Valencia, con sabor a mar

Esta ciudad portuaria se ubica en la costa sureste de España, donde el río Turia se une al mar Mediterráneo. Es famosa por sus actividades artísticas y culturales, pero también por sus atractivos naturales únicos en Europa.

Si en los últimos años las bondades de la dieta mediterránea han llenado las páginas de las revistas gastronómicas, pero también las de salud de diarios de todo el mundo, ahora le ha llegado el turno a las ventajas de las ciudades que crecieron junto a esas mismas costas. El conjunto formado por una temperatura usualmente cálida, una humedad siempre moderada, y riquezas culturales y culinarias acumuladas por diferentes civilizaciones a lo largo de la historia hace que sean destinos ideales para vivirlos intensamente. Valencia es una de esas ciudades que se conocen a pie, a las que se les toma el pulso en sus bares y cafés, a las que se disfruta en sus playas y en sus museos.

Un perfecto entorno urbano

Valencia está atravesada por el cauce del río Turia, cuyas aguas han sido desviadas a las granjas cercanas a la urbe. De modo que en ese enorme cañadón que bordea el casco histórico se ha convertido en un río de cultura. Allí, en los Jardines del Turia -como se los ha bautizado- se levanta la ciudad de las Artes y las Ciencias; un complejo de edificios con el particular estilo de Santiago Calatrava, valenciano él, por cierto, en los que museos, restaurantes y cines se complementan a la perfección.

Uno de los más impresionantes es L'Hemisferic, un original edificio en forma de ojo humano. Junto a este monstruo urbano, otra construcción modernista y llamativa alberga al Museo de Ciencias Príncipe Felipe, cuyo concepto principal es prohibido no tocar: desde el mapa del genoma humano hasta un péndulo de Foucault, la propuesta atrapa. Por último, L'Oceanografic, el único sector que no construyó Calatrava, es el mayor centro marino de Europa, con más de 45.000 ejemplares de 500 especies agrupados por zonas climáticas que van del Ártico al Trópico en apenas unos metros (ver recuadro). Allí, el restaurante sumergido en el que 9000 peces son la decoración principal es una excelente apuesta para el paladar.

En realidad, toda la ciudad es un sitio ideal para disfrutar de la gastronomía: La Pepica es un comedor familiar con más de 100 años en donde los frutos de mar nutren platos exquisitos, como la tradicional paella valenciana, a la que da cuerpo el arroz local. Por la noche, igualmente imperdible es El Canyar, un pequeño restaurante montado en una casona a metros de la artística estación del ferrocarril y sus típicos mosaicos. 

En El Canyar los carpaccios de bacalao y anguila son sublimes y el servicio abierto, ameno y eficaz. Como plato fuerte, las cigalas son enormes, sabrosas y, sobre todo, del día. Es que a sólo unos minutos de caminata, el Mercado Central exhibe con orgullo los antiguos puestos de venta agrupados entre aquellos que ofrecen los mejores jamones ibéricos, los que entregan conejos y carnes de caza, los que proveen frutas coloridas y enormes, y obviamente, los que ofrecen los mejores pescados y mariscos locales.

Justo al otro lado de la calle Plaza del Mercado, La Lonja de la Seda, el mercado de la seda más antiguo de Europa, exhibe sus columnas góticas reconocidas por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.  

Luego, hacen falta apenas dos cuadras para llegar a la Iglesia de Santa Catalina, con su gran torre. Allí, a sus pies, es el lugar indicado para sentarse en una orchatería de más de 150 años a tomar un agua de orchata de chufa (un tubérculo) y a repasar los mapas de la ciudad, porque los rincones por descubrir aún son muchos.

El océano

Este parque natural llamado L´Oceanográfic es a la vez un sitio de entretenimiento y centro científico, educativo y de investigación, que contribuye a la recuperación de fauna y flora protegida. Con una extensión 110.000 m2 y un volumen de 42 millones de litros (el equivalente a 15 piscinas olímpicas), constituye el mayor oceanario de Europa.  El complejo permite al visitante realizar un viaje submarino por el mundo entero. Y la expresión es literal. El parque integra dos escenarios bien diferenciados: las instalaciones para peces e invertebrados en los que se exhiben los diferentes ecosistemas marinos, y los ambientes caracterizados por la presencia de mamíferos marinos. Durante la visita se pasa de salas vidriadas que permiten observar a los peces en reproducciones de su hábitat natural, pero también recorrer cámaras abiertas que semejan paisajes antárticos, donde la temperatura se mantiene a niveles bajísimos para que los grandes mamíferos y los pingüinos se sientan a gusto.

Datos útiles

- Para llegar hay que volar hasta Madrid o Barcelona y desde allí conectar con Valencia. Los precios empiezan en los $ 21.000.
- Valencia tiene hospedajes para todos los presupuestos: desde hoteles 3 estrellas, de 90 euros la noche, hasta hoteles de lujo de varios cientos por jornada.

 

Noticias de tu interés

Compartí tus comentarios

¿Querés dejar tu opinión? Registrate para comentar este artículo.