Diego Reinhold: “Hacer reír es un círculo virtuoso

El versátil actor volvió a la cartelera de la avenida Corrientes con su unipersonal Comedy Show. Con 30 años de trayectoria, tras su paso por Bailando por un sueño, de Marcelo Tinelli, creó un refugio para niños en situación de vulnerabilidad donde da rienda suelta a su compromiso social.

"Soy artista desde siempre , asegura mientras mira un punto fijo por la ventana del bar, como si allí –cerca pero lejos- se encontrara la respuesta a la pregunta sobre cuándo descubrió su vocación. Pese a su juventud, Diego Reinhold lleva 30 años de carrera como actor. Fue alumno de Hugo Midón quien, a sus 17 años, lo convocó para protagonizar la obra El Imaginario. Ahí comenzó todo. Estudió danza, canto y baile. Hizo cine, teatro, televisión y comedia musical.

“Sé que suena muy estridente, pero como es una decisión que tomé siendo tan chico, no recuerdo cómo se dio. Sé que desde siempre me ponía cosas, salía y decía ‘soy actor’. No entiendo muy bien cómo sucedió porque, además, en mi familia no hay ningún artista. También sé que no quería repetir lo que veía de mi papá: trabajar todos los días, salir a las 6 de la mañana, volver a las 7 de la tarde destruido. Esa cosa tan dura y tan cuadrada del mundo industrializado, de la cultura del trabajo , revela. }

Sensible y comprometido, el actual protagonista del unipersonal Comedy Show (Paseo La Plaza), está al frente de un hogar de niños con derechos vulnerados y sueña con crear un refugio para mujeres víctimas de violencia doméstica.

Después de 5 años, volvés a la avenida Corrientes con un innovador show multimedia de humor. Sos uno de los más versátiles de tu generación. ¿Te considerás comediante o actor?

No, no soy comediante. No me considero nada. Voy probando todo. Me gusta construir casas, me gusta cuidar a los chicos. Me gusta mucho la comedia musical porque te permite desarrollar distintos lenguajes al mismo tiempo, entonces te sentís un hombre orquesta y eso es precioso. Comediante soy pero porque me han empujado. Literalmente, me dijeron: “Salí . Me paro frente al público, la gente se empieza a reír y a mí se me activa el fuego de la comedia.

¿Cuánto cambiaste en 30 años de escenario?

Siento que soy muy cambiante, y que la vida me va cambiando. Voy tomando, probando y experimentando. Por ahí ahora soy un poco más prudente. En algún momento me divertía y me parecía que estaba bien decir cosas y agitar. Ahora me doy cuenta de que no es por ahí, porque ya es mucho el dolor que la gente lleva adentro, entonces no vale la pena agitar tanto. A veces me doy cuenta de que digo cosas y no se entienden. Voy aprendiendo, voy tomando consejos. Estoy tratando de averiguar a qué vine al mundo.

En 2013, comenzaste a visitar hogares de niños en situación vulnerable. Y ahora estás al frente de un refugio para chicos. ¿Cómo surgió en vos esa faceta solidaria?

Empecé en la época en que estaba en el programa de Marcelo Tinelli. Llevaba donaciones y juguetes, estaba un tiempo con los chicos. Pude conseguir muchas cosas a partir de la popularidad que me daba el programa. Entonces, un grupo de personas con las que trabajaba me propuso abrir un espacio propio. No fue fácil: nos llevó dos años de gestión, pero ya hace tres que Hogar Mariposa está funcionando. Somos cinco personas que lo pensamos, lo ideamos y trabajamos para eso. Me sumé a una asociación civil que venía trabajando desde hacía tiempo, que más tarde se convirtió en ONG, y luego fundamos este hogar donde hay 13 chicos que están institucionalizados: el más grande tiene 7 y el más chico, dos meses. Llegó con 15 días… Lo que se hace es cuidar su derecho a una familia: a veces tiene que ver con una nueva y a veces con recomponer la de origen. Me ocupo del área comunicacional, de la gestión de las donaciones y de trabajar con los pibes en el esparcimiento. Es la parte más fácil y más linda.

¿Qué te decidió a involucrarte en una problemática que está en las antípodas de tu perfil público como comediante?

Siento que en este momento es lo que hay que hacer. También tenemos ganas de abrir un refugio para mujeres, con hijos, en situación de violencia doméstica, pero se nos hace muy difícil. En este contexto no estamos pudiendo lograrlo… Siempre quise ayudar y aportar para hacer un mundo más justo. Por eso me mando a veces a decir cosas que pueden molestar. Pero es que necesito mostrarlas. Aunque, a veces, sentar posturas te cierra puertas.

¿Hay algo que te moleste profundamente?

El individualismo: la gente que está atrapada en pensar que cada uno es dueño de sí mismo y que no importa lo que pase alrededor. Eso me da mucha bronca: la gente que piensa que todo es por mérito propio y no se da cuenta de que hay un contexto y de lo importante que es movernos en comunidad.

¿Por qué ya no sos vegano?

Porque no tengo forma de serlo viviendo solo, trabajando tan descontroladamente, con tanto viaje. Me cuesta mucho encontrar lugares para comer. El veganismo es muy purista y se vuelve difícil. Trato de tener una vida no purista y de no juzgar al otro. Es muy complicado ser, decir, hacer y pensar lo mismo. Es muy complejo ese nivel de coherencia. Soy un poco más permisivo conmigo. El vegetarianismo tiene que ver con la conciencia del sufrimiento del otro. Es muy interesante el planteo filosófico, realmente es revolucionario. Es una cuestión ontológica: todo lo que le hagas a ese mundo exterior, te lo estás haciendo a vos mismo.

¿Qué cosas te dan placer intelectual?

Todo lo que tiene que ver con el conocimiento científico y la información. Poder absorberla. Y, por supuesto, el arte.

¿Y ya averiguaste a qué viniste al mundo?

¡Qué buena pregunta! ¿Viste la película Billy Elliot? En el final le preguntan qué siente cuando baila: “Siento que desaparezco . Hay algo así. Cuando estoy arriba del escenario, hay una luz que se me prende adentro. Esa luz despeja de mí las cosas que me son pesadas, mis mochilas. Me hace sentir muy pleno el escenario: podría decir que ahí tengo una especie de orgasmo constante. Siento que me uno conmigo mismo, que algo se completa. Pero también me da mucho placer hacer reír a la gente. No es algo buscado, pero cuando estoy ahí y siento la risa, es como un círculo virtuoso. Así que ese sería mi objetivo en esta vida: buscar la plenitud personal pero también la reacción del público. El teatro es fantástico en ese sentido: lo que vas sintiendo y diciendo va atrayendo a la gente, la va contagiando y entramos todos en una especie de ensoñación. Es mágico.

El regreso

Reinhold está de vuelta en la cartelera porteña con su unipersonal Comedy Show, en el Paseo La Plaza. “Es un ejercicio de todo lo que más me divirtió hacer en mis años de trabajo y de lo que más me gusta. Una especie de compilado absurdo de mis rutinas. Bailes, canciones, monólogos y cosas con pantalla que, como es de pura creación personal, va a estar todo el tiempo vivo porque estoy todo el tiempo poniéndole algo nuevo .

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