La preocupación por los precios supera a la inseguridad
Desde que el mundo es mundo se explicó a través de la física y sus leyes. Si se conoce el estado de un objeto se puede predecir su comportamiento en el futuro. Salvo que se cuele la teoría del caos, que hace que una cosa, por más mínima que sea, puede hacer que todo lo que estaba previsto, cambie.
Cualquiera que conoce al Presidente Javier Milei asegura que se lo ve absolutamente convencido de cada paso que está dando. Imagina hasta el tiempo que cada situación puede tomarle. Piensa en sus adversarios, en su negociación, en los tiempos que le va imponiendo el reloj de una crisis que día a día se va comiendo el bolsillo de los argentinos, pero de la que él piensa salir airoso.
Cree que antes de la próxima primavera se verán los brotes del esfuerzo. No los pinta de verde como Macri, porque aquella idea durmió el sueño de los justos, pero los imagina florecientes y piensa en convertirse en héroe. No todo es predecible, no todo en la vida funciona como las agujas de un reloj. Con el efecto mariposa se analizan fenómenos sociales, como por ejemplo el Covid.
Todo estaba bien hasta que un hombre que había estado en Italia y España ingresó al país el primero de marzo del 2020 y realizó una consulta por dolor de garganta y fiebre. Resultado: dos años de pandemia, en Argentina: un año de encierro. A partir de ahí todo lo que el aislamiento provocó. Tal vez nada lo hubiese evitado. Si no era este caso iba a ser otro. Tal vez demoraba más en llegar si este hombre no subía a ese avión. Tal vez nunca pasaba nada.
En redes sociales una tendencia puede desencadenarse por un solo comentario negativo. La teoría del caos introduce un elemento de incertidumbre, más allá de que el universo en general siga obedeciendo a las cadenas de la causa y el efecto.
El pasado año electoral fue una muestra de eso. Nadie esperaba a Bullrich tercera. Nadie esperaba a Massa ganando. Nadie esperaba a Milei Presidente. Su forma de Gobierno no deja de sorprender. A propios y ajenos. Con pocos comparte sus decisiones. Fuera de su hermana y el jefe de Gabinete se mueve solo, con sus principios y reglas. Entre sus tiempos establecidos junio le indica que la baja de la inflación va a ser un hecho, que la unificación del tipo de cambio va ser un dato de la realidad.
Casi sin brecha, cree que la dolarización se va a dar de hecho sin necesidad de declararla todavía y que aquellos que le dieron la espalda volverán para comer de su mano. En Argentina creció exponencialmente la preocupación por la situación económica y se ubicó por encima de la preocupación por la inseguridad.
Según el monitoreo de opinión pública realizado por Proyección Consultores, mientras la cabeza de los argentinos tenía en el primer puesto de sus problemas, compartidos en partes iguales, la inflación y el delito, hoy los argentinos le asignan en un 63,6% el primer lugar a los aumentos generalizados de los precios de los alimentos, el 39,8% a los bajos salarios y a los ingresos familiares o personales, y recién el tercer lugar se asigna a la inseguridad y la delincuencia.
A todo esto se incluye entre los cinco primeros puestos al desempleo o al temor a quedar sin trabajo en el 19,3% de los consultados cuando antes, ni siquiera figuraba en tabla. En el mismo trabajo, frente a la pregunta de cuánto tiempo, los consultados creen que pueden esperar resultados antes de sacarle el apoyo al Presidente, un 19,9% respondió entre seis meses y un año, un 17,3% más de un año y un 14,4% entre tres y seis meses, mientras un 35% (claramente opositor) no está dispuesto a esperar nada.
Esto demuestra que de acá a solo 3 meses un 30% de los consultados esperan obtener algún tipo de mejora antes de que se les acabe la paciencia. El Gobierno está convencido de que la situación social está controlada. Creen que a las clases bajas se las asistió, que los jubilados venían mal hace tiempo y que esta gestión no es responsable más que de encontrar una fórmula de actualización de sus haberes que sea mejor.
Sobre la relación con los gobernadores y el Senado entienden que cuando sea el momento de votar la famosa ley ómnibus ya van a haber entendido que el camino del Presidente es el correcto. Sobre la clase media piensan parecido: "los gestos de recorte en la política les alcanzan para no salir a tirar piedras, aguantan, saben que es la única forma de sacar la Argentina adelante."
El borrador de la ley ómnibus ya está listo: Moratoria fiscal Blanqueo de bienes Bienes personales Impuestos internos (para determinadas industrias, no a las economías regionales) Transferencia de inmuebles. Ganancias Transparencia fiscal Impuesto a los premios de los juegos. El Presidente cree que a pesar de la resistencia, durante los próximos dos meses los mandatarios provinciales se van a convencer de la necesidad de acompañar.
Creen que el cuento del DNU va a pasar a la historia rápidamente y que la historia de la interna con la Vice, a la que más bien prefieren tener controlada que suelta, no hizo más que dar entretenimiento a jornadas políticas de alto voltaje.
A Milei no le importa que le digan que está loco. Creen que así es más fácil que le crean que va a hacer lo que dice y lo acompañen. Se pone sus propios tiempos. En junio los cambios, en julio los efectos y asegura que en agosto, el viento soplará a su favor.
Sabe que los argentinos vienen golpeados, que aguantan en un sórdido gemido de angustia. Confía en la salida. Solo pide suerte para que nada fuera de lo previsto suceda, sabe que hay mariposas y confía en que no hagan sentir sus efectos.
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