede navegar el escenario sin problemas. Allá por febrero de 2016, el dólar cotizaba unos 20 centavos por encima de los $ 16, es decir que si se le aplica una inflación del 40%, esa cuenta arroja un número, para algunos escalofriante: $22. La duda es que pasará cuando se quiera retomar la senda alcista, porque en la City piensan que "quedó barato" y que si la jugada es bajar la inflación a fuerza de atraso, eso funciona mientras no haya incentivos para ajustar hacia arriba. La pregunta la hacen con respecto a los capitales que llegan del exterior, ya que antes tenían que permanecer un año en el país sí o sí mientras que cuando llegó el ministro Prat Gay se redujo a 120 días y con la aparición en escena de Nicolás Dujovne ya no es necesario que permanezca más de 24 horas. El resto es simple: si la tasa que paga el Banco Central supera la expectativa de inflación, la bicicleta no para de girar. Argentina potencia.

Para tomar una referencia de lo que está pasando en la Argentina con el ciclismo financiero basta hacer una comparación: mientras que en Estados Unidos hay que esperar un año para ganar un 2% en dólares, en la Argentina basta con aguantar un mes.
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