'Trumplandia': guía práctica para entender lo que viene
El empresario políticamente incorrecto que alcanzó la cima del poder mundial, bajo la lupa de dos expertos en Relaciones Internacionales.
Primero lo ignoraron, después se rieron de él, luego lo combatieron y, finalmente, fue presidente. Dos expertos en Relaciones Internacionales analizan a Donald Trump, el empresario políticamente incorrecto que alcanzó la cima del poder mundial.
De un lado, Gabriel Puricelli, sociólogo, exjefe de Gabinete de la Dirección de Relaciones Internacionales de la Ciudad de Buenos Aires y actual vicepresidente del Laboratorio de Políticas Públicas.
Del otro, Federico Merke, licenciado en Relaciones Internacionales y doctor en Ciencias Sociales, dirige las carreras de Ciencia Política y Relaciones Internacionales en la Universidad de San Andrés.
¿Trump podrá cumplir con lo que prometió en campaña?
FM: Creo que Trump va a cumplir algunas cosas que prometió en campaña pero no todas, como la mayoría de los presidentes. Si cumpliera todas, el mundo estaría en un problema; y, si no cumpliera nada, estaría en un problema él. De modo que va a buscar un equilibrio entre lo que prometió y lo que puede hacer. Creo que ya había concretado algunas cosas, incluso antes de asumir como presidente, como esa decisión de Ford Motor de invertir más en Detroit que en México. Creo que el electorado que votó a Trump no eligió un programa de gobierno sino una idea. Esa idea es: “Primero los Estados Unidos y que vuelva a ser un país grande .
GP: Probablemente la globalización le impida cumplir algunas promesas cabalmente, en particular la de reverdecer el nacionalismo económico y hacer que la industria manufacturera vuelva a ocupar un lugar de privilegio en la economía estadounidense. Si uno mira el desempeño del Partido Republicano a lo largo del tiempo, la performance de Trump fue bastante en línea con elecciones anteriores: un porcentaje del electorado iba a votar a cualquier candidato republicano que se presentara y un porcentaje muy chiquito fue seducido por ese mensaje de nacionalismo económico. Entonces, si Trump no cumpliera con esa agenda, probablemente estaría decepcionando sólo a una parte muy minoritaria de su electorado.
¿En que sentido cambiará la relación con la Argentina?
FM: La Argentina está en una parte del planeta y tiene una agenda político-económica que, en este momento, no es causal de conflicto con los Estados Unidos. De modo que eso es un piso relativamente bueno en comparación con otros países. Sobre esto, el gobierno de Mauricio Macri debería poder encauzar la agenda positiva, por ejemplo, en temas de ciencia y tecnología, de cooperación nuclear, de lucha contra el terrorismo y el narcotráfico. La agenda negativa con América latina pasa por el narcotráfico, el crimen organizado y las migraciones ilegales, fundamentalmente con México y América Central.
GP: La Argentina no está como México, en una situación en la que el nuevo Gobierno promete que le va a construir un muro. Es un socio comercial de cierta importancia pero no es decisivo, con lo cual, todo lo que Trump viene prometiendo en términos de proteccionismo tal vez no tenga un impacto directo en nuestro país. Pero probablemente tenga un efecto indirecto porque tanto este proteccionismo renovado que él promete como la guerra cambiaria que insinúa con China pueden generar una inestabilidad en un contexto de crecimiento global muy mediocre. Eso puede terminar afectando a la economía global y, en consecuencia, a la Argentina.
¿Qué clase de líder será?
FM: Me imagino a Trump como una mezcla entre Silvio Berlusconi y Guillermo Moreno. Berlusconi también venía del sector privado, lleno de plata, rodeado de mujeres bellas y toda esa cosa frívola. Y Moreno es un tipo que defendió a las burguesías nacionales. No va a ser un liderazgo de deliberación y de conversación como el que tenía Obama sino de imponer y negociar siempre desde una postura de poder. No veo a un presidente buscando consensos, dialogando. Además, cuenta con la mitad de los estados del país en control total de los republicanos en ambas cámaras en muchos casos.
GP: Me parece que es clarísimo el contraste con el estilo consensualista de Obama, cuya política estuvo caracterizada por la búsqueda quimérica –porque la realidad es que el sistema político estadounidense hace 20 años que se empezó a polarizar– de un acuerdo bipartidario. Por el contrario, Trump está mucho más en línea con esta realidad de un sistema político polarizado y va a jugar con un tipo de liderazgo híper partidista donde, si busca el consenso –que en algunos casos va a necesitar, sobre todo en el Senado, donde la mayoría que tiene es más débil–, va a tratar de hacerlo en sus propios términos, después de atacar todo lo que pueda a sus adversarios.
¿Putin será su aliado o su némesis?
FM: Si el acercamiento con Rusia busca entablar una relación más predecible y más madura entre las partes, creo que puede ser positivo. Trump parece estar revirtiendo lo que hizo Obama, que distendió la relación con China y tensó la relación con Rusia. Trump viene con una idea exactamente opuesta. Queda claro que, en su cabeza, la verdadera amenaza a la economía estadounidense es China, no Rusia.
GP: Por ahora, Trump no pasó de los elogios más personalizados a Vladimir Putin y no ha elaborado mucho acerca de, en caso de que hubiera un acercamiento a Rusia, en qué temas se daría. El asunto es ver, en la letra fina y en los escenarios concretos, si hay una traducción de esto que, para mí, en primer lugar es una política de cercanía personal en la diplomacia presidencial entre Trump y Putin.
La versión original de Versus fue publicada en la edición 186 de Clase Ejecutiva, la revista lifestyle de El Cronista
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