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La engañosa genialidad de los Airpods: por qué los auriculares se convirtieron en el mayor éxito de Tim Cook

La división de auriculares de Tim Cook podría ser una de las empresas más grandes de Estados Unidos. Aquí se cuenta cómo la formó.

En algún momento de este año, Tim Cook se presentará ante los fieles de Apple Inc y revelará la nueva plataforma informática destacada de la compañía, un casco que combina realidad virtual (RV) y realidad aumentada. Su nombre en código es N301, aunque documentos de patentamiento indican que su verdadero nombre podría ser Apple Reality Pro. Esos documentos y los primeros comentarios insinúan que los componentes del dispositivo posiblemente barrerán con los aparatos de RV producidos por Facebook, Sony y HTC. La versión Apple de la RV parece tener mejor aspecto, correr a mayor velocidad y contar con gráficos más inmersivos. También es casi seguro que será una decepción, al menos al comienzo.

Apple lleva siete años trabajando en el casco, y ahora el proyecto tiene unos 2000 empleados, incluyendo a la persona que anteriormente dirigió el desarrollo de RV para la NASA. Sin embargo, el mercado actual de RV es minúsculo según las normas de Apple. Facebook, que pasó a llamarse Meta Platforms Inc como expresión de su compromiso con el metaverso, que es la otra designación que a veces se usa para la RV, aportó casi el 80 por ciento de los cascos vendidos el año pasado, según la firma de investigaciones de mercado IDC. La totalidad de ese negocio representa poco más del 0,5 por ciento de la facturación total de Apple, lo que no suena tanto a giro estratégico y se aproxima más a lo que gana la compañía vendiendo carcazas lujosas para iPhones.

Diez años después del fracaso del Google Glass, el casco de Apple tendrá que demostrar que podrá convertirse en un éxito masivo. Lo cual convierte al Reality Pro en un blanco tentador para todo aquel que quiera opinar que la compañía ha errado el camino. Esto lo sabemos porque hubo declaraciones similares frente a casi cada decisión que tomó Cook en los 11 años que pasaron desde la muerte de Steve Jobs.

Los AirPods son frágiles, tienen un bajo apenas aceptable y parecen haber salido de un horrible accidente con un hisopo. Aun así, la gente los adora.

Los críticos suelen invocar el fantasma de Jobs para alegar que la gestión de Cook como director ejecutivo ha consistido en administrar una decadencia sumamente lucrativa. El argumento es más o menos así: cierto, desde la asunción de Cook el valor de mercado de Apple se ha septuplicado, hasta llegar a los US$ 2,5 billones, pero el iPhone tiene unos 15 años de antigüedad y no podrá sostener ese tipo de crecimiento eternamente. Apple ha dado más peso a la teoría con actualizaciones anuales de sus teléfonos que suenan a mecánicas absorciones de dinero. Además, la decimocuarta versión de cualquier cosa empieza a parecer algo estirada.

Pero mientras todos bostezaban con las pocas novedades en teléfonos, Cook estuvo creando en silencio la que podría ser la historia más exitosa de la industria tecnológica en la última década: los AirPods. Esos extraños dispositivos auditivos son, a la vez, un chiste y omnipresentes. La versión más reciente, un modelo por US$ 249 que llegó a los negocios el 23 de septiembre, hizo apenas una breve aparición en la presentación del iPhone más reciente. Sin embargo, más que cualquier otra cosa que vende Apple, son ilustrativos de por qué la compañía prosperó tanto con Cook y la razón de que no surjan competidores reales a corto plazo.

Los AirPods son frágiles, tienen un bajo apenas aceptable y parecen haber salido de un horrible accidente con un hisopo. Se atascan fácilmente con la cera del oído, se pierden por las rejillas del subte o entre los almohadones de sofás y, al menos en un puñado de casos, terminaron tragados por sus usuarios mientras dormían. Pero incluso quien no los ingiera tendrá que cambiarlos a los pocos años, porque sus baterías de litio no pueden retirarse una vez agotadas. Aunque Apple anunció que las versiones más nuevas utilizan más materiales reciclables, los AirPods siguen siendo costosos para el medio ambiente y para nuestras billeteras, especialmente si se los compara con los EarPods que venían gratis con los productos de la compañía en las últimas dos décadas. Y aun así, como lo puede comprobar cualquiera que circule por la calle, la gente los adora.

Apple no informa las ventas de auriculares -sus presentaciones trimestrales agrupan los AirPods con relojes, parlantes hogareños y otros accesorios- pero analistas externos indican que en 2021 vendió unos 120 millones. Cálculos de IDC y Bloomberg Intelligence señalan que los AirPods aportan casi la mitad de las ventas de lo que Apple llama "Portables, Hogar y Accesorios", su línea de negocios de crecimiento más rápido. Entre 2016 y 2021 las ventas de esta categoría subieron 245 por ciento hasta US$ 38.000 millones. El banco de inversiones Piper Sandler Cos calcula que 3 de cada 4 adolescentes estadounidenses tienen AirPods. Apple ha establecido la norma para los auriculares inalámbricos y convirtió un accesorio gratuito en una compra obligada por US$ 200.

Por supuesto que los AirPods no son en verdad un producto independiente. Son la extensión de un proyecto más grande de Cook: un ecosistema mutuamente dependiente entre hardware, software y servicios que hacen que los consumidores gasten más todo el tiempo.

Cuando hace seis años Apple presentó por primera vez los AirPods, junto con el iPhone 7, la mayoría de los auriculares inalámbricos se producían con financiaciones colectivas y estaban llenos de defectos. Samsung Electronics Co había lanzado su propia versión dos meses antes, pero la duración de la batería y los controles eran un desastre. Apple en cambio prometía hacer brujería. Phil Schiller, que entonces dirigía el marketing de la firma, declaró en la presentación que los usuarios del AirPods debían esperar una "auténtica experiencia mágica de Apple".

Con eso quería decir que venían listos para ser usados y funcionaban sin ningún tipo de instalación. En aquel momento los otros auriculares requerían oprimir un botón en el dispositivo por algunos segundos, esperar que parpadeara un indicador LED, lo que indicaba que los auriculares estaban en modo de sincronización, después había que abrir la configuración del teléfono, seleccionar el ícono de Bluetooth y, a veces, ingresar un PIN. Pero los iPhone reconocían al instante a los AirPods, gracias a la versión propia de Bluetooth de Apple, y todo eso ocurría apenas se abría el estuche de carga junto al teléfono. (Quien quería sincronizar los AirPods con un teléfono Samsung o una PC Windows, por supuesto que tenía que seguir el proceso más largo).

Los comentaristas encontraron poco para recomendar en los AirPods más allá de su integración vertical. "No creo que estén plenamente desarrollados", declaró al New York Times Lauren Dragan, editora de auriculares en Wirecutter. El primer modelo no era resistente al agua, lo que implicaba que no se los podía usar al hacer ejercicio por el peligro de que se arruinaran con el sudor, y, por si fuera poco, los auriculares normales sonaban mejor.

Los AirPods aportan casi la mitad de las ventas de lo que Apple llama "Portables, Hogar y Accesorios", su línea de negocios de crecimiento más rápido.

Pero había algo más que hacía atractivos a los auriculares inalámbricos de Apple: la compañía fabricó modelos con cable que eran peores. El iPhone 7 fue el primero que descartó la tradicional entrada de auriculares en favor de una versión patentada que conecta con el puerto de carga. Para conectar los viejos auriculares se precisaba un adaptador que sobresalía del teléfono de manera desagradable. Schiller señaló que la idea buscaba empujar a los clientes a que compraran los AirPods, además de que el equipo de diseño estaba pensando en un bien superior. "En verdad todo se reduce a una palabra: coraje", afirmó. "Coraje de avanzar, hacer algo nuevo que nos mejore". La grandilocuencia de Schiller fue blanco inmediato de bromas, pero él y Cook fueron los últimos en reírse. El sabotaje a la entrada para auriculares y la instalación simple de los AirPods alcanzó para venderlos a millones de personas, muchos de los cuales compran más de uno.

Eso me incluye a mí. En los últimos tres años, por razones que no puedo explicar del todo, compré tres pares de esas cosas, aunque en verdad no me gustan. Me preocupa que se me salgan o se rompan (como el primer par), o que empiecen a fallar si se mojan (como el segundo par). Al principio me sentía incómodo usándolos en público, y por reflejo me los quitaba si entraba en un comercio o en la oficina. Ahora me los dejo. ¿Qué sentido tiene ser educado cuando nadie lo es? Este éxito, que posiblemente representa el 5 por ciento de la facturación total de Apple y constituye el triunfo de la inercia, resume el logro de la compañía después de Jobs. Apple introduce un producto que funciona bien con el iPhone, luego hace lo que puede para que los productos rivales no puedan competir.

Durante años los rivales de Apple han sostenido que el ecosistema del iPhone infringe las normas antimonopólicas. Durante una audiencia el año pasado en el Senado estadounidense, Kirsten Daru, abogada que representa a Tile Inc., acusó a Apple de "abuso sistémico de su poder de mercado y dominio de plataformas". Tile produce un pequeño dispositivo que se engancha a las llaves para no perderlas. Poco después de que presentara su propia versión, llamada AirTag, Apple dejó de vender productos de otras compañías en sus cadenas de comercios. El AirTag es tan fácil de instalar como los AirPods, mientras que rivales como Tile no tienen acceso a ese tipo atajos. En aquel momento Apple declaró que su éxito estaba en la innovación de productos y que eso, como mínimo, fomentaba la competencia.

En otras oportunidades la propia compañía minó ese discurso. Por más de un decenio, los mensajes de texto entre iPhones usaron un sistema exclusivo de Apple denominado iMessage. Los mensajes de usuarios de iPhone se muestran en burbujas azules y vienen con otras funciones especiales, como los tres puntos que ondulan cuando la persona con la que hablamos tipea, mientras que los mensajes de otros teléfonos se ven en burbujas verdes y sin otras funciones. Esto es a la vez molesto para los usuarios de Android, que pueden quedar marginados de grupos de chat o no ver mensajes de usuarios de iPhone, y una forma sutil (y tonta) de indicar estatus. Entre las muchas indignidades de los que buscan pareja online, la burbuja verde puede marcar como indeseable a una persona. Un título del New York Post lo resumió así: "Perdón usuarios de Android: estos esnobs del iPhone no saldrán con ustedes".

Apple podría solucionar todo eso, pero no quiere. En mensajes internos divulgados gracias a una demanda presentada por Epic Games Inc., directivos de alto nivel de Apple hablaron de hacer disponible el iMessage a usuarios de Android, pero descartaron la idea porque, entre otras razones, temían que al hacerlo facilitaran que los padres dueños de un iPhone les compraran alternativas más baratas a sus hijos. Un mail de Schiller reenviado a Cook en 2016 indicaba que el "iMessage equivale a una retención importante". Google aprovechó esas revelaciones para protestar que Apple "usa la presión de pares y la prepotencia como medio para vender productos", según lo señaló un directivo.

El mismo día en que se anunció el último de los AirPods, Cook subió al escenario de una conferencia de tecnología en la que un integrante de la audiencia se quejó de que su madre no podía ver videos que le mandaba, y le sugirió que lo arreglara adoptando la norma de mensajes RCS, que es libre y tiene soporte de Google. Cook propuso una solución más simple: "Comprale un iPhone a tu madre".

Si Apple solo estuviera tratando de mejorar los dispositivos, lo de RCS sería una tontería. Pero en estos días la compañía de Cook no busca eso. El iPhone es un teléfono de US$ 800, y también una constelación de suscripciones y accesorios que pueden llegar a los US$ 800 anuales o más. Está el pago mensual por el teléfono (US$ 33, financiado con la Apple Card), el seguro (otros US$ 9 mensuales del AppleCare+), el almacenamiento en la nube (que parte de US$ 1 pero que precisa del plan mensual iCloud de 3), música (US$ 10 mensuales en Apple Music), y los nuevos AirPods Pro que pronto serán obsoletos (US$ 249). Cierto, pueden quedarse con los viejos auriculares blancos con cable. Pero desde 2020 Apple también cobra por esos. 

Esta nota se publicó en el número 348 de revista Apertura.

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