Garbarino: proveedores acuerdan quita del 50% para salvar la venta de la cadena

La reducción de los $ 7000 millones de deuda comercial era una de las condiciones que había puesto Inverlat, el fondo dueño de Havanna, para ser accionista de la cadena. Hubo gestiones en Gobierno.

Los proveedores de Garbarino flexibilizarán su postura y aceptarán una quita del 50% en su deuda comercial con la empresa, que asciende a $ 7000 millones. De esta forma, removerían el principal obstáculo por el que el fondo Inverlat, dueño de Havanna, se abstiene de ingresar como accionista de la mayor cadena de venta de artículos de electrónica y electrodomésticos del país.

En las últimas semanas, los proveedores y la empresa trabajaron en una propuesta con tres puntos centrales: refinanciación de la deuda en dólares de la cadena en 36 cuotas; un período de gracia de entre seis y 12 meses; y continuar abasteciéndola de producto.

En las últimas horas, se sumó un nuevo ítem: la quita, dijeron fuentes de los proveedores. Era la condición de Inverlat para inyectar capital en Garbarino y cuya resistencia por parte de los fabricantes de electrónica y electrodomésticos detonó la decisión del fondo de dejar su oferta sobre la mesa y alejarse, en un clásico wait & see.

"Garbarino: ahora, depende de la cadena y sus proveedores que no se caiga la venta", tituló este diario hace un mes. En agosto, la cadena reestructuró su deuda, un acuerdo que le permitió recortar, en $ 2400 millones, su pasivo financiero. El convenio incluyó la búsqueda de un socio que inyectara fondos para restituir capital de trabajo. Ahí ingresó Inverlat en la ecuación.

A fines del año pasado, el fondo hizo una oferta de compra. Ya comenzado 2020, acordó con los principales bancos acreedores de Garbarino quitas del 65% al 75% sobre el pasivo financiero de la cadena, que asciende a $ 5000 millones. Intentó replicarlo con los proveedores. Pero los fabricantes lo rechazaron, ya que pretendían cobrar el 100% de sus acreencias. Inverlat, también, quería cambiar los términos de la relación comercial.

Esa falta de entendimiento hizo que, a inicios del mes pasado, Inverlat optara por dejar su oferta sobre la mesa y decirle a Garbarino que volviera a verlo si lograba resolver el tema con sus proveedores. Inverlat no es un improvisado. Además de Havanna, su porftolio de u$s 1000 millones incluye la Impresora Contable (ICSA), GNC Aspro y la licencia de Reef para la Argentina. Sus inversores son Jorge Carballo (actual presidente del Banco Macro), los ex Citi Carlos Giovanelli y Guillermo Stanley; y el ex Deutsche Damián Pozzoli.

"Nosotros ya hicimos el trabajo de renegociar con los bancos. Ahora, les toca a ellos. Todos tienen que poner algo", se le oyó comentar a uno de estos tiburones de la City en el mercado.

Desde entonces, hubo intensas negociaciones entre Garbarino y sus proveedores para evitar que se caiga la operación. Revertir las posturas de Newsan y Mirgor -sus principales acreedores- era el objetivo. Hasta el Gobierno nacional manifestó su interés. Hace 10 días, hubo una reunión en el Ministerio de Desarrollo Productivo. Con asistencia de integrantes del equipo del titular de esa cartera, Matías Kulfas, se reunieron, prácticamente, todos los fabricantes de electrónica de Tierra del Fuego. Newsan, Mirgor y Brightstar, entre los principales. Y no para hablar del régimen de promoción industrial de la isla, precisamente. El asunto convocante fue la crisis de Garbarino, cuyos 200 locales emplean a 4000 personas.

De esa mesa, salió un primer esbozo: la refinanciación en 36 cuotas y un período de gracia para que la cadena volcara esos recursos a recomponer capital de trabajo. Y el compromiso, por parte de las empresas, de no interrumpir la provisión de producto. "Eso era lo fundamental. Nadie quiere que se caiga la cadena", explica un importante proveedor, en relación al tamaño -un share del 22%- que Garbarino tiene en el mercado.

Es que, en caso de que fracasara la negociación, la cadena ya evaluaba recurrir a un recurso extremo: presentar su concurso preventivo.

El congelamiento -y eventual incobrabilidad- de esas deudas habría funcionado como estímulo para que los proveedores aceptaran, también, una quita que, si bien es fuerte (50%), es inferior a la que Inverlat negoció con los bancos.

"No tenemos la misma espalda financiera. Pero tampoco queremos quedar como los responsables de la quiebra de la cadena", explica uno de los proveedores. Habría habido consenso en algunos y resignación en otros, a quienes se impondrá lo resuelto por los tenedores de la mayoría de la deuda. "Hicimos todo lo posible para que la cadena no se caiga", resume la fuente. Como si, ahora, estuviera devolviéndole la pelota a Inverlat.

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