Alberto se prepara para darle algo más que señales a la industria

Es innegable que una parte del empresariado nacional, aquel que vive más pendiente de los vaivenes del mercado interno que de las chances de abrirse al mundo y exportar, tiene altas expectativas por la llegada de Alberto Fernández al poder. El presidente electo lo sabe y por eso aceptó participar en la Conferencia Industrial que todos los años organiza la Unión Industrial Argentina, un evento en el que se enhebrarán todos los temas que el futuro gobierno quiere poner en marcha: desde los instrumentos de política económica necesarios para dinamizar a la Argentina productiva, hasta los requerimientos para avanzar en la construcción de un diálogo social, materia para que la vendrá a aconsejar (una vez más), el ex presidente español Felipe González.

Es probable que la temática no sea original. Todos los gobiernos tienen objetivos similares, pero nunca logran concretarlos. Quien lo dice así es el propio González, que en su anterior visita a Buenos Aires pasó por la Casa Rosada para hablar con el presidente Mauricio Macri, y le confesó algo que es más que evidente: desde que dejó la función pública, en 1996, ha sido invitado decenas de veces en foros públicos y eventos privados para hablar sobre la gestación del Pacto de la Moncloa, pero si lo siguen haciendo es porque nunca los argentinos se han puesto de acuerdo para celebrarlo.

Es probable que Fernández envíe alguna señal sobre su equipo de gobierno, que debería estar completo en los primeros días de diciembre. Ya no es una novedad que Matías Kulfas tendrá a su cargo varias áreas que hoy están dentro del Ministerio de la Producción (menos Trabajo, que volverá a ser ministerio), como Industria, Comercio Interior y Exterior y Pymes, a la que podría sumarse Agricultura. Pero podría ser la oportunidad para anunciar la incorporación de uno de los ex presidentes de la UIA y actual diputado por el Frente Renovador, José Ignacio de Mendiguren, como futuro titular del Banco de la Nación Argentina. La oferta fue hecha, y si bien no se amolda del todo a los deseos del dirigente fabril (que prefiere trabajar en la construcción del acuerdo social desde el Congreso), la insistencia del presidente electo es grande y está a punto de rendir sus frutos.

Alberto seguramente pasará revista a las herramientas que está dispuesto a poner sobre la mesa industrial a partir del 10 de diciembre. No pronunciará la palabra congelamiento, pero quedará claro que tipo de gesto espera de los empresarios. También anticipará que habrá un cambio en la política crediticia y que en el rebalanceo fiscal que pondrá en marcha, buscarán margen para aplicar algunos incentivos fiscales que compensen el plus salarial no remunerativo que aplicarán por decreto.  

La hora de los gestos está terminando. El 10 de diciembre está a la vuelta de la esquina. 

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