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La segunda temporada de "División Palermo" confirmó lo que muchos ya sospechábamos: la serie nos está dando un espejo más fiel de la realidad empresarial de lo que creemos. Porque, seamos sinceros, a veces la pyme se parece más a esa guardia urbana inclusiva que a la corporación de Wall Street que soñamos.

Nos reímos de los personajes de la serie porque, al final, es una forma de aliviar el camino. Nos permite ver con humor esas situaciones que, en la vida real, a veces nos sacan de quicio. Y es que, si lo pensamos bien, muchas de esas dinámicas disparatadas son sorprendentemente familiares en el día a día de una pyme.

Estas son 10 cosas en común entre la serie de Netflix que nos hizo reír y la pyme que nos hace vivir (y a veces sufrir):

1. El reclutamiento peculiar ("inclusivo" a la fuerza)

En la pyme, el reclutamiento a menudo se da por el "conocido de conocido" o por urgencia. El resultado es un equipo tan peculiar como la guardia de "División Palermo", con habilidades y compromisos muy dispares.

A veces, la presión por ser "woke" empuja a una "inclusión forzada", donde la diversidad es el fin, no el medio. La diversidad, en la pyme, es consecuencia de la urgencia y la red de contactos.

2. El "esto no es un club" que sí lo es

¿Cuántas veces escuchaste a un jefe gritar "¡Esto no es un club!"? Probablemente las mismas veces que viste que, en la práctica, la pyme funciona más como un grupo de amigos o parientes.

En "División Palermo", cuando el comisario García Reynoso intenta poner orden en la guardia urbana, se topa con la misma realidad: las relaciones personales se mezclan con las laborales, las decisiones se toman en el pasillo o en el asado. El jefe que pronuncia la frase es, paradójicamente, el primero en fomentar esa cultura, porque la pyme es su "club" privado.

3. Los parientes ineptos e inechables

Un clásico. Así como en la guardia hay personajes intocables, en la pyme existe el "pariente inepto e inechable". Ese primo o cuñado que está ahí "ayudando", que no produce, pero que no se puede tocar.

Su presencia es un lastre para la productividad y un golpe a la moral del equipo, que ve cómo el mérito es ignorado.

4. Cuantos más objetivos, peor el resultado

Una ley de la física aplicada a la gestión. En la pyme, la ambición es grande, pero los recursos limitados. Se quieren hacer mil cosas a la vez, y el resultado es que no se hace bien ninguna.

Como en "División Palermo", donde la misión se diluye en mil subtareas. Si dividís tu energía en demasiadas direcciones, la fuerza de impacto es mínima. La pyme lo vive a diario.

5. Falta de procesos claros y el "siempre lo hicimos así"

La operación se sostiene más por la urgencia y la memoria colectiva que por procedimientos establecidos. "Fulanito sabe cómo se hace" es la frase más común. Si intentás cambiar algo, te topás con el "siempre lo hicimos así".

En las pymes, la organización no aprende, no mejora. Solo convierte en reglas las cagadas. Las reglas, si existen, son para el 99% que hace las cosas bien, mientras el 1% problemático sigue impune. Es como en la guardia, donde la burocracia es un chiste y las decisiones se toman sobre la marcha.

6. Roles difusos y la multi-tarea forzada

¿Tu puesto dice "Analista de Marketing" pero terminás haciendo de cadete, de IT y de psicólogo del jefe? ¡Bienvenido a la pyme! Las funciones no están claramente definidas. Todos terminan haciendo tareas fuera de su puesto, por necesidad o falta de personal.

Es la multi-tarea forzada, donde la especialización es un lujo y la versatilidad una obligación. Como en "División Palermo", donde cada miembro termina involucrado en todo tipo de situaciones, ajenas a su "especialidad".

7. Gestión de crisis constante y la improvisación como norma

En la pyme, el día a día es una sucesión de imprevistos. Surgen incendios que requieren decisiones rápidas, sin información completa. La planificación estratégica es un concepto exótico; la improvisación, la norma.

Se vive en modo "bombero", apagando fuegos y reaccionando a lo que venga. ¿Te suena a la guardia de "División Palermo" resolviendo situaciones disparatadas con lo que tienen a mano? Exacto.

8. El desorden en la comunicación y el radiopasillo

Los mensajes se cruzan, las prioridades cambian y las instrucciones no siempre se transmiten con claridad. La comunicación formal es escasa; el radiopasillo, el canal más eficiente (y peligroso).

Los rumores vuelan, las interpretaciones son múltiples y la información clave se pierde. Es un caos comunicacional que genera malentendidos y frustración. Como en la serie, donde los planes rara vez llegan claros a todos.

9. Dependencia de personas clave y la vulnerabilidad del sistema

En muchas pymes, el conocimiento y la operación dependen de unas pocas personas clave. Si esa persona se enferma o se va, el sistema colapsa. No hay plan B. Es una vulnerabilidad enorme que genera estrés y limita el crecimiento.

Como dice el dicho: "El cementerio está lleno de imprescindibles". Como en "División Palermo", donde la ausencia de un miembro clave puede desbaratar una operación entera.

10. El sentido de misión que sobrevive al caos

A pesar de todo el desorden, la falta de recursos, los parientes ineptos y la comunicación caótica, hay algo que mantiene a la pyme (y a la guardia) en pie: un sentido de misión. Un objetivo compartido, una pasión por lo que se hace, o la necesidad de que el negocio funcione.

Es esa chispa que, a pesar de las adversidades, impulsa al equipo a seguir adelante, a encontrar soluciones creativas y a creer que, de alguna manera, van a lograrlo. Es la resiliencia del caos.

La comparación con "División Palermo" no es casual. Ambas organizaciones funcionan a pesar de sí mismas, no gracias a su diseño. Y ahí está el problema.

El mundo cambia cada vez más rápido, pero las pymes siguen operando como si tuvieran todo el tiempo del mundo. Los manuales de procesos no sirven, solo estancan. Los organigramas hacen que las cosas no cambien. Y mientras tanto, todo corto plazo es un largo plazo al que llegamos tarde. Toda urgencia es algo importante de lo que no nos ocupamos antes... Por otra urgencia.

La única salida es aplicar el algoritmo EAT (eliminar - automatizar - tercerizar) sin piedad. Y sí, muchas veces lo que hay que eliminar es un puesto. O una persona.

Pero la lección más dura de esta comparación es otra: somos demasiado buenos con los malos y demasiado malos con los buenos. Protegemos al pariente inepto, toleramos al que hace la plancha, mantenemos procesos obsoletos y premiamos la mediocridad con estabilidad.

Mientras tanto, los que realmente aportan se van. O peor: se quedan, pero dejan de intentar.

La pyme, como la guardia de "División Palermo", puede seguir funcionando así. Puede seguir siendo una comedia involuntaria donde todos hacen de todo aunque nadie sepa bien qué hace, y los resultados llegan por inercia o suerte, o porque en la Argentina nadie se animaba a competir..

Pero en un mundo que se mueve a esta velocidad, esa es una fórmula que, tarde o temprano, va a pasar factura. Y cuando llegue ese momento, cuando cierren la División (o la pyme) porque no da valor, porque no da resultados, cada persona que se esforzaba mucho se va a sorprender.

Pero era obvio.

La pregunta no es si tu pyme se parece a "División Palermo". La pregunta es: ¿vas a hacer algo al respecto, o vas a seguir riéndote de la serie mientras vivís el capítulo?