“Ofrecer tajadas medio comidas por ti a otro es costumbre poco honesta. Tampoco es elegante echar fuera de las fauces el alimento y volverlo a poner en el plato; lamer el propio plato o la bandeja donde ha quedado pegada azúcar o algo dulce es cosa de gatos, no de humanos”, dice Erasmo de Rotterdam en un artículo que se llama “Eso sí y eso no” de 1528, una especie de protocolo, imperdible, sobre las buenas maneras en la mesa.

Ese texto olvidado, escondido, puede leerse ahora junto con otros ciento veinte en la notable y acabada compilación de Mariano García y Mariana Dimópulos “Escritos sobre la mesa” (Adriana Hidalgo), que reúne apuntes y fragmentos literarios sobre comidas, cocineros, ingredientes y cocciones varias.

En este variado y valioso menú literario aparecen tanto autores universales como locales para degustar: Balzac, Dumas, Cozarinsky, Puig, Benjamin, Mansilla, Sade, Macedonio Fernandez y Lewis Carrol, entre muchísimos otros.

Hay para todos los gustos de los lectores-comensales, incluidos los extremos, como los amantes de la carne cruda o experiencias caníbales.

Pero también sobre la escasez, el hambre, la maneras en la mesa y hasta un apéndice de “Comidas del futuro”; dietas, alcoholes e infusiones, también están en este banquete que proponen los compiladores.

“Desde el famoso fruto prohibido del Génesis, pasando por el exuberante banquete que narra Petronio en su 'Satiricón' hasta las páginas que necesita Proust para desarrollar una comida en casa de los Guermantes, el tratamiento dado por la cultura a la comida nunca perdió su lugar relevante”, explican García y Dimópulos desde la introducción del libro y agregan: “A través del comer, 'el cuerpo se evade de sus límites; traga, engulle, desgarra el mundo, lo hace entrar en sí, se enriquece y crece a sus expensas”.

Ese lugar relevante al que hacen referencia los responsables del libro se tradujo al momento de organizarlo en una cantidad de material gigantesco que debían procesar y que les llevó en conjunto unos cinco años de ordenamiento. Una cocción lenta y especiada que ambos compiladores exhiben ahora orgullosos y ofrecen para el regodeo del lector en un original y exquisito festín literario de ciento veinte pasos.