El plan de esta escuela de programación argentina para llegar a toda América latina

Christian Patiño y Pablo Ferreiro fundaron CoderHouse, una escuela de programación que creció a través de los coworkings y ahora van por las clases online. Facturan $ 50 millones. 

Christian Patiño nació en Estados Unidos, vivió 13 años en Venezuela y estudió Administración de Empresas en la Argentina. Estando en Buenos Aires, este trotamundos buscaba emprender en tecnología, y como no tenía formación técnica, se anotó en un curso de programación. El resultado fue malo. “Había mucho por hacer , recuerda.

Por esa época, las coding schools estaban tomando relevancia en los Estados Unidos, pero por estas latitudes la educación en esta materia era una cuenta pendiente. Con la visión de mejorar esta propuesta, en 2013 se alió a Pablo Ferreiro –administrador de empresas con un master en tecnología– y juntos fundaron CoderHouse, una escuela de programación pionera en estos contenidos. 

Invirtieron US$ 10.000 de ahorros propios y pensaron un modelo que les permitió escalar rápidamente. En lugar de abrir una escuela con instalaciones propias, los emprendedores alquilaron una sala en un espacio de coworking de Palermo. Contrataron un profesor y para ese primer curso se anotaron siete personas. Desde ahí fueron reinvirtiendo lo que ganaban y se expandieron por más coworkings de la ciudad hasta llegar a cinco provincias del país e incluso pasar fronteras hacia Perú, Chile y Uruguay. 

“En vez de tener un campus propio, alquilábamos oficinas y así fuimos creciendo y sumando cursos como marketing, diseño, Photoshop, Wordpress o eCommerce. Los alumnos traen cada uno su propia computadora y los coworkings están equipados con todo lo que necesitamos, desde un proyector hasta café , explica Patiño. Para los profesores buscaron profesionales que estuvieran trabajando en empresas de tecnología y pudieran llevar al aula su experiencia, y a la fecha ya cuentan con más de 6000 alumnos graduados. 

Pero luego de cinco años bajo la modalidad presencial, el equipo decidió dar un volantazo en el método y apostar a los cursos online. A partir de febrero, la escuela ofrecerá exclusivamente clases a través de videoconferencias. “Es interacción en vivo con el profesor. Los alumnos pueden hacer preguntas, se toma asistencia y hay un foro. Además, a cada alumno se le asigna un tutor , comenta el fundador y CEO que explica que hoy cuentan con la tecnología necesaria para brindar cursos de la misma calidad que los presenciales.

El equipo de CoderHouse, en el que trabajan 21 personas, desarrolló un software interno con una plataforma de e-learning a medida para brindar una mejor experiencia a los alumnos, donde canalizan la entrega de proyectos, los desafíos y las correcciones. 

“Tiene sentido el online también desde un punto económico y de alcance. El modelo es mucho más rentable, obviamente, porque no necesitamos pagar por los espacios. Pero también nos permite desde la Argentina dar clases para casi toda América latina, siempre poniendo el foco en la calidad. Si podemos conseguir los mismos resultados, ¿por qué hacerlo de forma presencial? , desafía Patiño.

El founder no ve límites en la cantidad de alumnos que pueden estar conectados a la vez tomando la clase. Aunque admite que entre 200 y 300 es un número que proyectan. Es que su sistema apunta a colocar un tutor cada 20 estudiantes y esto, explica el emprendedor, es una de las claves para mantener la personalización en la enseñanza. Con seis cursos en marcha y tres más que se sumarán a la currícula, Patiño explica que los más demandados son los de diseño UX/UI y marketing digital, todos con un costo promedio de $ 20.000 y una duración de dos meses. Además, también están trabajando en opciones más cortas con modalidad de workshop.

Para sumar alumnos de más países de la región, los fundadores apuestan, además del marketing tradicional, a hacer eventos y trabajar con influencers locales para dar a conocer la marca. Patiño adelanta que el año que viene abrirán una primera ronda de inversión para catapultar el crecimiento. También, están fomentando proyectos pagos para sus mejores alumnos para así transformarse en una bolsa de trabajo que unirá empresas con talentos y, además, seguir fomentando su comunidad para que no se pierda lo humano. “Tenemos espacios para que se conozcan y se contacten y contraten. Queremos generar comunidad , concluye.

 

En cifras

  • Fundación: 2014
  • Inversión inicial: US$ 10.000
  • Facturación anual: $ 50 millones
  • Cantidad de empleados: 21

La versión original de este artículo fue publicada en la edición 312 de Revista Apertura.

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