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Para los que vivieron su infancia en los 80 y principios de los 90, Cromy marcó una parte importante. Todavía la italiana Panini no había aterrizado en el mercado argentino, entonces la empresa de los Stanislavsky se convirtió en referente dentro del negocio de las figuritas. A su vez fueron pioneros con los adhesivos y los stickers perfumados. Sin embargo, la compañía no logró sobreponerse a los obstáculos y quebró hace 25 años, aunque aún hoy se mantiene en el recuerdo colectivo.

Alejandro Stanislavsky llegó al país desde Ucrania y en el mercado argentino se hizo conocido por Stani, su empresa de golosinas. No obstante fue su hijo, Arnoldo, quien convirtió al proyecto en un gigante del rubro, el cual varias décadas después sería adquirida por la británica Cadbury. Los sobrinos de Arnoldo decidieron abrir su propio emprendimiento y se enfocaron en un segmento hasta entonces poco explorado: las figuritas.

El proyecto Frutillita

Los hermanos Eduardo, Ariel, Leonardo y Judith fundaron Cromy SA en 1982. El primer desafío de la compañía fue crear desde cero un álbum dedicado a Frutillita, el personaje de tarjetas inventado por la firma estadounidense American Greetings en 1980.

Frutillitas fue el primer álbum de Cromy. Cada página se dibujó y pintó a mano.
Frutillitas fue el primer álbum de Cromy. Cada página se dibujó y pintó a mano.

No había ningún tipo de guía ni existía hasta ese momento un álbum basado en Frutillita, sino que partían desde un lienzo en blanco.

El encargado de diseñar todo el álbum fue Horacio Galdames, jefe de Arte de Cromy, quien dibujó a mano cada página y luego las pintó con acuarela. En tanto, su hijo, Hernán, tuvo la tarea de escribir la historia. Por su parte, Eduardo Stanislavsky decidió perfumar las figuritas para diferenciarse del resto.

Un clásico de los recreos

Esa primera colección, lanzada en 1983, fue un éxito y disparó no solo las ventas de álbumes sino que también desembocó en muñecos y hasta una obra de teatro. A Frutillitas se le sumaron otras licencias, desde superhéroes de Marvel y DC Comics hasta personajes de Star Wars y programas nacionales del momento, como Grande Pa.

Cromy se convirtió en ícono de los recreos. Comprar paquetes, pegarlos en el álbum e intercambiar figuritas era un clásico en todos los colegios. Asimismo, la compañía innovó con los primeros stickers autoadhesivos, que ya no necesitaban untarlos en pegamento para fijarlos a la colección.

Además de figuritas, Cromy también lanzó su línea de tarjetas coleccionables.
Además de figuritas, Cromy también lanzó su línea de tarjetas coleccionables.

El crecimiento de la empresa también vino de la mano de su programa de fidelización. Cromy Club. Tuvo cientos de miles de adheridos con locales propios y regalos con cada álbum lleno. El emprendimiento de los Stanislavsky dejó de producir y envasar a mano y se mudó a La Rioja con una fábrica para automatizar la producción.

Por qué desapareció Cromy

Sin embargo, en los 90 la bonanza se transformó en crisis. La llegada de Panini al mercado argentino, sumado a las políticas económicas del gobierno y la regionalización de las licencias llevaron a que Cromy perdiera terreno. En 1995 se entró en concurso preventivo y tres años después fue declarada en quiebra tras la renuncia de los hermanos Stanislavsky.

Hoy Cromy todavía sigue vivo en el recuerdo de los nostálgicos, pero también en el último Cromy Club que queda en pie en el barrio porteño de Belgrano. En 2022 Andrés y Tomás Stanislavsky, hijos de Eduardo, anunciaron un relanzamiento de la marca, esta vez en formato NFT bajo el nombre Cromy.io. La tecnología al servicio de lo vintage.