En esta noticia

En la sede central de la CIA, en Langley, Virginia, hay un Starbucks que no tiene cartel, no aparece en Google Maps y funciona bajo reglas que parecen sacadas de una novela de espías. El detalle más curioso: los baristas no pueden pedir nombres a los clientes. No es una excentricidad, sino parte de un protocolo diseñado para proteger la identidad de quienes trabajan en una de las agencias de inteligencia más poderosas del mundo.

Este local opera como cualquier otro de la cadena, pero está ubicado dentro del perímetro de seguridad de la Agencia Central de Inteligencia. Según informó la revista del Instituto Smithsoniano, no hay tarjetas de cliente frecuente, ni nombres en los vasos, ni posibilidad de pagar con la app de Starbucks. Todo, desde los pedidos hasta la forma de operar, está adaptado al contexto hipersecreto de Langley.

Aunque es una franquicia oficial de la cadena, el Starbucks de la CIA tiene sus propias reglas. (Imagen: Shutterstock)
Aunque es una franquicia oficial de la cadena, el Starbucks de la CIA tiene sus propias reglas. (Imagen: Shutterstock)

Un Starbucks sin nombres... ni recompensas

Aunque es una franquicia oficial de la cadena, el Starbucks de la CIA tiene sus propias reglas: los empleados deben pasar por estrictos controles de seguridad, firmar acuerdos de confidencialidad y están permanentemente vigilados. El uso de dispositivos electrónicos está prohibido y no pueden salir libremente del recinto, como sí ocurre en otros lugares.

De acuerdo a Business Insider, los baristas no están autorizados a anotar nombres de los clientes, una práctica común en la marca, justamente para evitar cualquier riesgo de filtración. Muchos de los agentes que compran allí trabajan bajo identidades encubiertas, por lo que la confidencialidad en el pedido de un simple café puede ser clave.

Starbucks de la CIA: Entrenamiento especial y vigilancia constante

El personal civil que trabaja en esta cafetería recibe formación especial. No por el café -que es el mismo que se sirve en cualquier otro Starbucks- sino por los protocolos de conducta: cómo interactuar sin hacer preguntas, cómo evitar escuchar conversaciones y qué hacer en caso de detectar un comportamiento inusual.

Un artículo de la web especializada SOFREP señala que muchos empleados reportan haber servido a figuras de alto rango, pero sin conocer sus nombres ni funciones exactas. Para algunos, es solo otro turno de trabajo; para otros, es estar en el corazón mismo del aparato de inteligencia estadounidense.

Este Starbucks no tiene nombre visible, ni cartel, ni presencia pública. (Imagen: archivo)
Este Starbucks no tiene nombre visible, ni cartel, ni presencia pública. (Imagen: archivo)

El ritual del café en tiempos de vigilancia

Este Starbucks no tiene nombre visible, ni cartel, ni presencia pública. Pero tiene una función muy concreta: ofrecer una pausa en medio de una rutina intensa, sin interrumpir los protocolos de seguridad. Tomarse un latte puede parecer una acción trivial, pero dentro de la CIA, cada gesto está regulado, incluso el más cotidiano.

Y mientras el mundo se pregunta si los espías aún usan gabardinas y claves cifradas, en Langley los agentes siguen pidiendo su café... solo que nadie, ni siquiera el barista, sabe cómo se llaman.