Los 5 motivos para amar los lunes en el trabajo

Consejos para convertir el primer día laboral de la semana en uno de los más enriquecedores y entretenidos en la oficina.

Es domingo. Las redes sociales de millones de personas se inundan con mensajes “anti-lunes . Finalmente, parece que la autoprofecía se cumple porque, de tanto desearlo, es altamente probable que ese estado de ánimo genere un primer día laboral cargado de tensión o lo que es peor: de falta de entusiasmo. Aquí van cinco claves para convertir los lunes en uno de los más enriquecedores y entretenidos días de la semana en el trabajo:

 

1. Aprovechar para planificar: si bien muchas compañías y profesionales eligen hacer la planificación los viernes, la primera hora de trabajo del lunes es uno de los mejores momentos para tomar las cosas en su verdadera dimensión y realizar el planning de la semana y los lineamientos de las siguientes. Conviene aprovecharlo, porque se puede generar información valiosa desde que se comienza a predisponer internamente para encarar la nueva semana, si se pone la actitud apropiada. Tomar la agenda, la computadora o tablet; tomar notas; hacer listas y recordatorios, y establecer las prioridades. De allí surgirá en gran parte el impulso para convertir el lunes en un mejor lunes cada vez.

 

2. Traer ideas: el fin de semana, momento de relax y conexión con los afectos, deportes, salidas o descanso, es importante soltar las preocupaciones de la semana. Y mientras se hace, liberar espacio en el disco rígido interno para que entre lo nuevo. Por eso son momentos especiales donde pueden surgir grandes ideas casi como por arte de magia. Ayuda a descubrir el enorme potencial creativo e incluso, encontrarle la vuelta a ese problema que quedó sin resolver desde días pasados. El soltar el control y dejar fluir la energía sin tanta prisa es uno de los estados de relajación más apropiados para que afloren los pensamientos positivos e innovadores, así como el entusiasmo para aplicarlos el lunes, con nueva energía.

 

Las 9 reglas para no perder más tiempo en las reuniones

Más del 40% del tiempo en las empresas se pierde en reuniones improductivas. Si esto se traduce a cifras, seguramente los financieros estarán más que preocupados en semejante despilfarro de dinero y de energía. ¿Por qué sucede? Básicamente porque hay una tendencia a improvisar las reuniones y a no llevarlas de acuerdo con un orden que permita que sean dinámicas y efectivas.

 

3. Compartir lo positivo con los compañeros: generalmente hay un tiempo de conversación distendida al iniciar la semana. Se recomienda aprovecharlo para enfocarse en aspectos positivos del fin de semana, y sembrar las semillas creativas para el resto de las jornadas. Antes de entrar en la prisa cotidiana que muchas veces impone el trabajo, despierta dentro la habilidad para pedir ayuda, compartir experiencias e ideas que se podrán experimentar en los siguientes días. Este intercambio potencia a todos los involucrados, permite cargar las pilas y retroalimentarse. De eso se trata el feedback.

 

4. Sólo por hoy: tomando esta máxima de prestigiosas organizaciones de autoayuda a nivel mundial, contemplar cuáles son esas dos o tres acciones inmediatas que harán que el nivel de sobrecarga de trabajo sea más liviano. Y plantear el “sólo por hoy , actuando aquí y ahora para encaminarlas de una vez por todas. Quizás no puedan resolverse completas, pero sí dar un paso firme hacia lograrlo. Ya es un gran avance. El resultado inmediato será que, en vez de sumirse en la queja por el sentimiento de estar sobrecargado y pesado, se estará más liviano y con más energía disponible porque se soltó una parte de esa energía estancada. Y al ponerlo en movimiento hay un efecto de destrabar hasta lo más complejo que ayudará a vivir los lunes con mayor fluidez.

 

5. Programar las reuniones desde el lunes al mediodía en adelante, y evitar los viernes: es decir, el comienzo y final de la semana quizás puedan guardarse para organizar las actividades de la mejor forma posible. La sobrecarga de reuniones un lunes a la mañana trae como resultado un inquietante estado interno de desazón y hasta de desconexión con lo que debe hacerse, sobre todo cuando muchas veces las reuniones no son tan organizadas o productivas como sería apropiado. Programar reuniones cortas, con temas puntuales y preparados de antemano; con horarios fijos de comienzo y finalización; móviles silenciados o apagados y sin interrupciones: el mayor enfoque trae un mejor resultado.

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