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En el departamento de Nariño, al suroeste de Colombia, se esconde un pequeño pueblo que, lejos del turismo masivo, mantiene viva una de las celebraciones más auténticas y breves del país: un carnaval lleno de color, tradición y raíces indígenas que apenas dura 48 horas.

Aunque lugares como Barichara y Jardín suelen acaparar la atención por su belleza colonial, esta localidad ofrece un festejo igual de vibrante, pero mucho menos conocido fuera de su región.

El carnaval, que se realiza cada año en los primeros días de enero, es una mezcla única de música andina, máscaras talladas a mano y danzas heredadas de generaciones pasadas. Durante dos intensos días, los habitantes y visitantes se entregan por completo a la celebración, que tiene tanto de rito ancestral como de fiesta popular. Las calles del pueblo se transforman en un escenario abierto donde conviven la sátira, el misticismo y el orgullo cultural.

El arraigo comunitario del carnaval de Nariño

A diferencia de otras festividades más comerciales, este carnaval conserva un fuerte arraigo comunitario. Los preparativos empiezan semanas antes, con familias que elaboran sus disfraces y grupos de músicos que ensayan melodías tradicionales. Aquí no hay carrozas lujosas ni patrocinadores visibles, sino una expresión colectiva que resiste al olvido y que representa la identidad de una población que defiende su memoria cultural.

Este carnaval puede durar solo 48 horas, pero deja una huella profunda en quienes tienen la suerte de presenciarlo. Es un recordatorio de que Colombia está llena de pequeñas joyas escondidas, donde la cultura no necesita grandes escenarios para brillar. En este rincón de Nariño, el tiempo se detiene por dos días para celebrar la historia, la tierra y las voces que siguen latiendo con fuerza en el corazón del país.

Cómo acceder al carnaval escondido en Nariño y prepararse para la experiencia

Para llegar a este pueblo nariñense donde se celebra el carnaval más oculto de Colombia, lo más recomendable es viajar primero a la ciudad de Pasto, ya sea por vía aérea o terrestre, y desde allí tomar transporte regional hasta la zona rural donde tiene lugar la fiesta. Algunas rutas pueden ser estrechas o poco señalizadas, por lo que es aconsejable informarse previamente sobre los horarios y condiciones del camino.

Una vez en el lugar, es clave llegar con antelación, ya que la capacidad de alojamiento es limitada y suele ocuparse con rapidez por quienes conocen bien esta tradición. Aunque el pueblo es pequeño, el ambiente se intensifica desde el primer día, por lo que conviene llevar ropa cómoda, algo de abrigo para las noches frías de montaña, y estar dispuesto a caminar y mezclarse con la comunidad local para no perderse ningún momento del carnaval.