Enrique Pinti: “La grieta va a existir siempre
Es el último capocómico del país. Heredero de la tradición del monólogo de humor político de Tato Bores, reconoce a Diego Capusotto como el renovador de un género en vías de extinción. A tres décadas del debut de 'Salsa Criolla', volvió al escenario con un unipersonal sobre corrupción, pobreza y narcotráfico.
Volvió al unipersonal, el formato donde se consagró como la voz irreverente del inconsciente colectivo. Con su sello inimitable –que combina un conocimiento enciclopédico de la Historia nacional, una capacidad verborrágica sobrehumana y un talento natural para insultar sin ofender–, a sus 77 años Enrique Pinti lleva más de cuatro décadas valiéndose del humor para señalar –una y otra vez, las que hagan falta– las fallas de origen de la clase política vernácula.
Si los políticos son incorregibles, ¿por qué seguir criticándolos?
A mí me sigue gustando hablar de la política argentina porque me desahogo. Eso es algo muy importante y no todo el mundo se lo puede permitir. Es un gran placer. Pero, cuidado, que también es una mochila muy pesada hablar siempre de lo mismo. Después de Salsa Criolla 30 Años estaba pensando en volver a la ficción. Pero el cambio de gobierno, que fue un cambio para no cambiar, me decidí a hacer una revisión, de la que salió Otra vez sopa.
¿La grieta ya fue?
¡La grieta existe desde Adán y Eva! Y, en la República Argentina, desde la Revolución de Mayo: al tercer día, ya estaban peleados. Ahora, una cosa es la diferencia de opinión y otra cosa es lo irreconciliable: si la grieta es muy profunda, un abismo, es inútil. Porque cuando estoy de un lado, la otra persona del otro y, en el medio, un precipicio... ¡Cruzalo vos y caete a la m****a! ¿Qué voy a discutir con alguien que está en las antípodas? Creo que los argentinos estamos, siempre, descubriendo la pólvora cinco siglos más tarde: la grieta va a existir siempre.
¿Ya detectó cuál es la falla de origen de los argentinos?
Todo lo que cuento ahora ya lo dije 80 veces en el escenario. Y lo demuestro con canciones referidas a problemas que no se solucionan nunca: la salud, la educación, la contaminación, el quilombo social. En 1996 estrené El infierno de Pinti: la gente estaba tan creída de que el dólar era igual al peso, que Menem había salvado al país y que Cavallo era un genio, que no me entendieron el mensaje. ¡Decían que estaba amargado e histérico! Me preguntaba cómo no se daban cuenta de que el campo estaba parado, que las fábricas cerraban... Pero estaban fascinados, simplemente por el hecho de que podían ir a Miami y comprarse una camisa al mismo precio que acá. ¡Me parece una cosa tan infantil, tan tonta!
¿Por qué votó en blanco en las últimas elecciones?
Cuando vi a Scioli de un lado, a Massa del otro y a Macri, dije: “Me corto los huevos o voto en blanco . Y eso que siempre dije que era malo el voto en blanco… ¡Pero ya está! Me engrupieron 50 veces, así que no les creo más. En otra época hubiera votado a Massa, porque no era una cosa ni la otra... Como la Alianza. Y mirá lo que pasó: ¡fue peor! También voté en blanco cuando ganó Kirchner. Era tan confusa la situación: a Menem no lo iba a votar, ni en p**o, y la oposición me sonaba a otra vez lo mismo.
¿La corrupción es un mal necesario de la democracia?
Recuerdo que, cuando subió Alfonsín, lo primero que hizo fue el Plan Alimentario Nacional (PAN), porque uno de los reclamos populares era el hambre. La gente cree que el hambre es de ahora o, en todo caso, otra de las aberraciones de Cristina Kirchner. Pero si un gobernante sube después de dictadura, desaparecidos, horrores, quilombo y, junto con el Juicio a las Juntas, lo primero que hace es repartir las cajas de PAN y enseguida le reprochan que no van a parar a las manos de quienes lo necesitan sino que es un negocio que hace una mafia que tiene que ver con su gobierno, huelgan los comentarios. Siempre está la ley y la trampa. Como la Asignación Universal por Hijo y lo que pasa con la Villa 31. Que ya había pasado antes con las pistas de El Turco para las aceitunas, allá en el Norte. ¡Cualquier b****o se daba cuenta que era para el tráfico de droga! Pero nadie se atrevía a decir nada porque el dólar era igual al peso. Entonces, cada beneficio que te dan tiene un precio altísimo que vas pagando en incómodas cuotas mensuales.
¿Es amigo de algún político?
No, no tengo amigos ni conocidos en la política. ¡Y no vienen a verme, gracias a Dios! En algún momento me ilusioné mucho con Cristina, La Gorda Carrió y La (Alicia) Castro: las invité personalmente al teatro porque dije que eran la representación de la verdadera nueva política...
¡En este país, ni Enrique Pinti resiste un archivo!
¡Las cosas que uno ha dicho! Era cuando estaban abriendo las cajas de Moneta, juntas, en el programa de Lanata. Ahí hablaban, bailaban, se besaban... Les creí. Pero después dije basta. Sería amigo de un político únicamente si hubiera sido compañero de colegio, porque no le voy a retirar el saludo. Pero, gracias a Dios, mis compañeros de escuela tuvieron otros delirios.
¿Qué opina de las denuncias de corrupción contra Cristina Kirchner?
Unos dicen que Cristina es una santa y que Milagro Sala es la heredera de la Madre Teresa de Calcuta; y otros dicen que son el demonio vivo y tenían una cadena de prostíbulos en el Norte. ¿Qué tengo que creer, si no tengo constancia de nada? Entonces, opto por esperar. Evidentemente, la plata en algún lado tiene que estar, porque nosotros no la tenemos. Pero tienen que ser cosas más contundentes y no que únicamente salen a la luz cuando un gobierno ya no está: ahí la Justicia se despierta y hace un montón de cosas porque ese gobierno ya cayó en desgracia. Pero mientras, están callados la boca. “Porque tienen miedo . ¡Dedicate a otro trabajo si tenés miedo de que la mafia mate a tus hijos y degüelle a tu suegra! ¿Por qué eligen una profesión para la que se necesitan cojones si no los tienen?
¿Por qué ya no hay humoristas políticos?
Soy el único que quedó. No hubo muchos antes tampoco, salvo Tato Bores, que lo hacía fantásticamente bien y con una penetración muy masiva en la televisión. Sí hay gente que habla de la política como tiro por elevación: Diego Capusotto es muy político, pero no con nombre y apellido, como cronista, sino con sus personajes que pintan, de forma muy brutal, como acuarela gruesa, a la sociedad argentina. Muchos dicen que es un estilo pasado de moda, pero a la gente le gusta escucharme. Sí, bajo línea. Es algo tan evidente como que soy gordo.
La versión original de esta entrevista fue publicada en la edición 186 de Clase Ejecutiva,la revista lifestyle de El Cronista
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