Lionel Messi volvió el lunes a París después de pasar el fin de semana en su casa de Barcelona para iniciar los entrenamientos de cara a su posible debut en el PSG el próximo domingo ante Reims, en condición de visitante.

De no mediar inconvenientes, el nuevo número 30 del París Saint Germain podría jugar, aunque sea algunos minutos, en la cuarta fecha de la Liga 1 de Francia.

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Así lo adelantó el entrenador santafesino Mauricio Pochettino en declaraciones que brindó luego de la victoria sobre Brest por 4-2. "La semana pasada fue muy buena para 'Leo'. Esta semana que viene es larga y esperamos que si va todo bien pueda estar en el grupo y empiece a ser parte del equipo en la parte competitiva", explicó el DT, el pasado viernes.

El partido ante Reims será el último antes del receso por la triple fecha de Eliminatorias rumbo a Qatar 2022, en la que Argentina enfrentará como visitante a Venezuela (jueves 2 de septiembre) y a Brasil (domingo 5), y recibirá a Bolivia (jueves 9).

Sin embargo, una nueva escena de violencia en las canchas del torneo de primera división local llevó preocupación, tanto al club, como al entorno del jugador y las autoridades pertinentes.

El domingo, durante el partido en el que Niza recibía al Olympique de Marsella dirigido por el entrenador argentino Jorge Sampaoli, hinchas locales saltaron al campo de juego, que no cuenta con alambrados ni ningún tipo de protección, como la mayor parte de los estadios, para agredir a los jugadores visitantes.

El caos se desató cuando un jugador del Marsella devolvió a la tribuna una botella que habían arrojado los simpatizantes del Niza cuando su equipo ganaba 1 a 0. Los fanáticos se metieron en la cancha y se suspendió el encuentro. Sampaoli defendió a sus dirigidos y lo tuvieron que frenar entre varios de los presentes.

En este sentido, la ministra francesa de Deportes, Roxana Maracineanu, consideró que los incidentes "son un insulto para el fútbol y los aficionados", y reclamó sanciones para los responsables.

"Se ha superado una la línea roja", dijo Maracineanu acerca de los disturbios que motivaron la suspensión del encuentro en el estadio Allianz Riviera.

Este evento no es el primero que se registra este año. Entre varios más que se vienen sucediendo, en enero más de 300 barrabravas del Marsella tomaron por asalto la ciudad deportiva del club, atacaron a los vigilantes e hirieron a siete gendarmes, por "los malos resultados del equipo". Durante los enfrentamientos también fue golpeado el jugador español Álvaro González.

Y mientras el gobierno francés cree que los dirigentes deportivos son los responsables de lo que sucede, los clubes apuntan a la tibieza gubernamental.

"Que la gente pueda entrar al césped a agredir a quien se les ponga por delante es inaceptable", advirtió Steve Mandanda, capitán del Marsella. Y agregó "Estamos en peligro. Los futbolistas no nos sentimos seguros. Tenemos que luchar contra el odio y la violencia en nuestros estadios".

En tanto, el presidente del Niza, Jean-Pierre Rivère, aportó lo suyo "No es un problema del fútbol sino de orden público".

Ahora, todas las miradas están dirigidas a la Liga de Fútbol Profesional, que tras intentar sin éxito que el partido finalice argumentando "razones de orden público", se limitó a convocar a Niza y Marsella a una Comisión Disciplinaria para mañana.

Toda esta violencia se da además en el marco de varias manifestaciones que se están llevando a cabo desde hace varias semanas, en las que los franceses salieron a las calles de las principales ciudades del país para protestar contra el uso obligatorio del pasaporte sanitario, implementado por el Gobierno de presidente Emmanuel Macron.