Agrelo: cuáles son las bodegas líderes en ese paraíso de Mendoza

Agrelo, en el corazón de Luján de Cuyo, es una de las zonas de vinos de alta gama mejor cotizados de Mendoza y la Argentina.

Ese tramo de la calle Cobos recién asfaltado, el que nace en la Ruta 7 y topa con la finca de Chakana. Esos escasos dos kilómetros son uno de los sitios más inspiradores y edénicos de todo Mendoza.

Es que el marco que logran las fincas, los álamos altos, los viñedos en espalderas y sus lomas suaves, con la Cordillera como telón de fondo, es realmente magistral. Lo mismo ocurre con el chillido de los teros, con el silbido del viento sacudiendo los árboles y hasta con el aroma que tiene la zona alta de Agrelo, especialmente en noviembre, cuando se cosecha el ajo y la brisa suave arrastra su esencia.

Catena Zapata

 

Así parece haber sido desde siempre. El distrito de Agrelo, uno de los más grandes del departamento de Luján de Cuyo, es de hecho una zona de fincas bien tradicional, especialmente de viñedos. A decir verdad, Agrelo era toda una sola finca inmensa, propiedad de los Funes, una familia de viejo arraigo, cuyo campo se extendía desde la actual Ruta Provincial 15 hasta las primeras estribaciones de la cordillera e incluía casas, caballerizas, canchas de tenis, pileta y hasta una pista de aterrizaje.

En aquellos años de principios del siglo XX, la construcción del Dique Cipolletti en 1910 cambió el panorama al permitir derivar el agua del deshielo a las fincas. Allí realmente se colonizó Agrelo, y apellidos como Baldini o Furlotti se hicieron fuertes en la zona con varios cientos de hectáreas, gran parte de las cuales eran de viñas.

Hoy, décadas más tarde, pareciera que Agrelo no ha cambiado mucho. De hecho, el centro continúa teniendo la eterna dinámica inmutable de cualquier pueblo rural. Salvo que en vez de una plaza hay un boulevard, y que no hay iglesia ni municipalidad. Un almacén, una carnicería y una verdulería hacen las veces de centro urbano, no más. Sólo hay viñedos y detrás las montañas: todo un paraíso.

 

 

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La llegada de las bodegas

Para entender un poco la topografía de Agrelo hay que decir que toda esta zona es, literalmente, parte del pedemonte cordillerano, y que por ello tiene una clara pendiente que desciende en dirección este. De hecho, Agrelo es un abanico aluvional que se formó a partir de la sedimentación de la carga sólida transportada por la corriente fluvial de la cordillera, que termina en lo que se llama los cerrillos de Lunlunta. Esa parte baja, a aproximadamente 800 metros sobre el nivel del mar, es lo que bien podríamos llamar la barda de Agrelo. La parte alta, más hacia el oeste, supera los 1.000 metros de altura.

Agrelo

En esta parte cool de Agrelo, casas tradicionales como López, Norton, Pulenta, Giol, Benegas o Esmeralda tenían fincas, aunque a principios de la década del '90 las lustrosas bodegas que se yerguen hoy día no tenían lugar ni en ciencia ficción. Antiguamente había existido Santa Silvia, pero hacía años que era sólo un recuerdo. Recién en 1959 se empezó a levantar Chandon en la entrada del distrito (parte baja).

La fundación del Agrelo moderno que tan de moda ha estado, empieza recién en los tempranos '90. Una fecha clave es el 5 de septiembre de 1992, día en que Manuel Mas compra Finca La Anita.

 

El comienzo

Tras la apertura de La Anita, la sucesión de bodegas que se establecieron en la zona no ha terminado. Dolium abrió sus puertas en 1998, la pirámide de Catena Zapata en 1999, Séptima en 2000, Pulenta Estate en 2001, Chakana y Ruca Malen en 2002, Tapiz y Domino del Plata en 2003, y Melipal en 2007. Luego llegaron Belazco de Baquedano, Piattelli, DeCero, Bodegas Huarpe, Bressia, Navarro Correas Agrelo, Trapezio y Budeguer.

Finca La Anita

La seguidilla fue interminable, y todas nacían con una arquitectura e importancia soberbia, como haciendo gala de la zona en la que estaban. Paralelamente, la apertura del Cavas Wine Lodge significó una bisagra para el turismo no sólo en el distrito, sino también en la provincia, sumando una completa gama de servicios como alojamiento, restaurante, spa, excursiones, todo de primer nivel.

¿Cuáles fueron los motivos de esta revolución que vivió Agrelo? La cercanía con la ciudad, las condiciones topográfícas y climáticas excepcionales y, lógicamente, su entorno. No hace falta aclarar entonces que los precios de la tierra en Agrelo no son los mismos que hace años. Hoy, la hectárea en una finca en producción es prácticamente imposible que baje de los u$s 50.000 o u$s 60.000. Así y todo, son muy pocos los viñedos en venta.

Cavas Wine Lodge

 

Los vinos de Agrelo

Lógicamente, vinos con uvas de Luján de Cuyo pueden encontrarse de muchos estilos diferentes. Así y todo, en términos generales puede decirse que la gran mayoría va por el lado de la mermelada, de la fruta y, en algunos casos, de un toque goloso. Difícilmente las cepas tradicionales en Luján tengan problemas para madurar, y a veces eso ha jugado en contra, especialmente por la falta de acidez que se percibe en algunos tintos y blancos. Afortunadamente, los ejemplares de alta gama de la llamada Primera Zona (Maipú y Luján de Cuyo) han modificado bastante esa densidad mediante distintos métodos (diferentes puntos de cosecha, manejo de viñedos, agregado de ácido tartárico).

En este marco, Agrelo, que también cuenta con ejemplares de los más diversos estilos, es uno de los pocos terruños donde, por lo general, los vinos logran cierta agilidad en boca, cierto paso fresco, evitando así el aspecto goloso. Es que Agrelo es una zona fría pero de mediana altura (entre los 800 y los 1.050 metros) y sus suelos, al ser aluvionales, están formados por capas de arcilla, arena, etcétera. Esa heterogeneidad permite una variabilidad importante en el crecimiento de la planta, lo que luego se traduce muchas veces en complejidad; en, justamente, capas de sabores.

Finca La Anita

Por otro lado, el hecho de que muchas bodegas que se instalaron en la zona se abastecieran únicamente de sus propios viñedos hizo que, con mención explícita en la etiqueta o no, se elaboraran varios single vineyards.

Otro rasgo que puede percibirse de este terroir, incluso en tintos de estructura marcada, son los taninos redondos, algunas veces dulces. Además, el malbec, en algunos sectores altos, suma una nota similar al té, que algunos identifican con un cierto especiado vegetal. En general, y sin que suponga esto algo positivo, allí son vinos más dóciles, redondos y con menos aristas que, por ejemplo, los del Valle de Uco.

Parecería, a veces, que los blancos y tintos que aquí nacen son capaces de lograr la armonía del paisaje de Agrelo. Un paisaje y un entorno que ojalá no modifique en mucho su semblante tan celestial, tan de paraíso terrenal con cordillera que, por sus vinos y su entorno, inspira como pocos sitios en el mundo.

 

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Cinco vinos para entender Agrelo

 

1 - Gran Enemigo Agrelo Single Vineyard Cabernet Franc 2015

 

Cabernet Franc elegante y varonil que ostenta notas a especias y canela de gran exuberancia y personalidad. Hay que estar horas para descifrar la complejidad de su abanico aromático. En boca es poderoso, amplio, con taninos de gran textura y nuevamente exuberancia y poder. Con un poco más de tiempo en botella la madera se expresará con mayor sutileza; es un vino para guardar varios años. Este tinto, vinificado con maestría por Alejandro Vigil, tiene un 15% de Malbec (también de Agrelo) que le suma fluidez y frutosidad. Puede beberse ya acompañando comidas contundentes o bien estibarse por una década. Sin duda de los grandes vinos argentinos de hoy.

 

 

 

 

2 - D.V. Catena Vineyard Designated La Pirámide Cabernet Sauvignon 2015

 

 

Un tinto producto de viñas muy viejas que rodean la pirámide de Catena, que marca la pauta de lo que puede lograr un cabernet sauvignon en esta zona. Aromas súper elegantes a canela, chocolate y frutas rojas dan como resultado un cabernet muy singular. Desde el primer sorbo conjuga elegancia y potencia con mucho equilibrio, y una acidez justa que le suma frescor. Aún está brioso, con la madera marcada, no astringente sino dura, lo que revela un gran potencial. Textura sedosa, taninos redondos y musculosos, y final largo y profundo. Una muestra soberbia de lo que un genuino cabernet de Agrelo es capaz de expresar.

 

 

 

 

 

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En 2018, y por primera vez en la historia, no una sino dos etiquetas nacionales obtuvieron la valuación máxima (100 puntos cada una) en la guía que abre la puerta de los Estados Unidos. Ambas llevan la firma del Director Técnico de la Bodega Catena Zapata.

 

 

 

 

 

3 - Finca La Anita Syrah 2017

 

 

Desde que nació, este syrah es uno de los ejemplares de esta variedad más sensuales que ha dado Mendoza. Un tinto de excepción, con notas de fruta negra y especias de singular elegancia; nada de sobremadurez y equilibrio excepcional. Tiene un perfil bien argentino; su entrada en boca es sobria, compacta, con concentración bien entendida y algunos sabores a fruta negra. No es nada meloso; por el contrario tiene un toque de austeridad que le queda de maravillas. Una gran estructura soporta la madera que se percibe muy agradable.

 

 

 

 

 

 

 

4 - Séptima 10 Barricas Cabernet Sauvignon 2013

 

 

Se trata de una selección de las 10 mejores barricas de esta variedad de la Bodega Séptima, que con uvas de su Finca Emblema, en Agrelo, ha lograrlo uno de los más sólidos y puros varietales de esta cepa. Este es un tinto concentrado, especiado y con notas de frutos negros, y un paladar impetuoso, estructurado, con taninos marcados y gran acidez. Seguirá ganando complejidad con unos años de estiba en botella.

 

 

 

 

 

5 - Casarena Single Vineyard Owen’s Vineyard Cabernet Sauvignon 2017

 

 

 

Otro cabernet producto de viñas viejas que deja muy bien parado a Agrelo cuando se trata de la reina de las uvas tintas. Sus aromas sobrios especiados y notas a té negro son el preludio de un paladar intenso, fluido pero cargado con fruta madura y resabios de su crianza en roble. Un tinto que seduce fácilmente, muy versátil en la mesa, que con un poco más de tiempo en botella (puede guardarse al menos 8 años) sacará lo mejor de sí.

 

 

 
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