Chiqui Tapia, el dueño de la pelota

El look del sucesor de Julio Humberto Grondona es una réplica los códigos show off del repertorio de personajes que habita el planeta fútbol.  

En la incesante sucesión de posibilidades de looks que ofrece la moda, los hombres ganan –en su mayoría– cuando de adhesión a la monotonía se trata. Jean, campera, camisa y ambo configuran el abecé de todo guardarropas con pretensión de ‘estar vestido’. Allí también se embandera Claudio Chiqui Tapia, el flamante presidente de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA).

Casado con Paola Moyano, hija del jefazo camionero Hugo, este sanjuanino de 49 años comenzó su carrera como dirigente deportivo en el Atlético Barracas Central, en 2001, donde acumuló cinco mandatos como presidente del club y cuyo mayor logro fue haber llevado al equipo hasta la Primera B. Su hoja de ruta también incluye haber sido secretario de Torneos, vicepresidente segundo e integrante del Comité Ejecutivo de esa organización tan emblemática de la pasión futbolera argentina que es la AFA, en la que recientemente asumió como presidente tras alzarse con los 40 votos que lo consagraron como el sucesor de don Julio Humberto Grondona, personaje protagónico –y controvertido– de los destinos de la número cinco en las últimas tres décadas, tanto en el país como a nivel internacional.

El gran yerno

En verdad, los personajes del planeta fútbol –jugadores, directores técnicos, representantes, dirigentes– suelen decorarse con trajes exóticos que los destaquen del común de los mortales y potencien su estatus de new rich. Para ellos, proclamar, desde la indumentaria, que les va (más que) bien en términos financieros es uno de los valores y anhelos más marcados. Sin embargo, en el fondo de placard de Chiqui Tapia, quien le gambeteó la oficina principal de la entidad de la calle Viamonte al mismísimo Marcelo Tinelli –el todopoderoso de la televisión con aspiraciones políticas–, no hay más que aquellas prendas que se repiten, una y otra vez, con mínimas mutaciones, en el repertorio del argentino de a pie: camisas, blazers, chalecos, remeras deportivas y jeans. Un estilo que se traduce en looks uniformizados y que eliminan todo toque personal. Esa falta de espíritu innovador se ve compensado por una decisión que, sin dudas, está inspirada en un gesto recurrente de los futbolistas: recurrir a un peluquero creativo. De allí que Tapia luzca una cuidada cresta gris que sí puede ser considerada su seña de identidad en términos de estilo.

En sus primeros días de gestión, al flamante presidente de AFA le correspondió ejecutar el despido de Edgardo Bauza, el DT de la Selección Argentina, y viajar a Suiza para apelar la sanción que la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) le aplicó a Lionel Messi por insultar a un juez de línea en el partido por las Eliminatorias entre la Argentina y Chile. Todo, con tal de asegurarse el respeto de la patria futbolera que depende, en gran medida, de que el combinado nacional no se quede afuera de un Mundial, como no sucede desde 1970.

Dicen los que opinan a los gritos en las tribunas televisivas que Tapia llegó alto gracias al aval de su suegro, pero también con la ayuda del bloque del Ascenso y del fútbol del interior. Sea un ejemplo de superación personal porque se hizo desde abajo o un estratega de bajo perfil que supo capitalizar las pequeñas ‘ayuditas’ de sus parientes y amigos, lo cierto es Chiqui puede darse el lujo de lucir previsible porque ya demostró que, para ocupar el sillón de la AFA, es tan importante ser como parecer(se).

La versión original de esta nota se publicó en la edición 189 de Clase Ejecutiva, la revista lifestyle de El Cronista Comercial.

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