Acuerdos políticos para volver a crecer

Paul Samuelson ya sostenía hacia 1980 que había cuatro clases de países: los desarrollados, los subdesarrollados, Japón que no tenia recursos naturales y era bastante difícil explicar como pudo crecer tanto en tan poco tiempo, y finalmente la Argentina, que tenía todos los recursos naturales y ya se perfilaba hacia 1910 como una gran potencia y, sin embargo, no pudo nunca sostener su expansión económica.

Es así como desde hace ya varias décadas que la economía de nuestro país viene retrocediendo en América Latina; hasta mediados del siglo pasado nuestra economía era la mas grande de toda la región cuando Brasil nos desplazó al segundo lugar, por su parte México nos desplazó al tercer lugar en la década del setenta. En un futuro no tan lejano el PBI de Colombia podría desplazar al nuestro al cuarto lugar.

Nuestro escaso crecimiento productivo ha impulsado el gran crecimiento de la pobreza en los últimos años, y ya se ha convertido en un fenómeno muy grave ya que la gran mayoría de la gente pobre hoy son en nuestro país verdaderos excluidos sociales. La gran desnutrición infantil más el bajo nivel educativo de más de la mitad de los niños y adolescentes son problemas que no podemos ignorar, y cuya superación exige un amplio acuerdo político que deje atrás las apetencias propias de la lucha por el poder.

Hace ya muchos años que Argentina dejo de avanzar por el sendero del crecimiento económico basamento esencial, aunque no suficiente, de la integración social de toda la población. Los períodos de nuestro crecimiento han sido muy cortos, como el último registrado entre el 2003 y el 2008, y ya hace casi una década que abruman en Argentina hechos muy negativos, entre los cuales destacamos un gran déficit fiscal, el estancamiento de las exportaciones, la ausencia de nuevas inversiones productivas, la prevalencia de empleos de baja calidad con pobre remuneración, el retroceso educativo, el aumento de la exclusión social y una de las mayores inflaciones del mundo moderno.

No es hora de discutir repartiendo las culpas del pasado, sino de enfrentar entre todos los argentinos la realidad presente y futura, prestando atención a lo que ha venido ocurriendo en el resto de los países de América Latina.

Entre 1980 y el 2017 pasaron casi cuarenta años, y hemos retrocedido mucho cuando comparamos con el resto de las naciones latinoamericanas, con la excepción de Venezuela. En este período fueron muchos los países latinoamericanos que incrementaron su PBI más que nosotros. Esta lista de países que avanzaron mas que nosotros incluye a Brasil, México, Colombia, Perú, y Chile. El rezago de nuestra actividad económica impidió la elevación del nivel de vida de la población, particularmente aquella crecientemente afectada por la pobreza y la indigencia.

Al mismo tiempo que nuestro PBI era el que menos crecía en América Latina nosotros consolidábamos nuestro liderazgo inflacionario, disputado en los últimos años únicamente por Venezuela. Nuestro muy bajo crecimiento productivo era la consecuencia lógica de nuestra pobre acumulación de capital productivo con escasas inversiones, así debilitamos la creación de nuevos empleos. Incidió negativamente en este proceso la alta magnitud de nuestro déficit fiscal (nacional y provincial) que pulverizó nuestro ahorro nacional neto. Todos los países latinoamericanos, nuevamente con la excepción de Venezuela, registran niveles de ahorro nacional notablemente superiores a los de nuestro país. El ahorro anual en estos países es nada menos que un 50% mayor al nuestro.

Si queremos abatir la pobreza, tenemos que expandir aceleradamente el PBI, para ello necesitamos mas inversiones realmente productivas, no aquellas propias de los posicionamientos financieros, mejor educación con igualdad de oportunidades para todos y expansión de las exportaciones. Pero si no reducimos en Argentina el enorme déficit fiscal, y así aumentamos el ahorro nacional, nada de esto podrá ocurrir, ya que no podremos abatir los actuales niveles de inflación.

La tarea que enfrentamos todos los que habitamos este suelo es muy grande, es hora de comenzar a dejar atrás las estériles rencillas sobre el pasado y ponernos de acuerdo sobre el porvenir. Sin una grandeza política, tanto por parte del oficialismo como de las fuerzas opositoras, que permite prestar atención al futuro será muy difícil retomar el perdido sendero del crecimiento económico y social.

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