Autocultivo

Empezaron vendiendo a los fanáticos de la marihuana: hoy tienen 22 locales y proveen a 600 negocios

Damián Barone y Marcelo Zuvic están al frente de Santa Planta y Cultivo Urbano, dos de las marcas más fuertes del mercado en Argentina.

A Damián Barone, co fundador de la distribuidora Santa Planta y la cadena de growshops Cultivo Urbano, le gusta citar a Jack Herer, uno de los más importantes impulsores activistas del cannabis: "Fumar marihuana no genera adicción, cultivar sí". Detrás del cultivo, justamente, se armó su negocio. Desde el enorme galpón de 1300 m2 transformado en oficinas y showroom que el emprendedor tiene en Parque Patricios, recibe a APERTURA y cuenta su historia.

Todo empezó con una tienda de cultivo en San Telmo que abrió en 2011 junto con un socio. Su objetivo era dejar su trabajo como motoquero y empezar a vivir del cannabis. Dos años después se sumó Marcelo Zuvic, un industrial que tenía una fábrica de productos de ventilación que aportó su visión empresaria.

El grow comenzó a sumar seguidores y pronto abrieron el segundo. Luego, un familiar interesado en replicar esa experiencia les propuso abrir un local con el mismo nombre y así, casi sin buscarlo, comenzaron las franquicias. Hoy tienen 22 locales, y este año, que cumplen 10 años desde su fundación, abrirán una gran tienda central y apuntalarán el segmento de franquicias. "Hasta ahora no teníamos más que una publicidad en la revista THC con la leyenda 'consultá por franquicias'. Y con eso en los últimos tres años se abrieron 12 sucursales. Este año queremos nombrar un gerente de franquicias", destaca Barone.

Los emprendedores aseguran que la cuarentena benefició al sector, porque terminó de dar el empujón para que muchos interesados encontraran el tiempo para cultivar en casa. Para ejemplificar, aunque prefieren no dar números, aseguran que en la pandemia se cuadriplicaron las ventas y tuvieron que duplicar el personal. Vale aclarar que todo lo que se vende está dentro del marco legal, porque no se venden semillas sino todos los productos complementarios para el cultivo: desde tierra y macetas (fabricadas por ellos mismos) hasta fertilizantes importados o lámparas que imitan la luz solar.

Damián Barone y Marcelo Zuvic en la oficina y showroom de 1300m2 de Santa Planta. Foto: Pato Pérez.

"Nunca tuvimos problemas. En todas las sucursales tenemos clientes policías o médicos...no es más el loquito con cara de fumaporro. Cuando abrimos había tres o cuatro grows en el país, a puertas cerradas o en galerías. Nosotros fuimos los primeros en abrir a la calle", destaca el fundador que empezó haciendo tierra con un trompo en el sótano de ese primer local y ahora con la distribuidora fabrican tres modelos de sustrato, tienen una marca de macetas y bandejas de riego (Root House), fertilizantes con las marcas Pot y Revienta (que suman más de 18 productos distintos), y artículos de iluminación con la marca Santa Planta. El producto estrella es el sustrato, que se vende a $ 900 la bolsa de 25 litros.

En total la empresa da trabajo a 30 personas y provee a unos 600 clientes de todo el país. "Quisimos hacer algo serio porque sabemos que paga. Sabemos el futuro que viene. Legal, ilegal, cultivo chico o grande, esto va a seguir creciendo", reconocen, y Barone opina: "Mientras haya más cultivo a nosotros nos van a beneficiar. Me gustaría saber qué están esperando. Somos el buen ejemplo de lo que puede dar la industria. La gente no va a dejar de fumar porro. La diferencia está entre si le dejas el negocio a lo ilegal o si te pones a recaudar impuestos", sostiene.

Y los proyectos no paran de multiplicarse. Ahora, además de estar trabajando en la nueva tienda central de Cultivo Urbano, están en proceso de lanzar una cerveza con gusto a cannabis de la mano de un gran player de la cerveza artesanal. El diferencial detrás del éxito está, según explican, en que son apasionados por la planta y que conocen bien lo que venden. "En la seriedad está la diferencia. La gente lo ve, no quiere más ir a un grow que lo atienda un fumado que no sabe lo que está vendiendo. Atrás de cada mostrador nuestro hay alguien que sabe", argumenta Zuvic.

La versión original de esta nota se publicó en el número 328 (abril) de Revista Apertura.

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